HACIA LA META Julio-Diciembre
" CUANDO LA META ESTA FIJA, AUNQUE EL MUNDO SE DERRUMBE, HAY QUE MIRAR ALLÍ, SIEMPRE ALLÍ " (San José Marello)
31 de DICIEMBRE
ÚLTIMO DÍA DEL AÑO: EL AUGURIO DEL FUNDADOR
Oh buen Jesús, da a cada uno de estos queridos hijos todo lo que desean y más aún de aquello que desean. Desde el primer día del nuevo año empieza otra vez con ellos tu coloquio divino que los acerque siempre más a tu corazón. Acariciarlos como a pequeños amigos que ya han empezado a conocer la dulzura de tu amor. Haz que sean tus grandes amigos en esta vida y tengan después un trono de gloria en el Reino de la eterna vida. Filioli mei omnes dicite: Amen (Hijitos míos, todos digan: Amén.)
Carta a los Oblatos Navidad de 1889
30 de DICIEMBRE
QUEDATE CON NOSOTROS, MIENTRAS EL AÑO ESTÁ TERMINANDO
Si muchos en el mundo no te quieren reconocer, Jesús, nosotros te adoramos desde lo más profundo del corazón. Aunque todos nos dijeran que somos unos ilusos, contestaríamos que los ilusos son precisamente ellos. Aunque todas las iglesias se quedaran abandonadas, nosotros nos quedaremos al pie del Sagrario, diciendo como San Pedro: "Señor, ¿a dónde iremos?, tú tienes palabras de vida eterna". No, en ninguna circunstancia debemos dejar a Jesús. ¡Agradezcamos a Dios que nos ha iluminado y no nos ha dejado en las tinieblas y en el error, como tanta gente del mundo!
Predicación en Milliavacca. 04 de diciembre de 1887
29 de DICIEMBRE
CONTEMPLA EL PASADO CON LA MIRADA DE LOS SANTOS
Nunc coepi (ahora comienzo). Contempla al pasado como lo miraban los santos, con disgusto y la vez con satisfacción de que Dios tenga un campo tan extenso para ejercer su misericordia. Piensa en el futuro con sencillez y con el único deseo de seguir la voz de Dios; de Dios que es tan distinto de los hombres, cuya bondad no llegaremos nunca a conocer plenamente, de Dios que dice in charitate perpetua dilexi te ( Con amor perpetuo te amé). Por lo tanto lo más frecuentemente posible repitamos este nunc coepi con toda fe y esforcémonos en crecer en el amor.
Carta a Rossetti. Setiembre de 1875
28 de DICIEMBRE
SANTOS INOCENTES
Hoy día encomiéndese particularmente a los santos Inocentes que derramaron su sangre para la gloria de nuestra fe. Ellos fueron las primeras flores de la Iglesia de Jesucristo, los primeros frutos de nuestra redención. Algunos teólogos creen que Dios les concedió la iluminación en ese momento, para que pudieran merecer la gloria eterna por medio del bautismo de sangre. Lo seguro es que todos ellos fueron mártires de nuestra fe y se ganaron el paraíso por el derramamiento de su sangre y el sacrificio de su vida. Pidámosle, entonces, que nos obtengan el martirio para nosotros también, si no es de sangre al menos de voluntad, con un amor firme, aún a costa de lo que nos es más querido y precioso.
Consejos a Graglia. 28 de diciembre de 1888
27 de DICIEMBRE
AUGURIOS DE BUENA FIESTA
De todos los augurios que le harán en estos días, no reciba sino los mejores, es decir aquellos que se refieren a los bienes eternos. Los bienes de aquí abajo son todos transitorios y no son objetos dignos de nuestros deseos. Pongamos nuevamente todas nuestras esperanzas en aquella felicidad eterna, completa e inefable, que nos espera después de esta vida terrenal.
Consejos a Graglia. 28 de diciembre de 1888
26 de DICIEMBRE
SAN ESTEBAN: NACIMIENTO Y BAUTISMO DE SAN JOSÉ MARELLO (1844)
Yo les deseo una palma de gloria en el paraíso, en un trono bien cerca de su Madre, María Santísima. Les deseo una corona resplandeciente de piedras preciosas, forjadas aquí en la tierra, en el crisol del dolor y de la prueba. Ruego a Dios que ninguna de ustedes falte a aquella dichosa asamblea, donde todos nos encontraremos a los pies del Altísimo para cantar el himno de eterna alabanza y eterno agradecimiento.
Predicación a las Hijas de María. 12 de mayo de 1889
25 de DICIEMBRE
NACIMIENTO DEL SEÑOR
Por eso, deseando el bien, los Santos subordinaban siempre su juicio de Aquel que, aun cuando acepta y premia los buenos deseos, quiere que los cambiemos por otros relativamente mejores. Presentémonos, pues, mutuamente muchos votos para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, pero dejemos que el buen Jesús los escuche en la manera y en la medida que él sabe hacer mejor para su gloria y nuestro bien espiritual. Pero queremos que sea escuchado el deseo en el cual se resuelven todos los otros: Salvator noster salva nos (Salvador nuestro, ¡sálvanos!)
Carta a Don Cortona. 20 de Diciembre de 1892
24 de DICIEMBRE
MÁS BUENOS DESEOS
Dios sabe con qué sentimientos corresponde mi corazón a los sentimientos que usted me ha expresado a nombre del Cabildo y del Seminario. A tantas queridas personas que ya me rodean con su cariño quisiera decirles singularmente una palabra de afecto y hacerles conocer a cada una mis votos y mis oraciones ante la cuna del Niño Jesús. Usted podrá satisfacer en parte este deseo mío asegurándoles a todos que en estos días santos hago por ellos los mejores votos y que espiritualmente los abrazo en el corazón del Niño adorable.
Carta a Mons. Pagella. 26 de diciembre de 1888
23 de DICIEMBRE
UN AGUINALDO DE NAVIDAD PARA LOS MÁS PEQUEÑOS DE SANTA CLARA
¡Con qué gusto los llevaría también este año si no estuviera tan lejos! Pero ¿cómo voy a hacerlo? Aquí viene Jesús en mi ayuda. Él se encarga de visitarles en mi nombre a vosotros, mostrarles su divino rostro, de hacerles una celestial sonrisa, de presentarles su cándido lirio, de levantar su manita para que todos puedan recibir sus bendiciones, invitarles a estar siempre con él como muchos corderitos para gozar de sus caricias amorosas. Recíbanle entonces a este mi divino mensajero que lleva un aguinaldo más precioso que el que habían esperado de mí. No tengan miedo de ser demasiado indiscretos pidiendo con abundancia, antes bien exijan bastante, ya que cuanto más pidan ustedes, más recibirán y mayor será su gozo en Él de dar sus favores, cuánto más insaciable es el deseo en ustedes.
Carta a los Oblatos. Navidad de 1889
22 de DICIEMBRE
BUENOS DESEOS DE NAVIDAD
Este año todos sus seres queridos presentarán por usted a Jesús Niño redobladas oraciones de agradecimiento y buenos deseos: de agradecimiento por la salud recuperada y de buenos deseos para que continúe fuerte por muchos años todavía para bien de la iglesia.
Usted puede imaginar con qué corazón me uno yo también a esta unión fraternal de tantos hijos que oran por su padre queridísimo. Es un tributo de afecto que tendré siempre que pagar pidiendo también la ayuda de esta familia de Santa Clara. Pero debo confesarle que me siento algo interesado en mis intenciones. Orando y haciendo orar por usted estoy seguro que el Niño Jesús recibirá las oraciones y votos que usted tiene la bondad de presentarle también por nosotros. Que el Niño Jesús que viene a la tierra para unir todos los corazones en el vínculo de la caridad, bendecirá este intercambio de votos y concederá benignamente las muchas gracias mutuamente imploradas.
Carta a Don Torchio. 22 de diciembre de 1887
21 de DICIEMBRE
EL NIÑO JESÚS TIENE EN LAS MANOS MUCHAS CRUCES
En estos días, encomendémonos de forma especial al Niño Jesús. Acerquémonos a aquella santa cuna y contemplemos devotamente al celestial pequeñuelo que nos habla de su gran amor a los hombres. Él tiene en sus manitas tantas pequeñas cruces que quiere distribuir a sus más queridos adoradores. Aceptemos nuestra parte. Estas cruces puestas cerca de la suya ya no son cruces, y, aunque lo fueran, por haber descansado sobre su divino corazón, han perdido toda aquella amargura y aquel peso que tenían naturalmente, el buen Jesús las ha convertido en dulces y ligeras por su gran e inefable amor. De estas pequeñas cruces formemos una corona, para depositarla a los pies del Niño Jesús el día de la santa Navidad, para que Él nos mire con sus ojos benignos y nos colme de sus gracias y bendiciones.
Consejos a Graglia. 21 de diciembre de 1888
20 de DICIEMBRE
RETORNEMOS A LA CASA DEL PADRE
Confiemos en nuestro Padre celestial que nos ama tanto. Se le puede comprender bien a través de la parábola del hijo pródigo. Este cuadro realmente consolador nos hace ver cómo, a pesar de cualquier culpa nuestra, él quiere abrazarnos a todos. La persona que siempre se ha mantenido fiel al Padre, puede llegar a sentirse celosa.
Frecuentemente buscamos nuestra propia satisfacción en contra de la voluntad de Dios. Sin embargo, apenas volvemos al Señor arrepentidos, Él nos acoge pronto y más aún, ya nos espera desde antes de nuestro regreso. Él no nos pide tantas cosas como hacen los jueces de este mundo cuando juzgan al reo. Él no nos pide más que un sincero arrepentimiento y el propósito de no ofenderle más.
Predicaciones.
Ejercicios Espirituales. Octubre de 1881
19 de DICIEMBRE
NO ABUSEMOS DE LA BONDAD DE DIOS
Es verdad que muchas veces caemos en la mediocridad y la tibieza que nos impiden hacer las cosas con el fervor de antes. En cambio, Dios es tan bueno que sabe compadecerse de nosotros en nuestra debilidad: mientras, por una parte, encuentra en nosotros deficiencias; por otra parte, encuentra también compensaciones. Hay que estar atentos, no obstante, para no abusar jamás de su bondad.
Consejos a Graglia. 13 de junio de 1889
18 de DICIEMBRE
ESTAMOS ENTRE DISTRACCIONES Y DISTRACCIONES
Necesitamos estar siempre muy atentos para combatir las distracciones: si proceden de cosas buenas y engendran en nosotros buenos pensamientos y santas inspiraciones, como por ejemplo, cuando asistimos a las sagradas funciones y a las ceremonias de la iglesia, entonces no son dañinas y debemos tratar de sacar provecho de ellas; pero cuando proceden de cosas externas y mundanas y no sirven sino para perturbar la mente y disipar el espíritu de aquel recogimiento que lo une a Dios, hay que rechazarlas definitivamente para que nuestra oración sea agradable al Señor.
Consejos a Graglia. 26 de abril de 1889
17 de DICIEMBRE
UNA VIRTUD BIEN PRACTICADA Y SEREMOS SANTOS
He aquí el único propósito que debemos hacer: entregarnos a Dios y hacernos santos. Pidamos al Señor la santidad para los demás, pero de una manera particular para nosotros mismos, porque en los asuntos espirituales la primera caridad es hacia nosotros. Después el Señor, también, hará santos a los que dependen de nosotros y por quienes rezamos.
Ejercitando bien una virtud, tendremos todas las demás. Debemos preferir que se nos abrevie la vida, si constituye un impedimento para cumplir la voluntad de Dios.
Consejos a Fasolis. Sin fecha
16 de DICIEMBRE
NOVENA DE NAVIDAD
Pensemos en el niño Jesús y sentiremos confianza; pensemos en Jesús juez y no abusaremos de su bondad. Miremos al niño Jesús con sus manos llenas de gracias. Miremos a Jesús juez, cuyas manos condenarán a los réprobos. Así no caeremos ni en la desconfianza, ni en la presunción. Pensemos siempre en Jesús. Pensemos de cuantas maneras nos podemos identificar con Él y de todos los eventos y misterios de su vida, desde su nacimiento hasta su ascensión. Tratemos de observar bien y santamente todas sus fiestas. Sin Jesús seríamos unos pobres miserables, peor que los animales irracionales. Con Jesús casi somos ángeles
Predicación
en Milliavacca. 27 de noviembre de 1887
15 de DICIEMBRE
UN POCO DE MORTIFICACIÓN NO HACE DAÑO
Realizar las penitencias que se presentan durante el día, como comer la comida que se sirve a la mesa, aceptar con paz y resignación los contratiempos y las contrariedades, frenar la impaciencia, mortificar la curiosidad, rechazar y crucificar el amor propio.
Con tal de no propiciar el amor propio, estas penitencias promueven mucho el progreso en la virtud.
Consejos a Fasolis. 25 de agosto de 1887
14 de DICIEMBRE
LAS VENTAJAS DE SER PEQUEÑOS
Di a María Santísima: "soy pequeño, y me gusta ser pequeño, porque a ti te gustan los pequeños, como le gustaban a Jesús cuando los niños se ponían en sus brazos. Cuanto más pequeños somos, tanto más podemos estar cerca de tu corazón, bajo tu manto y tu maternal protección".
Consejos a Fasolis.. 11 de junio de 1887
13 de DICIEMBRE
HUMILDES COMO MARIA Y JOSÉ
Oremos e imitemos a María Santísima y a San José, cuyas virtudes fueron verdaderamente heroicas; hagamos de ellos nuestros modelos e intercesores en la adquisición de estas virtudes. El Señor da su gracia a los humildes y la niega a los soberbios. La humildad da la paz, hace que estemos en paz con nosotros mismos y con los demás, y que conservemos todas las demás virtudes. Si pudiera tener la pureza de los ángeles y la mortificación de los anacoretas, pero si me faltara la humildad no servirían en nada estas virtudes. Siendo humildes en nuestros pensamientos y afectos, lo seremos también en nuestras obras. Seamos humildes y seremos ensalzados. Cuando se tiene verdadera humildad en el corazón, ésta se trasluce en el exterior de toda la persona, es decir, en el comportamiento, en el gesto, en el tono de voz, etc.
Predicación en Milliavacca. 12 de diciembre de 1886
12 de DICIEMBRE
ADVIENTO, TIEMPO PARA QUEMAR EL ORGULLO
Juan (Bautista) decía que los montes serán rebajados, los valles rellenados y los caminos enderezados. Nosotros también debemos rellenar los vacíos espirituales y rebajar el orgullo. Imitemos la sencillez de Jesús, enamorémonos de esta virtud que nos hace someter nuestro juicio al de los demás. La gracia de Dios lo puede todo. San Pablo sentía el aguijón de la carne y la tentación, pero decía: "Todo lo puedo en Aquel que me fortalece".
Predicación en Milliavacca. 20 de diciembre de 1885
11 de DICIEMBRE
JESÚS VIENE CADA DÍA EN NUESTRO CORAZÓN
San Bernardo aconsejaba a sus discípulos que pensaran en la presencia de Jesús en su corazón. Por medio de la Eucaristía, realidad íntima y misteriosa, Jesús entra en nosotros como Dios y como hombre en cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Pero también existen otros modos de su presencia.
Predicación en Milliavacca. [06 de diciembre de 1885]
10 de DICIEMBRE
PREPAREMOS EL CAMINO DEL SEÑOR
"Preparen los caminos del Señor," dijo san Juan. Sí, preparemos nuestro corazón para (recibir) al niño Jesús. Que nuestros pensamientos, afectos y acciones sean todos para Jesús. Llevemos a Jesús nuestra mente para que la ilumine, y nuestros sentidos para que los purifique. Llevemos todo a Jesús y ofrezcámosle para que tome plena posesión de nosotros y establezca en nosotros su reino.
Predicación en Milliavacca. 21 de diciembre de 1884
09 de DICIEMBRE
LA PLANTA BUENA DA BUEN FRUTO
Cuando nuestra mente se muestra afligida por pensamientos malos, vulgares y soberbios, debemos humillarnos y decir: terra dedit fructum suum (la tierra de mi alma produce sus frutos). Al mismo tiempo se debe decir al Señor: "hasta de las penas y las espinas tú puedes hacer brotar flores y frutos de virtud. Manda caer entonces el rocío de tu gracia sobre esta tierra árida e ingrata".
Consejos a Fasolis. 07 de enero de 1887
08 de DICIEMBRE
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Encomendémonos a María y digámosle: "Tú eres Inmaculada, oh María, y en ti no hay mancha alguna. Vuelve ahora tu mirada sobre nuestras miserias y mira cómo estamos cargados de pecados e imperfecciones. Sé benigna con nosotros y no nos niegues tu valiosa ayuda, para que podamos levantarnos del barro en que estamos sepultados, sacudir el yugo de nuestras pasiones y hacernos santos. Dígnate hacernos probar la eficacia de tu patrocinio, que ya han experimentado tantos hijos tuyos que han ganado las batallas del tiempo y ahora tienen la posesión de la eterna bienaventuranza".
Consejos a Graglia. 06 de diciembre de 1888
07 de DICIEMBRE
MEDITAR CONTINUAMENTE
Lex tua meditatio mea est (tu ley es mi meditación. Siempre debemos meditar la santa Ley de Dios que nos manifiesta cuál es su voluntad. Santa Teresa enseñaba que el pecado no puede coexistir con la meditación. Resulta entonces que cuando pecamos no podemos meditar lo suficiente. Siempre hacer algún propósito en la meditación. Siempre debemos buscar y procurar lo que es bueno para nuestra alma, como hacen los comerciantes que se desvelan que sus tiendas estén surtidas, como hacen los acreedores que constantemente están pensando cómo cobrar sus créditos, como hace la mujer vanidosa que siempre piensa en arreglarse para llamar la atención, o como hace el avaro que sólo piensa en enriquecerse. Esto quiere decir que debemos meditar continuamente.
Consejos a Fasolis. 22 de junio de 1886
06 de DICIEMBRE
SOLIDARIDAD EN EL BUEN OBRAR
Acuérdate de mí en tus oraciones; piensa que la solidaridad de las buenas obras, en nosotros sacerdotes, es el único recurso que nos queda en estos tiempos, en los cuales tenemos una esfera de acción muy limitada. Adiós, adiós. Espíritu de lucha pero, también, espíritu de resignación. Buscar la gloria de Dios pero siempre en consonancia con su voluntad; desear lo mucho y contentarse, también, con lo poco. Promover el triunfo de la Iglesia pero no rechazar nuestras derrotas personales, las diarias mortificaciones de nuestro amor propio. Así se vive y así debemos esforzarnos por vivir en unión con nuestro Divino Maestro.
Carta a Delaude. [1 de enero de 1869]
05 de DICIEMBRE
LA ORACIÓN ES EL MÁS EFICAZ APOSTOLADO
Trabajemos, trabajemos todos en la manera y con la intensidad que Dios quiere; él sabe coordinar bien nuestros esfuerzos con sus designios. Oremos. En estos días, la oración es el más grande y el más poderoso apostolado. Oremos y hagamos orar. Oh, querido Esteban, tú gozas de los consuelos que yo no gozo, tú trabajas en medio de la mística viña, tú tratas el gran asunto del rescate de las almas pecadoras, tú guías el rebaño del Señor por los pastizales de la vida, y yo estoy aquí para hacer la voluntad del superior, nada más. Distinta posición, distinta posibilidad de hacer el bien y distinta manera de acumular méritos. Que se haga la voluntad del Señor en todo.
Carta a Delaude. 1 de enero de 1869
04 de DICIEMBRE
CONSAGRACIÓN TOTAL A MARIA
Haz, oh María, que yo pueda conservar intacto el lirio de la pureza, este bello tesoro que Dios me ha concedido por tu medio; y si no físicamente, al menos en espíritu, haz que yo pueda levantarme hacia ti, oh dulce Madre, y presentarte la pobre ofrenda de mi corazón y de todo lo que poseo, para que lo enriquezcas con tus preciosísimos méritos y lo presentes a Jesús. Guarda mis sentidos, mis afectos y mis sentimientos, para que me conserve siempre fiel a Dios y pueda alcanzar sus gracias y el más precioso de todos los dones, que es el de ser siempre, exclusivo y enteramente suyo. Yo me consagro a ti por toda mi vida, con todo lo que tengo y todo lo que soy, con la firme esperanza que no me abandonarás y me conducirás contigo al cielo.
Consejos a Graglia .29 de noviembre de 1888
03 de DICIEMBRE
BELLEZA HECHA DE PEQUEÑAS VIRTUDES
Animémonos con el ejemplo de la Inmaculada María Santísima, quien por medio de la práctica perfecta de las pequeñas virtudes, fue enaltecida a tan eminente santidad y grandeza. Admiremos aquella inefable belleza del alma de María, que no es otra cosa que un bellísimo diseño compuesto de tantos pequeños puntos, todos perfectos. De hecho, la belleza de María se compone únicamente de tantas pequeñas virtudes, todas perfectas que concentradas en su alma, la hacen tan bella, tan grande y tan querida por el Señor. Contemplemos la caridad, la humildad, la prudencia, la sinceridad y la sencillez que practicó María Santísima y procuremos imitarla, en cuanto nos sea posible, mortificando nuestro juicio, nuestro amor propio, nuestra pereza y así sucesivamente.
Consejos a Graglia .06 de diciembre de 1888
02 de DICIEMBRE
GANARNOS SU AMOR
"Tota pulcra es Maria et macula originalis non est in te" (Toda hermosa eres, María, y en ti no se encuentra mancha original).
Al contemplar la belleza inefable y divina de María, animémonos a imitarla, si queremos ganarnos su amor.
Consejos a Graglia .29 de noviembre de 1888
01 de DICIEMBRE
BAJO LA ESPECIAL PROTECCIÓN DE MARÍA
Muchos santos padres han dicho que la distancia que se abre entre nosotros y María es casi infinita, pero nosotros siempre podremos disminuirla haciéndonos sus verdaderos devotos y sus hijos amorosos. Desde su trono celestial, María nos mira con amor y quiere ayudarnos en nuestras necesidades. En cada momento nos está ofreciendo su mano maternal para socorrernos y hacernos subir más fácilmente al cielo. Entonces, sólo nos toca aceptar su oferta caritativa y ponernos bajo su especial protección.
Consejos a Graglia .29 de noviembre de 1888
30 de NOVIEMBRE
SAN ANDRES APOSTOL
San Andrés, haz que yo también ame la cruz.
Consejos a Fasolis. Sin fecha
Ánimo entonces, porque confiamos en nuestro buen Dios, de quien san Pablo nos dice que non patietur tentari supra id quod potestis (no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas) (1Co. 10, 13). Tenemos que sufrir muchas contrariedades en la carne y en el espíritu, pero ésta es nuestra misión: llevar generosamente la cruz tras las huellas del Maestro.
Carta a Rossetti. 7 de octubre de 1869
29 de NOVIEMBRE
NOVENA DE LA INMACULADA
En esta novena de la Inmaculada, acerquémonos al trono excelso de María Santísima y contemplémosla en su grandeza y magnificencia. Dios amó inmensamente a María y la elevó a aquel excelso grado de santidad, a aquella gloria tan sublime que nosotros ni siquiera podemos comprender. Él quiso privilegiar a su Santa Madre exceptuándola del pecado original. De modo que el enemigo infernal, con su soplo envenenado, jamás pudo tocar aquella criatura virginal que era tan querida a los ojos de Dios. Nosotros, al contrario, no sólo hemos sido contaminados por el toque envenenado de la serpiente acechante, sino también hemos cedido a su tentación muchas veces y hemos caído en el pecado. Dios permitió esto para que nosotros tuviéramos la oportunidad de reconocer nuestra debilidad, fragilidad y miseria para así humillarnos y rebajarnos.
Consejos a Graglia. 29 de noviembre de 1888
28 de NOVIEMBRE
MANTENERSE SIEMPRE EN LA VOLUNTAD DE DIOS
La unión de nuestra voluntad con la de Dios debe ser aquí en la tierra nuestro único trabajo como noviciado de aquella unión perfecta que se consumará en el cielo. Toda otra cosa debe estar subordinada a ésta sola, de modo que la misma lentitud en la adquisición de la virtud no debe causar aprensión si hemos aprendido bien que los hábitos virtuosos son el medio y no el fin, y que está más unido a Dios quien se encuentra en lucha continua con sus inclinaciones desordenadas, gimiendo en su corazón e implorando humildemente la victoria, que el que ya posee tantas virtudes y se olvida quizás de rendir al Señor el tributo de agradecimiento proporcional a su estado.
Carta a Rossetti. Setiembre de 1875
27 de NOVIEMBRE
DIOS PREMIA AÚN EL DESEO DE HACER EL BIEN
La repugnancia de hacer el bien es un efecto de nuestra naturaleza que nos jala al mal y tú sabes que tenemos tres enemigos permanentemente en guerra contra nosotros: el demonio, el mundo y la carne; ninguno puede eximirse de sus molestias pero ninguno que se mantenga unido al Señor puede ser engañado. Entonces haz todas tus obras, con el deseo hondo en el corazón de ponerte todo el fervor del cual tú eres capaz y no te confunda la repugnancia que tú puedas sentir en las acciones más santas. Más bien al terminarlas da gracias al Señor que en tu pobreza hayas podido hacer tanto gracias a su ayuda: reaviva tu fe en Él que mientras nos manda hacer el bien se complace y también con el solo deseo de haberlo hecho.
Carta a Rossetti. Setiembre de 1875
26 de NOVIEMBRE
HACER EL BIEN AÚN SIN TENER GUSTO
Tengo sólo una pizca de tiempo para decirte que: Christus sibimetipsi non placuit, (Cristo no buscó su propio agrado) (Rom 15,3) y que en este mundo no sólo las cosas que son tema de tu carta, sino también muchas otras no gustan. Hay que decir que todo, también el bien, se haga contra nuestro gusto. Tú me lo enseñas, que cuanto más se hacen las cosas sin natural inclinación, más bien con simple luz de fe, mejor se puede engañar al diablo.
Ánimo entonces, lo mejor es hacer las cosas cada día como Dios nos las manda o las permite.
Carta a un amigo sacerdote. 27 de setiembre de 1875
25 de NOVIEMBRE
A VECES PARECE QUE JESÚS DUERME
A veces ya no oímos la voz de Jesús que queda como ahogada y lo que la ahoga es precisamente nuestro amor propio, nuestra pasión dominante. Parece imposible, pero en ciertos momentos todas las pasiones que parecían adormecidas, se despiertan. La pasión dominante levanta la bandera de rebeldía yéndose al encuentro con el demonio. Todas las otras pasiones menores le siguen, igual que en cualquier revolución cuando uno se pone a la cabeza los demás lo siguen. Entonces, Jesús se esconde como frente a los judíos que querían apedrearlo y su voz ya no se hace oír. En esos momentos, debemos pedir a Jesús que nos hable y, con su poderosa voz, calme el tumulto de nuestras pasiones.
Predicación en Milliavacca. 11 de abril de 1886
24 de NOVIEMBRE
SERVIR A DIOS ES REINAR
Servir a Dios es reinar. Si hay alguna felicidad en este mundo, seguramente es la felicidad que goza el que sirve a Dios. Asimismo, goza de la verdadera paz aquel que sirve y ama a Aquel que recompensa tan generosamente. Recordemos la terrible sentencia pronunciada por Jesús: muchos son los llamados, pero pocos los escogidos". Esta sentencia nos infunde un miedo saludable y nos pone atentos y dóciles a la voz de Dios que nos llama. Es escuchando y acogiendo fielmente su invitación que podemos ser del número de los escogidos.
Es cierto que Dios otorga su gracia junto con su invitación. Responderé prontamente, pues, es Dios que me llama. Con la gracia que Él tan generosamente me ofrece, podré vencer todos los obstáculos que encontraré en el camino y llegar allá donde me invita, es decir, a la perfección y a la verdadera santidad.
Predicación en Milliavacca. 21 de febrero de 1886
23 de NOVIEMBRE
DIOS QUE TE HA LLAMADO EN LA MAÑANA TE LLAMA AHORA...
(En el evangelio) el Señor se compara a un contratista que sale a varias horas del día a buscar trabajadores para su viña.
Nosotros fuimos llamados de madrugada, pero cuando llegó la tentación, tal vez abandonamos el campo de la voluntad de Dios para ir a trabajar en el campo de nuestra voluntad. Dios, sin embargo no se cansa, más bien vuelve a llamarnos otra vez, a invitarnos y a solicitarnos. Hagamos caso a sus persistentes invitaciones y dediquémonos generosamente a su servicio divino, conscientes del premio y de la gran recompensa que Él nos tiene reservada.
Predicación en Milliavacca. 21 de febrero de 1886
22 de NOVIEMBRE
MIENTRAS TODOS DUERMEN, EL ENEMIGO SIEMBRA LA CIZAÑA
Si no podemos acabar con el mal que existe fuera de nosotros, debemos por lo menos asegurar que no entre en nosotros. Vigilemos, como dice el Evangelio, porque la mala semilla fue sembrada en el campo, mientras todos dormían. Así, para que el demonio no siembre cizaña en el campo de nuestra alma, debemos vigilar cerrando la puerta de nuestra voluntad, diciéndole un no resuelto y cerrándole las ventanas de nuestros sentidos, para rechazar todo lo que nos pueda manchar.
"Velen y oren", dijo Jesús, "para que no caigan en tentación". No quiere decir que el demonio dejará de hacer su trabajo de tentarnos, sino que a pesar de todo nosotros saldremos victoriosos. Aunque el demonio dijera: "he conquistado a otros más fuertes que tú y te conquistaré también a ti", respondamos: "ellos cayeron por su culpa, no por tu poder."
Predicación en Milliavacca. [07 de febrero de 1886]
21 de NOVIEMBRE
NO INVOQUEMOS EL FUEGO DE DIOS SOBRE NINGUNO
A veces algunas personas indiscretas, al constatar que se cometen tantos pecados, quisieran pedir a Jesús que exterminara a los pecadores. Jesús, sin embargo, prefiere convertirlos con su bondad triunfadora, al mismo tiempo que su justicia queda satisfecha porque, una vez convertidos, el bien que hacen es mayor que el mal que hicieron. Oremos entonces por los desviados a fin de que se conviertan, y cuando veamos algunos malos, esforcémonos por ser más buenos para reparar y consolar al Señor por los disgustos que le ocasionan.
Predicación en Milliavacca. [07 de febrero de 1886]
20 de NOVIEMBRE
OFREZCAMOS A JESÚS LA VICTORIA SOBRE NUESTRAS PASIONES
Estemos atentos de luchar contra nuestras pasiones. Cuando nos sentimos fuertemente llevados por la ira, la impaciencia o el orgullo, invoquemos pronto al Espíritu Santo y, luego, esforcémonos mucho para rechazar estos movimientos del corazón. Jesús aprecia todas las ofrendas que le hacemos: oraciones, limosnas y buenas obras; pero de una manera especial, aprecia la inmolación de nuestro amor propio, de nuestra soberbia, de nuestra apatía y de todas nuestras pasiones. Procuremos enriquecernos siempre con estas sublimes victorias. Cuando se ha de pedir alguna gracia a Jesús, hagamos valer nuestra ofrenda, diciéndole: "Concédeme esta gracia, Jesús, porque yo te he sacrificado mi amor propio, mi cólera, etc.".
Consejos a Graglia. 02 de Junio de 1889
19 de NOVIEMBRE
SEGUIR EN TODO LA VOLUNTAD DE DIOS
No debemos decir: "Ese santo ha actuado así; yo quiero hacer igual"; sí debemos imitar a los santos en sus virtudes, pero no en su forma particular de vivir, ni en las prácticas exteriores que responden más a su propia personalidad o a su propio impulso interior del Espíritu Santo. Si uno es alegre y expresivo por naturaleza, ¿por qué debería forzarse a estar grave, serio y austero?
Bien se deben corregir los defectos y moderar los excesos, en cambio no se debe pretender forzar el carácter a ser contrario a lo que somos por naturaleza. En esto, Jesús nos deja en plena libertad. Si seguimos las divinas inspiraciones con docilidad y sencillez, podremos santificarnos en la medida y el modo que Dios quiere, cualquiera que sea nuestro temperamento y nuestro carácter.
Además, en las bodas de Caná, Jesús ordenó llenar los jarrones con agua clara y luego los transformó en vino. De modo que quiere que llenemos nuestros corazones hasta el borde con el agua clara de buenos pensamientos y rectas intenciones, para luego cambiarlo en un vino generoso de una ardiente caridad.
Predicación en Santa Clara. 20 de Enero de 1889
18 de NOVIEMBRE
SANTIFICARNOS SEGÚN EL CARÁCTER PERSONAL
Jesús quiere que nosotros obremos nuestra santificación con su santa gracia. Él no quiere formar a todas las almas en el mismo molde, más bien que cada uno se santifique, según el espíritu que lo anima y según su propia personalidad.
Uno, por ejemplo, expresará su amor a Jesús viviendo en soledad, otro practicando constante y exactamente sus constituciones o deberes familiares, otro haciendo pequeñas mortificaciones y otro disciplinándose en una vida austera y rigurosa. Cada uno, sin embargo, puede alcanzar la santidad y la perfección practicando los deberes de su estado y siguiendo el impulso de su espíritu interior.
Predicación en Santa Clara. 20 de Enero de 1889
17 de NOVIEMBRE
ES MEJOR HACER UN POCO DE PURGATORIO EN LA TIERRA
Humillémonos a los pies de Jesús, detestando nuestros pecados y pidiéndole perdón también por los que ignoramos. Digamos como David: "Ab occultis meis munda me et ab alienis parce servo tuo (Límpiame de lo que está oculto y protege a tu siervo de los demás)" (Salmo 18, 13). En las tinieblas donde estamos envueltos, quedamos como ciegos y no podemos conocer bien todos nuestros defectos; por el contrario, Jesús que los conoce nos perdona, a pesar de nuestra ignorancia.
Tengamos ánimo, pues un día todas estas penas y amarguras se cambiarán en otras tantas alegrías. Por ahora, nos ayudan a hacer nuestro purgatorio aquí en el presente, para después de la muerte volar pronto al paraíso.
Consejos
a Graglia. 17 de mayo de 1889
16 de NOVIEMBRE
EL PENSAMIENTO DEL PARAÍSO NOS SOSTENGA EN LA LUCHA
Demos siempre al Señor aún cuando lastime nuestro amor propio. Sepamos doblegar nuestra voluntad a la de los demás. A veces este ejercicio de rebajar nuestro amor propio, trae consigo una dulzura y una paz al haber cumplido el sacrificio. Si no logramos por nosotros mismos este resultado, entonces que supla nuestra fe, y dirigiendo la mirada hacia el cielo, exclamemos: ¡paraíso, paraíso! Pensemos en el gran premio con el que Dios quiere recompensar nuestros pequeños sacrificios, y nos sentiremos más fuertes y animados para sostener nuestras luchas internas.
Consejos a Graglia. 17 de mayo de 1889
15 de NOVIEMBRE
TENGAMOS TAMBIÉN UN SANTO EGOÍSMO
Tengamos también un santo egoísmo pero todo espiritual, que nos lleve a una santa emulación en la adquisición de las virtudes. En las cosas del espíritu, no solamente está permitido sino hasta es obligatorio tener un santo egoísmo para acumular y enriquecerse al máximo posible con sus frutos. Cuanto más se alcanza de ellos, tanto más se multiplican. Hay una fuente inmensa e inagotable que jamás se agota, por más que se tome de ella.
En relación a las cosas temporales, la mayor apropiación de algo siempre implica un detrimento de los demás; éstos sufren la escasez de bienes por la acumulación exagerada de otros, ya que los bienes terrenos son finitos y limitados. Por eso, es preciso que las almas buenas sepan practicar la discreción y el sacrificio en la adquisición y uso de los bienes terrenos para agradar más a Jesús. De modo que cuando pedimos para el alma, no tengamos miedo de pedir demasiado, y procuremos enriquecernos cuanto sea posible con los tesoros espirituales.
Consejos a Graglia. 11 Mayo de 1889
14 de NOVIEMBRE
DIOS CONOCE LA MEDIDA DE NUESTRA NECESIDAD
El Señor nos da según la medida de nuestra necesidad, debido a que si nos diera de más o de menos, nos sería dañino. A veces, envidiamos la inteligencia de una persona, la salud de otra o las riquezas y honores de otra. Sin embargo, si nos conociéramos bien comprenderíamos cómo esas cosas nos traen más daños que beneficios respecto de nuestra vida espiritual. Entonces, dejemos que actúe el Señor, pues Él "conoce de qué barro fuimos hecho: (Cognovit figmentum nostrum)" (Salmo 103 (102), 14) y nos da las cosas en la medida precisa que nos conviene.
Predicación en Milliavacca. 4 de setiembre de 1887
13 de NOVIEMBRE
EL SEÑOR NO SE OLVIDA DE NOSOTROS
El Señor nos promete que pensará en nosotros, pero a condición de que nosotros pensemos en Él. En este sentido ha dicho: "Busquen primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se les dará por añadidura". (Mt 6, 33)
Nosotros somos tan pequeños de corazón que, por alguna angustia que nos sorprende, caemos rápidamente en la aflicción y quedamos perturbados; en cambio, el Señor nos dice: "¿Acaso puede una madre olvidarse de su niño? Pues bien, aunque una madre se olvidara de su niño, yo nunca me olvidaré de ustedes" (Is 49, 15-16).
Predicación en Milliavacca. 4 de setiembre de 1887
12 de NOVIEMBRE
CON NUESTROS DIFUNTOS EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Esta mañana en la capilla, después de haber celebrado la Misa sentía en mi corazón como un presentimiento doloroso. ¡Quién sabe si no me llegue alguna otra noticia funesta desde San Martino! Y lamentablemente recibo el anuncio del fallecimiento de nuestra segunda madre, (la tía) Catalina.
Era una santa mujer y Dios ha querido llamarla al premio de los justos; pero cuánto me aflige el pensamiento que no le veré más, ¡que ya no podré expresarle mi afecto de hijo! La fe me asegura que siempre puedo verla en Dios y continuar amándola y recibiendo su afecto más que maternal. Sea siempre nuestro consuelo que nuestros seres queridos entrando a una vida nueva no nos abandonan, más bien en el vínculo del divino amor quedan unidos a nosotros en el modo inefable que la Iglesia llama en el Credo: la Comunión de los Santos.
Si no tuviéramos este consuelo cuando mueren nuestros seres queridos ¿qué otros podríamos tener?
Carta
a su hermano Víctor. 24 de enero de 1892
11 de NOVIEMBRE
¿HAS SALVADO UN ALMA? HAS SALVADO LA TUYA
Oremos entonces y mortifiquémonos. Hagamos algún sacrificio o alguna renuncia especial. Sobre todo, hagamos con determinación el propósito de encaminarnos hacia la perfección. Todo el bien que hagamos y todos los actos de virtud que practiquemos, contribuirán a nuestro progreso espiritual y, a la vez, podremos ofrecerlos para aliviar las penas de las almas del purgatorio.
Esto también, redundará en nuestro provecho espiritual porque aquellas almas santas, a su vez, rogarán por nosotros cuando lleguen al cielo, en virtud de nuestros sufragios, y no dejarán de interceder por nuestra salvación y santificación. Así, al salvar alguna de aquellas almas de sus penas, en cierta forma, aseguramos nuestra salvación. San Agustín enseña: "¿Has salvado un alma?, entonces has asegurado tu propia salvación". Por ello, obremos en todos los modos posibles para ayudar a las almas del purgatorio. Más bien, hagamos con este fin el acto heroico de caridad, intercediendo a favor de ellos y ofreciendo todo el mérito satisfactorio de nuestras buenas obras.
Al recibir nuestras ayudas en sus sufrimientos, estas almas vendrán a ayudarnos en nuestras necesidades siempre, particularmente en el momento de nuestra muerte.
Predicación en Milliavacca. 09 de noviembre de 1884
10 de NOVIEMBRE
LAS LLAVES DE ORO DEL SUFRAGIO
Al pedir por las almas del purgatorio, damos mucho gusto a Jesús y a María Santísima, quienes tanto aprecian a aquellas almas y desean admitirlas a poseer la gloria. Como las madres terrenas se alegran cuando acarician a sus hijos, así María se alegra cuando ayudamos a las almas del purgatorio. Socorriendo a las almas del purgatorio, nosotros hacemos más que el Señor; haciendo esto, hacemos al Señor nuestro deudor. Para salvar las almas del purgatorio, nosotros podemos ayudar al Señor, haciendo, y ayudando al seño con nuestro deber. Qué grande es la bondad y la condescendencia de Jesús que nos permite ayudar a aquellas pobres almas y, hasta pone en nuestras manos las llaves doradas de sus santos méritos, para que nosotros podamos librarlas de las llamas del infierno e introducirlas a las eterna felicidad del cielo. Estas llaves de oro son los varios tipos de sufragios: oraciones, limosnas, santas misas, comuniones, ayunos y mortificaciones, que podemos presentar a Dios para satisfacer su justicia y apresurar la purificación de aquellas almas. De modo que más pronto podrán levantar el vuelo hacia el cielo.
Predicación en Milliavacca. 09 de noviembre de 1884
09 de NOVIEMBRE
EL PURGATORIO MUESTRA LA MISERICORDIA DE DIOS
¿Quién puede esperar pasar de esta vida con su vestidura nupcial, cándida y sin la más mínima mancha, para poder ser admitido directamente en el cielo, donde no entra nada manchado? ¡Qué pena sería para el alma que en el momento de la muerte se percatara que no hay para ella más que el infierno o el paraíso! En cambio, tiene el consuelo de esperar que, aunque sus pequeñas manchas le impiden entrar inmediatamente en el paraíso, no le arrojarán al infierno. Solamente le harán permanecer un tiempo, donde se podrá purgar de toda mancha, para tener libre la entrada al paraíso.
Predicación en Milliavacca. 09 de noviembre de 1884
08 de NOVIEMBRE
TAMBIÉN NOSOTROS SEREMOS LLAMADOS AL JUICIO
Jesús era tan bueno que no habría menospreciado la caña quebrada ni extinguido la mecha humeante; sin embargo, llegará un día en que tendrá que pronunciar aquellas terribles palabras: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el demonio y sus ángeles". San Agustín temblaba al considerar estas palabras: cuando alguien le decía que su miedo era demasiado, puesto que él ya había hecho penitencia por sus pecados, respondía: "Yo temo y en consecuencia infundo temor también en los demás". San Jerónimo en su gruta se golpeaba el pecho con una piedra, lloraba y temblaba pensando en el terrible día del juicio. Nosotros, además, seremos llamados a rendir cuentas; debemos empezar a temerlo ahora, para no temerlo en aquel día cuando ya sea demasiado tarde y no haya remedio. Si procuramos nuestra salvación con gran temor, como nos amonesta el Apóstol; en consecuencia, podremos oír esas palabras consoladoras: "Ven, servidor bueno y fiel, ya que has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu Señor".
Predicación en Milliavacca. 24 de Julio de 1887
07 de NOVIEMBRE
PERSEVERAR HASTA EL FIN
Respice finem (mira el fin). No basta comenzar; no basta con hacer propósitos y mantenerlos por cierto tiempo; no basta tampoco practicar esta o aquella virtud, si no se persevera hasta el fin. Pensemos en Jesús Juez y en la severidad de su juicio, en la gran severidad del redde rationem (ríndeme cuenta de tus obras). Entonces él nos dirá: una sola gota de mi sangre bastaba para salvar el mundo, pero yo lo he dado todo por ti. Pero mira, no ha servido para salvarte, por culpa de tu obstinación en el mal. Ahora pagarás tu maldad...
Procuremos unir el amor con el temor, como hace un buen hijo, el cual teme los reproches y castigos de su padre, pero al mismo tiempo no olvida que él lo ama con un amor tierno. Y para conservarnos humildes, pensemos que si otros hubiesen recibido las gracias que nosotros hemos recibido, ya serían santos ahora.
Predicación en Milliavacca. 02 de diciembre de 1888
06 de NOVIEMBRE
SEREMOS JUZGADOS SOBRE NUESTRAS OBRAS
Después de la muerte viene el juicio. No sería justo que no hubiera un juicio. ¡Cuántas veces en este mundo vemos que el pecador anda altivo, mientras que el inocente sufre! Entonces el Señor será el juez inexorable, nada se le podrá ocultar. Además, sabemos que estaríamos condenados por nosotros mismos debido a nuestra conciencia que juzga nuestros actos. Es el juicio que nos hace temblar; se podría hasta desear la muerte y la comunión con los bienaventurados, dado que nos gustan los gozos, pero el juicio la precede y nos da un verdadero miedo. Hagamos entonces lo que dice el Señor: "No juzguéis, para que no seáis juzgados". No usurpemos el derecho de Dios al querer juzgar. Muchas veces estamos demasiado atentos para ver lo ajeno, mientras siempre nos disculpamos a nosotros mismos. Al contrario, se debería compadecer al prójimo y disculpar sus intenciones para juzgarnos, más bien, a nosotros mismos. Los santos fueron inocentes y, sin embargo, se consideraban a sí mismos grandes pecadores.
Para encontrarnos purificados delante del Señor, no miremos tanto las fatigas y los sufrimientos. Digamos con san Pablo: los sufrimientos de la vida presente no son nada, comparados con la gloria eterna.
Predicación en Milliavacca. 8 de octubre de 1881
05 de NOVIEMBRE
MEDITAR SOBRE LA MUERTE HACE BIEN A TODOS
Imploremos la ayuda de Dios, pongámonos en su presencia y pensemos en la pena más grande que fue impuesta al pecado: la muerte. La meditación sobre la muerte es útil a todos, porque esta pena nos toca a todos, y muchas veces viene de improviso.
¿Qué sería de nosotros si la muerte nos sorprendiese en este momento?
¿Nosotros así desprovistos de paciencia, mientras en aquella hora se necesita tanta? Nos hallaremos frente al Señor, pero seremos desconcertados, nos hallaremos enredados, tendremos la necesidad de hacer una buena confesión. Pero, ¿cómo hacerlo, si en el pasado hemos sido tan superficiales?. Pobre alma religiosa poco ferviente ¡les sucederá tal vez como a las vírgenes necias desprovistas de aceite y por eso quedaron fuera! ¡Hay de nosotros!, creed, estaremos solos o nos dirán palabras: pero, para que sirven las palabras. El moribundo sabe muy bien que son tan solo palabras. Pobre alma no acostumbrada a estar unida a Dios, a orar; ¿qué hará? Pensará en las almas fervorosas, pero esto le acrecentará aun más el afán. Basta. Hagamos toda acción como si después tuviéramos que morir improvistamente y como si aquella fuese la última de nuestra vida.
Predicación en Milliavacca. 8 de Octubre de 1881
04 de NOVIEMBRE
¿DE QUÉ VALE GANAR TODO EL MUNDO?
¡Cuántos eran buenos en su juventud y luego se perdieron! Ningún estado de vida, así como ningún hábito santo puede darnos las garantías. El apóstol decía correctamente: "Qui se existimat stare, videat ne cadat: (Quien crea que está de pié, tenga cuidado de caer)" (1 Cor 10, 12).
¿De qué vale ser el primer ministro del Reino, ser honrado con grandes funerales o hasta con el monumento más alto que el mismo templo, si muere sin arrepentirse? Es mejor trabajar en el último puesto barriendo las calles, si ama al Señor y salva su propia alma.
Predicación en Milliavacca. 31 de julio 1887
03 de NOVIEMBRE
YO, EL SUSCRITO POBRE PECADOR
En el nombre de la Santísima e indivisible Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así sea.
Yo, el suscrito pobre pecador, considerando que en cualquier momento estoy a las puertas de la eternidad y que conviene estar cada día preparado para la muerte, mientras estoy sano de cuerpo y mente, declaro mi última voluntad de la siguiente manera:
Encomiendo mi alma a la misericordia infinita del Señor, que me trajo de la nada y me redimió de la esclavitud del demonio; y, a fin de que en mis últimos momentos tenga la asistencia y los consuelos de nuestra santa religión, pido a toda la corte celestial que interceda para que se me concedan una fe viva, una esperanza firme, y una ardiente caridad, para defenderme en las tentaciones y mantenerme resignado a la voluntad divina. Consigno mi cuerpo a la sepultura que la madre Iglesia me quiera conceder, en la sombra de la cruz, lleno de agradecimiento filial por tantos beneficios que he recibido de ella, y depositar mis huesos junto a los restos de aquellos que me han precedido en el signo de la fe, y ya se han dormido en el sueño del Señor.
Testamento (1873)
02 de NOVIEMBRE
LA MUERTE VIENE A CORONAR LA VIDA
La muerte asusta y atemoriza también a los santos.
Es un espectáculo que aterroriza: paraliza las manos que se movían bien; silencia la boca que hablaba cosas tan santas; apaga los ojos que brillaban con bondad y caridad. Es la máxima humillación para el cuerpo que llega a fundirse con el lodo de la tierra.
Los santos miraban con temor ya que de aquel momento dependía toda la eternidad. Si en una balanza llena de obras buenas cayera un solo pecado moral, bastaría para dar la caída y precipitar el alma al infierno.
Si, por otra parte, en una balanza llena de pecados cayera un acto de amor fervoroso, podría inclinarla hacia el lado del bien y conseguir para el alma la eterna bienaventuranza. El que obra bien hasta el final será coronado.
Predicación en Milliavacca. 14 de agosto 1887
01 de NOVIEMBRE
MARAVILLOSA VARIEDAD DE SANTOS
Aprovecho todo el tiempo disponible para continuar la peregrinación a las tumbas de los Santos. ¡En estos pocos días cuántas audiencias cariñosas he tenido ya con muchos de ellos! Es mucho más fácil presentarse a los Príncipes del cielo que a los de la tierra, y mientras tengo que esperar el permiso para acercarme a las dignidades de la Iglesia militante, y contentarme con ver de lejos (al menos por ahora) al Papa y a los Cardenales, voy con toda libertad a visitar a san Pedro en la cárcel Mamertina, a san Pablo en su residencia subterránea, a san Lorenzo y a san Esteban en su común descanso, san Felipe (Neri) en su Oratorio con las largas Misas, san Ignacio (de Loyola) en su celda, S. Leonardo de Portomauricio en el lugar de sus ásperas penitencias, y los santos jóvenes de la Compañía de Jesús (Luis Gonzaga y Juan Berchmans) en las estancias de su hatitación (en el de san Luis he celebrado la Misa y me he quedado un par de horas). Santa Catalina de Siena, santa Francisca Romana, san Félix de Cantalicio, santos Felipe y Santiago (apóstoles), san León y san Gregorio Magno (Papas), etc., etc. que la oración es ya demasiado larga.
Carta a los oblatos. 9 de Febrero de 1889
31 de OCTUBRE
LLAMADO A LA GENEROSIDAD Y A LA ORACIÓN
Entonces, queridísimos, nosotros esperamos que ustedes cooperen con generoso ardor en la promoción de una obra tan piadosa y santa. Nos da mucho consuelo pensar que su celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas será una hermosa y segura prenda de su predestinación a la bienaventuranza celestial.
En fin, nosotros les exhortamos, venerables hermanos e hijos queridísimos, a redoblar sus oraciones por la exaltación de nuestra Santa Madre Iglesia, y por el bienestar del Sumo Pontífice León XIII, quien no obstante su avanzada edad, sigue obrando, con el más incansable empeño, por la propagación del reino de Jesucristo entre las gentes. Pidan también por nuestro estimado rey, por la familia real y por las autoridades civiles. No se olviden de nosotros ante Dios, y les prometemos que les recompensaremos de la misma forma, como es nuestro deber. Con todo el afecto del corazón, los bendecimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.X José Obispo
Carta pastoral 7 (1895)
30 de OCTUBRE
SUCESIVOS ESTÍMULOS PARA ASOCIARNOS
Si para entibiar nuestro celo hacia la obra de la propagación de la fe, alguien nos dijera que los años duros y las crisis de la industria y del comercio han agotado la fuente de la caridad, tendríamos que responder con las palabras del Santo Padre León XIII, en la Encíclica citada: "En realidad los tiempos son tales que muchos están afligidos por la pobreza. Sin embargo, nadie debe desanimarse por esto, a causa de que el ofrecimiento de la pequeña moneda que se necesita para este propósito no puede ser una carga pesada para nadie, mientras muchas de estas ofrendas en conjunto pueden prestar una ayuda bastante grande." Asimismo, todos conocen el indulto apostólico que beneficiará a todos aquellos que presenten sus ofrendas semanales, por más pequeña que sea, en pro de esta bella causa. Si por una exagerada preocupación por el dinero o por miedo que la limosna lo empobreciera, alguien todavía estuviera reacio a favorecer a la obra de la propagación de la fe, piense en las palabras del Espíritu Santo: "No hay escasez para el que da a los pobres (Qui dat pauperi, non indigebit)" (Pr 28,27). Considere además, como añade el Santo Padre, "que su generosidad no le hará daño, sino será de gran ganancia, porque el que da generosamente al necesitado lo está entregando a Dios. Por eso, se ha considerado la limosna como la más lucrativa de todas las artes".
Carta pastoral 7 (1895)
29 de OCTUBRE
LA MÁS GRANDE Y COMPLETA OBRA DE MISERICORDIA
Jesucristo mismo proclama: "Bienaventurados los misericordiosos porque obtendrá misericordia" (Mt 5,7). Ahora, quien ayuda en la propagación de la fe, al ejercer muchas obras de misericordia y al socorrer a tantos desafortunados en sus necesidades espirituales y temporales, ¿no tendrá toda la razón para esperar gran misericordia de Dios? Y no se trata solamente de una misericordia grande, sino la más suprema de ella que es el premio de la eterna salvación, pues es palabra del Espíritu Santo: "El que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y sepultará sus numerosos pecados (qui converti fecerit peccatorem ab errore viae suae, salvabit animam eius a morte, et operiet multitudinem peccatorum)" (Sant 5,20). Al respecto san Agustín refiere: "¿Has salvado a un alma? Entonces, has salvado tu propia alma (Animam salvasti, animam tuam praedestinasti)". Por esta razón, la obra en la que colaboramos para salvar a un gran número de almas es un gran medio para asegurarnos que Dios misericordioso nos conceda la gloria eterna del cielo.
Carta pastoral 7 (1895)
28 de OCTUBRE
EL PENSAMIENTO DE OTROS OBISPOS DEL MUNDO
Así piensan también nuestros cohermanos en el episcopado que, de varias maneras, expresan esta convicción. El obispo de Valencia escribe a los feligreses de su diócesis: "La pequeña donación que ustedes consagran a la obra de la propagación de la fe, les conseguirá abundantes gracias, incluso aquella que es la más preciosa de todas: la conservación de la fe en su propia patria". Otro obispo dice: "La conservación de la fe entre nosotros será la recompensa y el premio de los esfuerzos que hacemos para propagarla por otras partes." Nosotros quisiéramos añadir que se concederá no sólo la conservación, sino el crecimiento de la fe y sus frutos, debido a que, como el apóstol san Pablo nos asegura, Dios "multiplicará la semilla y hará crecer los frutos de sus buenas obras (multiplicabit semen vestrum et augebit incrementa frugum iustitiae vestrae)" (2Co 9,10). Bello es el pensamiento de un obispo misionero: "La misericordia siempre vuelve al lugar de donde salió." Y así nos enseña santo Tomás con estas palabras: "Lo que más anima a Dios al concedernos su misericordia es la misericordia que nosotros mismos practicamos."
Carta pastoral 7 (1895)
27 de OCTUBRE
VENTAJAS ESPIRITUALES DEL DEVENIR SOCIAL
Esta gran obra, en la que tan fácilmente podemos ayudar con nuestras oraciones y nuestras contribuciones, produce un gran bien para nosotros, ya que nuestra colaboración nos da el derecho de participar en todos los frutos, méritos y glorias de los misioneros, confesores y mártires de la misma obra.
Lo más importante de todo es que cooperando con Dios para comunicar la luz de la fe a los infelices, que todavía están hundidos en las tinieblas del error, nosotros cooperamos que esta luz divina resplandezca más luminosa en nuestras propias almas.
Carta pastoral 7 (1895)
26 de OCTUBRE
ASOCIARNOS REQUIERE SOLO UN POCO DE GENEROSIDAD
No hay espacio aquí para describir el admirable crecimiento de esta obra en estos últimos años en particular. Ustedes pueden leer de los avances en los Anales de la misma obra. Nosotros no podemos dejar de citar de ellos un pasaje de mucho consuelo: "Durante estos últimos quince años se han fundado más de cien misiones, y se han erigido más de ciento sesenta centros en todos los puntos del mundo. De todas las naciones de Europa surgen, en buen número, heroicos misioneros, contentos de entregar al Evangelio su juventud, su abnegación y su vida."
Esta obra, que promueve tan maravillosamente los designios de Dios y que los Sumos Pontífices han apoyado tanto, no pretende que sus miembros sigan las huellas de los misioneros. No les obliga que hagan el arduo sacrificio de sus más tiernos afectos, ni que enfrenten los peligros del mar, la inclemencia del clima, la ferocidad de las fieras, la persecución, las torturas o la muerte. No exige largas oraciones, ayunos austeros, ni graves penitencias. No pide de sus devotos más que una breve oración cada día, un Padre nuestro y un Ave María, con una devota invocación al glorioso apóstol de las Indias, san Francisco Javier. Incluso, permite adherir a esta causa las oraciones que todo cristiano ya está acostumbrado a rezar en la mañana y en la noche a Dios, quien lo creó y lo mantiene en vida. No exige más que el ofrecimiento semanal de una pequeña limosna que ni el pobre, si es fervoroso, negará al que es más pobre que él.
Carta pastoral 7 (1895)
25 de OCTUBRE
LA PIADOSA OBRA DE LA PROPAGACIÓN DE LA FE
El propósito de esta Asociación es precisamente enviar nuevos misioneros a llevar el conocimiento del Evangelio a los que todavía lo desconocen, y procurar a los católicos, pobres y perseguidos, que viven entre los idólatras y herejes, los medios para conservar y perpetuar la luz de la fe. Su Santidad, el Papa Gregorio XVI, ya había señalado: "Grande y santísima es esta obra que abre a todos los fieles, de cualquier situación, el camino y el modo fácil de apoyar a las misiones apostólicas y de participar en sus bienes espirituales. Esta obra merece que toda persona de buena voluntad la admire y la ame." Y el Sumo Pontífice Pío IX reconocía "con máximo consuelo espiritual, por la ayuda de Dios, que nos da los más abundantes frutos de salvación para el mundo cristiano". Con su decreto Urbi et Orbi mandaba "que los pastores de almas y, especialmente, los obispos predicaran y escribieran para inspirar a los fieles a asociarse siempre más con esta obra. De este modo participarán en la misión de la difusión de la fe y gozarán de las copiosas indulgencias y gracias concedidas por la Santa Madre Iglesia".
Carta pastoral 7 (1895)
24 de OCTUBRE
NOSOTROS PRIVILEGIADOS PODEMOS AYUDAR A QUIEN ESTÁ EN NECESIDAD
También África es tierra principal donde se ejerce la ignominiosa caza y el detestable tráfico del hombre. ¡Cuántos pobres negros son vendidos allá, como bestias de carga, a comerciantes inescrupulosos y crueles que los someten a la más abominable esclavitud! ¡Muchas veces pagan menos por ellos que por una bestia, y los venden para enriquecerse a costa de ese abominable comercio!
Nosotros, que somos los felices privilegiados y los primogénitos de la sociedad cristiana occidental, ¿podremos dispensarnos de restituir a Dios a tantos hijos que se han olvidado hasta de su nombre, su derecho, sus atributos, su culto y su divina ley? ¿Podremos dispensarnos de cooperar reemplazando aquellos groseros y abominables ídolos y restaurando la dignidad degradada de aquellas personas que también pertenecen a Dios? La santa obra de la propagación de la fe nos ofrece un medio fácil y eficaz para practicar esta caridad católica.
Carta pastoral 7 (1895)
23 de OCTUBRE
TRISTE CONDICIÓN DE LA MUJER Y DE LOS NIÑOS
Fuera del ámbito cristiano, la mujer no tiene existencia civil, honor, derecho, ni libertad en casi ningún lugar. Ella es esclava del esposo, quien se considera con derecho de abandonarla, aprisionarla, venderla, e incluso de matarla. Mientras para nosotros los cristianos la mujer es la noble compañera del varón, para los pueblos paganos esta "infeliz" criatura es todavía, hoy en día, condenada a ser enterrada viva con su esposo difunto o a ser quemada encima de su tumba para mostrar que ella no debe gozar de existencia propia y que todo termina cuando el esposo muere. Así, también, en casi todas partes, los padres se reservan para sí el derecho de la vida o muerte de sus hijos, y cada día, especialmente en la China, se pueden contar miles de niños que, por la crueldad de sus padres, perecen en las aguas de los ríos o bajo los dientes de los animales salvajes. En muchas zonas, como en las islas de Oceanía, se incendian o se degüellan víctimas sobre los altares de dioses falsos, en el que se derrama sangre humana con los más abominables y repugnantes ritos de culto. En algunas de esas tribus aún la madre misma es obligada a inmolar a alguno de sus hijos sobre la tumba de su esposo.
Carta pastoral 7 (1895)
22 de OCTUBRE
GRAN PARTE DEL MUNDO IGNORA A CRISTO Y A SU EVANGELIO
En India, China, Japón, Tibet, Mongolia, en aquellas y otras inmensas regiones, todavía se ven levantados miles de ídolos, y multitudes de fanáticos se amontonan a sus pies para adorarlos. ¿Qué encontraron en África nuestros más valientes misioneros? Innumerables gentes para quienes un río, un árbol, una piedra, un pájaro o una víbora eran objeto de veneración y de culto. Y las tribus nómadas, aquellas familias peregrinas que viven de la caza y la pesca, escondidas en las selvas de América o perdidas entre las oleadas del gran Océano, ¿qué saben ellos de Dios, del alma inmortal, de su historia y su destino? Aquellos hermanos nuestros yacen en la más espesa niebla de la ignorancia y barbarie a causa de una serie de maldades y horrendos vicios que los degradan. En cierto sentido, su condición es peor que la de las bestias, ya que no hay normas de derecho u orden que se respeten ente ellos, de allí resulta aquel indecible estado de degradación a que se ha reducido a la mujer, el infanticidio, los sacrificios humanos y la esclavitud.
Carta pastoral 7 (1895)
21 de OCTUBRE
SEAMOS AGRADECIDOS POR LA EVANGELIZACIÓN RECIBIDA
No nos olvidemos entonces, queridísimos, que desde los primeros tiempos, nuestros países han recibido el beneficio de la fe por la gracia de Dios y, sin ningún mérito nuestro, por medio del ministerio de los enviados, la ayuda de las oraciones y los sacrificios de los fieles de otras tierras. El ejemplo de estas personas generosas debe animarnos igualmente a pagar nuestra deuda con generosidad, de la mejor forma posible, cooperando para extender a otros pueblos el beneficio de la redención, que fue misericordiosamente concedido a nosotros. ¡Cuántas personas y cuántos pueblos todavía yacen en la sombra de la muerte! ¡Cuántas abominaciones, cuántos desórdenes y delitos contaminan aquellas almas, aún privadas de la luz de la fe! Tanto más necesitan compasión y ayuda, cuanto menos parecen darse cuenta de su condición.
Carta pastoral 7 (1895)
20 de OCTUBRE
LA IGLESIA MISIONERA CONTINÚA LA OBRA DEL CRISTIANO EN EL MUNDO
Es conocido cómo nuestro Señor Jesucristo quiso continuar su obra de la salvación del mundo por medio de la predicación de sus enviados. Dijo a los apóstoles: "Vayan y enseñen a todos los pueblos. Anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará (Euntes docete omnes gentes; predicate Evamgelium omni creaturae: qui crediderit et bautizatus fuerit, salvus erit)" (Mt 28,19; Mc 16,15). Fieles a este mandato, los apóstoles y los primeros discípulos se esparcieron sobre la superficie de la tierra. Después de haber predicado a Jesucristo en muchas provincias, Pedro y Pablo, fueron a Roma llevando el Evangelio, mientras los demás apóstoles recorrían otras ciudades anunciando la Buena Nueva. Al enviarlos a predicar, Jesús no les exoneró de las dificultades y exigencias ordinarias de la vida, ni les proveyó milagrosamente de las cosas que necesitaban para ellos y para el ejercicio del culto. No era parte de los designios de la divina providencia llenar de milagros la vida de los apóstoles. Correspondía a los que habían sido llamados a participar del gran ministerio, y a los que estaban para participar de él, socorrer a los apóstoles en sus necesidades y en las obras de su heroico ministerio. Y, precisamente, según la invitación de los apóstoles, los primeros fieles contribuían al buen éxito del apostolado y al mantenimiento de las iglesias nacientes, no sólo con sus oraciones sino con sus generosas ofrendas. San Pablo escribía a los fieles de Corinto: "Oren por nosotros para que la Palabra de Dios se extienda y fructifique como hizo entre ustedes. Cada domingo guarden lo que a cada uno de ustedes le plazca, de modo que las limosnas que se recojan en mi ausencia, a mi regreso se envíen a Jerusalén" (1Co 16,1-3).
Carta pastoral 7 (1895)
19 de OCTUBRE
CARTA PASTORAL SOBRE LA OBRA DE LA PROPAGACIÓN DE LA FE
Venerados y queridísimos hermanos e hijos en Cristo.
En una reciente Encíclica (Christi Nomen) dirigida a los obispos del mundo católico, el Sumo Pontífice León XIII hace una nueva apelación a su celo para animarlos a obrar activamente en favor de las misiones apostólicas. Recuerda cómo en otra Encíclica anterior (Sancta Dei Civitas), dirigida también a ellos, resaltó de manera privilegiada la obra piadosa de propagación de la fe y se alegró sobremanera del considerable aumento de esta preciosa obra. Ahora añade otras exigencias que requieren los fieles de hoy para una mayor generosidad. Expresa sus esperanzas y planes para apresurar aquel día prometido por Dios, en el cual no habrá más que un solo rebaño y un solo Pastor. Manifiesta su profunda preocupación y atención particular hacia los pueblos orientales. Luego, pide la colaboración eficaz de los obispos con estas palabras: "Venerables hermanos, esfuércense en lo posible para que la Asociación de la propagación de la fe tenga el mayor desarrollo entre los fieles confiados a su cuidado. De hecho estamos seguros de que si ustedes instruyen a los fieles para que reparen claramente en la nobleza de esta obra, las grandes riquezas espirituales que concede y los abundantes beneficios que causa; entonces un número de ellos, mucho más notable, ofrecerá su nombre en servicio y llevará ofrendas más generosas".
Obedientes de la invitación del supremo Pastor, ante quien nosotros también somos ovejas, conversaremos con ustedes, honrados hermanos e hijos queridísimos, de la santa obra de la propagación de la fe. Sabiendo que, gracias a los esfuerzos de nuestro veneradísimos predecesores y al celo de los párrocos, la obra ya goza del favor de los amadísimos feligreses de nuestra Diócesis, añadimos nuestras exhortaciones para que sea siempre mejor apoyada por todos.
Carta pastoral 7 (1895)
18 de OCTUBRE
UNA COLECTA ANUAL POR LAS MISIONES DE ÁFRICA
Asimismo, hablándoles desde la profundidad de nuestro corazón, les exhortamos en el Señor a ustedes que guían el rebaño junto con nosotros, a que tomen conciencia de la preocupación del Santísimo Pontífice y se empeñen para que cada año, en la fiesta de la Epifanía del Señor, expliquen a los fieles sobre la confusión y los errores que afligen a tantas naciones, sometidas al doble yugo del demonio y de los mercaderes de esclavos, y los motiven a contribuir generosamente. Nosotros nos encargaremos de entregar las ofrendas a Roma, que ustedes mandan a nuestra curia. Ojalá sus contribuciones sirvan para liberar a muchísimas personas, tan cruelmente afligidas por los azotes y las ataduras, y que, sacados de esta barbarie, puedan gozar de una vida digna que corresponde a todo ser humano. Se debe confiar, además, que este bien realizado generosamente a otros pueda volver en beneficio nuestro porque Dios misericordioso, a quien libremente ofrecemos nuestra solidaridad hacia los más sufridos, quiera remediar nuestros males. Está escrito en afecto: "Bienaventurados los compasivos, porque obtendrán misericordia" (Mt 5,7-8).
Comunicación de Actos Pontificios (1890)
17 de OCTUBRE
NECESIDAD DE MUCHOS MISIONEROS Y DE LOS MEDIOS ADECUADOS
En realidad, por la gran extensión de las regiones lejanas y por el gran número de la gente, se debería alistar un ejército, capaz de desempeñar tal empresa, que no se podrá realizar sin el apoyo monetario, a no ser que se pretendan milagros. Más aún, la realidad de los tiempos y la disposición de la divina providencia son tales, que es necesario que los servidores del Evangelio sean fortalecidos con las ayudas humanas requeridas para el alimento, para el transporte, para cuidar la salud y para otras necesidades que faltan en regiones tan desprovistas de estos medios, para que la predicación no resulte estéril e improductiva por falta de recursos humanos. Tampoco se debe subestimar la importancia de la colaboración de todos los cristianos para que los esfuerzos de los evangelizadores produzcan los frutos deseados. De hecho, la contribución material de la comunidad de fieles, la oración y el vínculo de la caridad tiene una gran influencia para obtener los favores de Dios.
Comunicación de Actos Pontificios (1890)
16 de OCTUBRE
SEMBRAR LA PALABRA DE DIOS PARA LLEVAR A LOS PUEBLOS
De esto resulta que el Pontífice confíe plenamente en el único y espléndido medio divino: que mientras haya el apoyo de los líderes de las naciones y de la opinión pública y no falten las fuerzas de las leyes, se siembre la semilla del Evangelio entre aquella gente. Penetrados e iluminados por la luz de la Buena Nueva, y bajo la guía de la Iglesia, se organicen en naciones. Sostenidos por sus propias instituciones, ellos podrán defender eficazmente sus propios derechos. Repeliendo la agresión por la propia fuerza, podrán aprender a protegerse con sus propios medios. De modo que, además de ser un resguardo de la salvación eterna, será una prueba más de la práctica de la Iglesia Católica que, así como estimula a los hombres hacia los bienes de arriba ganando nuevos hijos para sí y para el cielo, favorece el desarrollo humano, los reúne en naciones, los enriquece de bienes terrenales y les proporciona la fuerza necesaria para ejercer y defender sus propios derechos.
Por ello, en aquellos lugares donde los hombres, creados a imagen y semejanza de Dios, son capturados como bestias con brutalidad, el Santo Pontífice procura establecer nuevas misiones dispersas por toda la vasta región. Se espera que no falten personas impulsadas por la atracción y la gracia del apostolado y por la apremiante caridad de Cristo, quienes abracen esta empresa con todas sus exigencias.
Comunicación de Actos Pontificios (1890)
15 de OCTUBRE
UNIRNOS PARA COMBATIR LA ESCLAVITUD
De la Encíclica, también, comprenderán el motivo por el cual los gobernadores de los países, impulsados por la ley natural y asombrada por el poder de los traficantes de esclavos, emprendieron estudios, prepararon proyectos e inventaron planes para enfrentar esta increíble barbarie con esfuerzo mancomunado. Sin embargo, el sabio Pontífice, iluminado por la inspiración divina, sabe que cualquier esfuerzo humano nunca puede ser suficiente para la paz y estabilidad duradera, y asegurar así adecuadamente el futuro. De hecho, aprendemos de la experiencia diaria, que particularmente en nuestros tiempos, los ataques hostiles de las guerras, los conflictos entre los pueblos, los engaños políticos, y las cambiantes opiniones humanas, a las que se deben añadir la práctica de artificios y crueldades, la ambición por el oro, y, en fin, todo aquello que suele desviar del camino recto, crean obstáculos para los buenos propósitos, ponen en peligro las alcanzadas y hasta socavan las firmemente establecidas.
Comunicación de Actos Pontificios (1890)
14 de OCTUBRE
SOBRE LA MISIÓN DE AFRICA
A los reverendísimos párrocos de la Diócesis de Acqui:
Queridísimos hermanos en Cristo:
Todo aquello que se ha hecho y publicado para la eliminación de la esclavitud y la reivindicación de la libertad de las gentes al interior del África se ha difundido tanto, venerables hermanos, que sin duda ustedes también lo han oído y sentido en sus almas. Por otra parte, aprenderán de la admirable Encíclica (Catholicae Ecclesiae) de nuestro tan sabio Pontífice, cuán digna de compasión es la situación y el sufrimiento que aflige a los esclavos y cuántos cientos de miles de ellos son víctimas, cada año, de la más horrible caza. Si en sus predicaciones ustedes explican al pueblo los pensamientos del Papa, le alegrarán y le ayudarán a realizar sus deseos.
Comunicación de Actos Pontificios (1890
13 de OCTUBRE
QUIEN HACE LA PARTE DE MARÍA Y QUIEN DE MARTA
(La actividad parroquial) te da mucho trabajo, trabajo de espaldas, de garganta, de pulmones y de conciencia, pobrecito, me lo imagino, y calculo todo su peso. Pero paciencia; Dios te da a diario el pago con la buena salud y con la buena voluntad que va aumentando y, en fin, con el santo consuelo de hacer el bien a tantas almas a las cuales estás repartiendo, en nombre de Dios, el pan de vida.
Yo, por otro lado, tengo el gusto de servir al prójimo como a mí mismo y de no hacer ningún trabajo que lleve consigo la satisfacción de haber hecho algún bien a alguien. De esa manera, tú gozas de los consuelos de María que trata directamente con Jesús y toma parte en sus sermones de vida eterna; yo, al contrario, estoy sepultado en los quehaceres de Marta atendiendo los asuntos temporales y descuida quizá demasiado la optimam partem (mejor parte) de su hermana que non auferetur ab ea (no le será quitada: Lc 10,42). Por tanto, como ves, tú no tienes que lamentarte, tienes entre manos un negocio muy bueno: dispensator mysteriorum Dei (dispensador de los misterios de Dios) (cf. 1Co 4,1); y tienes una estrictísima obligación de orar y aplicar algo de las fatigas de tu apostolado en favor de tu amigo Beppe que está lejos, muy lejos de las honrosas y gloriosas fatigas de la milicia campal y se encuentra encerrado en llas melancólicas y muy frías ocupaciones del estado mayor
Cartas. Riccio. (28 de marzo de 1869)
12 de OCTUBRE
JUICIO COMPLETO SOBRE LA DIOCESIS
Durante la visita pastoral, he tenido la oportunidad de constatar que en la mayor parte de esta Diócesis todavía florecen la moralidad y la devoción. Lamentablemente no es así en todas partes. Se va debilitando el sentimiento religioso y se va relajando la práctica de los deberes cristianos en los lugares donde fluye más el comercio y donde los maestros de las falsas doctrinas tienen más facilidad para difundir e inculcar sus malas publicaciones. No obstante, cabe mencionar que en estos mismos lugares y ciudades, las iglesias aún se llenan para las liturgias; la gran mayoría de los fieles cumplen con el precepto pascual; pocas parejas viven en concubinato, casados sólo por la ley civil; rarísimas son las sepulturas llamadas "civiles"; y en vano han sido los intentos de los hijos de la iniquidad para fundar asociaciones hostiles a la Iglesia, tales como logias masónicas, ligas anticlericales, círculos socialistas, y otras parecidas.
Por esta razón, doy gracias a Dios y particularmente a los párrocos que trabajan infatigablemente para fortalecer la fe y la devoción del pueblo confiado a su cargo, usando medios eficaces, especialmente la promoción de varios tipos de sociedades recomendadas por el Sumo Pontífice.
Informe a la Santa Sede (1894)
11 de OCTUBRE
PREOCUPACIÓN DE LOS OBISPOS POR LOS ENFERMOS
La ley civil limita al obispo su derecho a visitar oficialmente a los hospitales para exigir que sus administradores rindan cuentas. Aún así, puedo afirmar que, gracias a la integridad de las personas que actualmente administran varios hospitales en la Diócesis, se proporciona a los enfermos lo necesario para la salud del alma y del cuerpo. Los sacerdotes siempre tienen libre acceso a los enfermos. En los hospitales, donde los recursos lo permite, se celebra la Misa diaria, se reserva el Santísimo Sacramento, y se consuela a los enfermos con la asistencia de las hermanas de algún instituto sagrado. Las Hijas de la Caridad prestan este servicio con atención religiosa en el hospital urbano, y las Hijas de Santa Ana hacen lo mismo en otros lugares.
Informe a la Santa Sede (1894)
10 de OCTUBRE
UNA ESPECIAL ALABANZA MERECIDA AL CLERO
El clero de la Diócesis participa de buena gana y con provecho en las conferencias de Teología Moral y de Ritos Sagrados que se dan mensualmente, de noviembre a julio, en esta ciudad y en las vicarías externas. En estas conferencias participan también los seminaristas que están en el curso de Teología.
Considerando que el número de los sacerdotes de la Diócesis está reducido al mínimo como para apenas abastecer el servicio religioso de las parroquias y que, con la excepción de algunos ancianos y discapacitados, casi todos ocupan algún oficio, se puede decir que el clero en general se muestra loable, no sólo por la integridad de sus vidas sino, sobre todo, por el celo que practican. Para muchos sacerdotes las estrecheces y la sobreabundancia de trabajo han sido ocasión y estímulo hacia una mayor virtud. Por otro lado, el clero joven merece una alabanza especial por su espíritu de sacrificio con que se entrega a las más pesadas cargas del sagrado ministerio en cualquier lugar donde la divina providencia los asigne.
Los ejercicios espirituales, en los cuales participan conmigo cada año una parte del clero, ayudan bastante para conservar un buen espíritu.
Informe a la Santa Sede (1894)
09 de OCTUBRE
EL CATECISMO ESTA EN CAMINO DE PROGRESO
Aunque las actuales leyes escolares obstaculizan la instrucción religiosa, ella parece estar en camino de desarrollo, gracias al celo de los párrocos y a la generosa ayuda, no solamente del clero sino también de las maestras de escuela y de otras mujeres dedicadas. Se enseña el catecismo en los días festivos y en el tiempo de la Cuaresma, en el tiempo de Adviento y según las circunstancias lo permiten. Debo tributar alabanzas especiales al clero y a las maestras de escuela de esta ciudad que apoyan muy bien el celo del párroco, promoviendo el estudio del catecismo entre los niños. Merecen alabanzas las dos comunidades de piadosas mujeres, que han constituido dos centros con un programa especial para niñas en los días festivos; uno ya viene funcionando desde hace mucho tiempo, y otro se ha implementado hace poco. Aparte de ello, se podría comentar la solicitud de los padres de familia por la instrucción religiosa de sus hijos.
Informe a la Santa Sede (1894)
08 de OCTUBRE
EL OBISPO HACE UN INFORME DE SU TRABAJO
En los tres años transcurridos (1892-94) he estado ausente de la Diócesis con ocasión de la visita ad limina Apostolorum, de los congresos y las fiestas religiosas, y muy pocas veces, y por pocos días, por motivos personales.
He visitado casi toda la Diócesis, excepto tres parroquias, dos de las cuales visitaré cuanto antes y la tercera en cuanto se complete la reconstrucción de su iglesia. Ya he confirmado mi visita a los responsables de estas parroquias. El Sínodo diocesano, celebrado por mi predecesor, de feliz memoria, se observa plenamente.
Siempre he celebrado personalmente las sagradas ordenaciones o en la iglesia catedral o en la capilla del obispo. En la ciudad, administro el sacramento de la Confirmación cada año, y en las demás parroquias durante mi visita pastoral.
Predico a los fieles, algunas veces al año, en la iglesia catedral y en las otras iglesias de la ciudad. Invito a predicadores, que ya han probado su capacidad y celo en otros lugares fuera de la Diócesis, a venir a anunciar la Palabra de Dios en la catedral durante la Cuaresma, el mes de María, los domingos de Adviento, y el novenario para la Navidad (dos veces al día). Cada cinco años se celebra la sagrada misión en la catedral en el mes de diciembre. Precisamente en estos días se está celebrando, con una gran asistencia de fieles, lo cual nos hace esperar frutos abundantes.
Informe a la Santa Sede (1894)
07 de OCTUBRE
CONSTANTEMENTE RECITA EL SANTO ROSARIO EN EL MES DE OCTUBRE
A los muy reverendos párrocos de la Diócesis de Acqui.
En una nueva Encíclica, recientemente enviada a los obispos del orbe católico Iucunda Semper (), el Santo Padre vuelve al agradable tema del querido Rosario Mariano para animarnos a practicar esta saludable devoción siempre con mayor fervor. Demuestra con mucha claridad, cómo la providencia ha dispuesto que "ella tenga la suavísima fuerza de inspirar confianza en la persona que reza, y conmueve como ninguna otra a la bendita Virgen a socorrernos y consolarnos como madre".
Comunicación de Actos Pontificios (1894)
06 de OCTUBRE
SOBRE EL MES DE OCTUBRE CONSAGRADO AL SANTO ROSARIO
A los muy reverendos párrocos de la Diócesis de Acqui
El Santo Padre León XIII, animado siempre por la más profunda devoción hacia la Madre de Dios y por una profunda confianza en su poderosa intercesión, hace poco dirigió a todos los obispos del mundo católico una nueva Encíclica sobre el Rosario Mariano (Laetitiae sanctae, o8 de setiembre de 1893).
En ella manifiesta la inmensa alegría que experimentó al celebrar su espléndido jubileo episcopal, y que aumentó aún más cuando vio a los católicos de todo el mundo participar filialmente en el gozo de su padre, con evidente testimonio de fe y amor. Al exaltar y reconocer en ese hecho que las disposiciones de la providencia han sido beneficiosas para él y productivas para la Iglesia, se siente inspirado a agradecer y glorificar a la venerable Madre de Dios por estas bendiciones. Por eso, ante la cercanía del mes de octubre, que él ha consagrado al Santísimo Rosario, les anima a hablar una vez más de esta hermosísima devoción. Seguidamente empieza a explicar algunos efectos preciosos que este tipo de oración puede ocasionar y que se necesitan, debido a las circunstancias de nuestros tiempos. Expresa su más profundo convencimiento del enorme beneficio que produce el descubrimiento de la fuerza y el poder del Santísimo Rosario, no sólo para los cristianos sino también para la sociedad entera.
Concluye expresando su ardiente deseo de que las cofradías del Santísimo Rosario sigan creciendo en número y en fervor. Señala que no sólo los hijos de santo Domingo, a quienes les corresponde de modo particular, deben empeñarse para su incremento, sino que es justo que todos los sacerdotes, encargados de guiar las almas y de proclamar la doctrina de Cristo en las sagradas misiones, deben empeñarse en este fin.
Comunicación de Actos Pontificios (1893)
05 de OCTUBRE
MARÍA SANTÍSIMA Y EL SANTO ROSARIO
Hoy quisiera poseer la elocuencia de tantos oradores que hablan tan bonito del Santo Rosario. Ustedes, ya han sido instruidos en esta devoción, incluso saben que tienen que ser devotísimos de ella. No es solamente una oración de los sencillos sino de toda clase de personas.
Vi una cosa de gran consuelo en Ars: no solamente mujeres sencillas y viejitos analfabetos, sino también gente de la alta sociedad, rezaban con el rosario en las manos, hincados frente a la imagen de María Santísima.
El Rosario es una espada afilada, un baluarte inimpugnable, es la oración poderosa que nos libra de todo mal y aplaca la ira de Dios. Seamos devotos del Santo Rosario, tengámoslo gustosamente en nuestras manos, recitándolo diariamente con fervor: felices nosotros si en nuestra vida hemos recitado fielmente esta bella oración. Si siempre meditamos los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos en esta vida, en la muerte pasaremos a contemplarlos, cara a cara en el cielo por toda la eternidad.
Predicación en Milliavacca. 05 de octubre de 1884
04 de OCTUBRE
LOS FRUTOS ESPERADOS DE LA VISITA PASTORAL
¡Oh, qué jornada santa pasarán en unión con su pastor, queridísimos! Asistan a los santos ejercicios que su madre Iglesia les propone y que nosotros les hemos indicado arriba. Vengan como hijos, con espíritu dispuesto para acoger dócilmente los consejos y las exhortaciones que les dirigiremos, en el nombre de Dios, con afecto paterno. Hagan su parte para que tomen afecto las obras del ministerio pastoral que deberemos desempeñar entre ustedes. Sí, desde ahora elevemos juntos oraciones fervorosas a Dios para que, en todas partes, la sagrada visita redunde a su mayor gloria y a la santificación de las almas, para que ni una se quede privada de aquellos beneficios espirituales, a que esta visita está destinada.
Carta pastoral 2 (1890)
03 de OCTUBRE
VISITAREMOS JUNTOS EL CEMENTERIO
Iremos juntos al lugar donde descansan los restos de sus padres, hermanos, esposas, hijos, parientes y amigos, y en ese recinto sagrado, entre aquellas tumbas silenciosas, imploraremos de Dios el eterno descanso para las benditas almas de sus queridos difuntos. Esto desea el Señor en su divina bondad que, mientras nos ayudamos mutuamente en la oración, no nos olvidemos de los antepasados sino, por el vínculo de caridad que nos une a ellos, compartamos con ellos las riquezas espirituales, que tenemos la posibilidad de atesorar a favor nuestro y de ellos.
Carta pastoral 2 (1890)
02 de OCTUBRE
AQUÍ LOS PECADORES ENCUENTRAN MISERICORDIA
Si por desgracia alguno de ustedes, queridísimos, no conocieran la inefable alegría de estar unido con los hermanos en la casa de Dios, y el pecado les tuviera alejado, aguardamos la esperanza que nuestra sagrada visita será una ocasión para acordarse de la infinita misericordia del Padre celestial y regresar pronto a su amoroso abrazo. Así, con la conciencia tranquila y la paz en el corazón, todos tendrán el gozo espiritual de unirse con su obispo en las sagradas ceremonias que él estará celebrando.
Carta pastoral 2 (1890)
01 de OCTUBRE
EN LA IGLESIA LOS POBRES SON PROCLAMADOS BIENAVENTURADOS
Y ustedes pobres, no pueden olvidar que en la casa de Dios Jesús les llama bienaventurados, y les asegura el Reino de los cielos en recompensa por su abandono y espíritu de sacrificio aquí en la tierra: "Beati pauperes quia vestrum est regnum Dei" (bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de Dios) (Lc 6,20). Ustedes recuerdan que Jesús quiso ennoblecer su humilde condición haciéndose pobre Él mismo. Ustedes tienen al menos una precaria choza, pero Él nació en un pesebre, no tuvo donde reclinar la cabeza (Lc 9,58). Las fatigas les agobian, Él fue conocido como hijo de un carpintero y sudó en un taller. Ustedes son discriminados, antes bien Él sostuvo las calumnias, los insultos, las infamias y hasta la muerte, para asegurarnos la eterna felicidad. Confortándose con estos santos pensamientos, apaguen cualquier pesar y cualquier sentimiento de envidia que haya en sus corazones, y, más bien, den gracias al Señor que ha facilitado para ustedes, mucho más que para los ricos, el poder ganar el paraíso. Acérquense más a Jesús, quien los llama y los atrae con aquellas dulcísimas palabras: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso, carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas" (Mt 11,28.29).
Carta pastoral 2 (1890)
30 de SETIEMBRE
AQUÍ LOS RICOS SIENTEN EL RECLAMO DE DIOS
Oh ricos, es en la Iglesia donde ustedes escuchan las terribles palabras de Jesucristo: "¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios, los ricos!" (Mc 10,23). ¿Y por qué? ¿Acaso es malo ser rico? Claro que no, si la posesión de las riquezas es legítima: lo malo es que nuestro corazón se apega a ellas, y demasiadas veces las riquezas tristemente atraen a sí el corazón del hombre. Pero ustedes también oyen de la misma boca divina: "Felices los misericordiosos" (Mt 5,7). Asimismo, aprenden de Jesús, la manera de evitar que sus riquezas les sean dañinas, y hasta de sacarles gran provecho para su eterna salvación, dando limosna a los que necesitan (Lc 11,41).
Por ende, ustedes comprenden mejor la gran ley de la caridad, de aquella caridad que nos une a todos en Él y nos empuja a intercambiar todo bien posible, y aprecia este bien, dándole tal valor como si fuera ofrecido al mismo Dios. ¿No repetirá el Juez divino, el día de la retribución, que aquello que hicieron con el más pequeño de mis hermanos conmigo lo hicieron? Se complació llamar así a los humildes, a los afligidos y a los abandonados de este mundo con el título de "hermano más pequeño": Amen dico vobis, quamdiu fecistis uni ex his fratribus meis minimis mihi fecistis: En verdad os digo que cuánto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicistéis (Mt 25,40).
Así, oh ricos, conocan y aseguren un juicio misericordioso y los bienes eternos del cielo, haciendo servir las riquezas terrenas a aquel fin por los cuales tenéis reservados de Dios.
Carta pastoral 2 (1890)
29 de SETIEMBRE
LA IGLESIA ES EL LUGAR DE LOS SACRAMENTOS
Padres cristianos, ¿no es la Iglesia el lugar adonde ustedes acuden para recibir de Dios la luz y la fuerza para cumplir con los grandes deberes de su estado? ¿No es aquí donde fue bendecido su amor a la persona que escogieron como compañero/a inseparable para el resto de su vida? ¿No es aquí donde, por el sacramento que el Apóstol llama grande (Ef 5,32), ustedes recibieron una prenda de las bendiciones que les asisten en la educación de sus hijos y les aseguran la armonía y la paz en sus familias?
Carta pastoral 2 (1890)
28 de SETIEMBRE
EN LA IGLESIA SE APRENDE A CONOCER Y AMAR A DIOS
Respóndanme, jóvenes: ¿no es de la Iglesia que aprendieron a conocer a su Creador, a doblegar por amor sus corazones al bien, a ser dóciles, obedientes y dispuestos para las indicaciones de sus padres? ¿No es aquí donde aprendieron a conocer y a amar a Jesús, que quiso hacerse joven como ustedes para que pudieran imitar en Él aquella sencillez, aquella modestia y aquel candor que les hace tan amables y casi como ángeles en la tierra? ¿No es en la Iglesia donde sienten que Él envuelve y protege su inocencia con sus bendiciones y con aquel amor más tierno para ustedes, un amor que lo hace temible y pone en su boca palabras espantosas contra quien pretendiera ser para ustedes piedra de tropiezo? (Mt 18,6). ¡Sí!, realmente es sólo con Jesús, que ustedes jóvenes, pueden escaparse de la corrupción del mundo y mantener sus afectos castos y sus corazones puros.
Carta
pastoral 2 (1890)
27 de SETIEMBRE
EN LA IGLESIA PODEMOS ENCONTRAR SIEMPRE A DIOS
Aquí en la Iglesia, aprendieron a conocer a Dios y el amor infinito que él les tiene, y aquí se comprometieron a corresponderle, a amarle con todo el corazón, sobre todas las cosas, por toda la vida, y Él les ha prometido la ayuda necesaria para observar su santa ley y alcanzar el premio de la vida eterna. Después de aquellos días de inocencia quizás han faltado a su promesa bastantes veces, y, sin embargo, Él jamás falta a la suya. Regresando a la casa del buen Dios, se encontraron con nuevas pruebas de su paterno amor. Habiendo experimentado en su propia debilidad al caer, redescubrieron que sólo en Dios está la fuerza para levantarse de nuevo y perseverar en el bien. ¡Desdichados serían ustedes si no hubieran regresado al abrazo de este Padre misericordioso! ¿A dónde les habrían conducido sus pasiones? Si no frenamos, con la gracia divina, aquellas pasiones, cuya violencia sentimos todos, que nublan nuestro intelecto y pervierten nuestro corazón, que desvían nuestra voluntad y nos pueden arrastrar a las más graves ofensas. Uds., por el contrario, siendo asiduos en la escuela del santo Evangelio, aprendieron a combatir aquellas pasiones y, con la ayuda que la religión les ofrece, lograron dominarlas.
Carta pastoral 2 (1890)
26 de SETIEMBRE
VISITAREMOS SUS IGLESIAS
Nos conceda Dios, mis queridísimos, que podamos verlos firmes en la fe cristiana y observantes de los deberes que ella nos impone, y que, sobre todo, podamos encontrar testimonios consoladores de las obras de su fe. Visitaremos sus iglesias y tenemos la confianza que en ellas, todo nos dará testimonio de la devoción que heredaron de sus antepasados. El adorno de los altares, las imágenes y los retratos de la Virgen y de los santos, los vasos sagrados, los muebles y ornamentos, y todo lo que se necesita para el decoro de la casa de Dios; cada cosa nos hablará de su amor al culto divino, de su devoción a Jesús sacramentado, a la Virgen bendita, y a los patrones celestes. Luego podremos reconocer que Uds. encuentran su deleite en el lugar sagrado. Su misma presencia y su porte religioso nos dirán que ustedes acuden atentos para escuchar la Palabra de Dios, para asistir a la celebración de los divinos misterios, para participar en los santos sacramentos, para suplicar las gracias que necesitan para mantenerse cristianos, no sólo de nombre y de profesión, sino también en la práctica de las buenas obras que les corresponde.
Carta
pastoral 2 (1890)
25 de SETIEMBRE
LA FE SE VE EN LA OBEDIENCIA A LAS LEYES DIVINAS
Tú crees que la Iglesia tiene la autoridad para legislar respecto del modo en que los fieles han de cumplir los preceptos generales del divino Maestro; de ahí estás obligado a conformarte siempre a sus ordenanzas. Dios quiere que se santifiquen los días de fiesta. El divino Maestro te recuerda mil veces de la necesidad de rezar. La Iglesia prescribe los días que se deben consagrar al Señor de manera particular y especial qué días tienes mayor obligación de alzarle a él tu corazón. Prescribe que en esos días asistas al santo sacrificio de la misa y te abstengas de ciertas ocupaciones que te distraen de los santos intereses del cielo. Por eso, no debes consumar esas horas en el cuidado de los quehaceres temporales ni mucho menos en pasatiempos mundanos, cuando Dios las quiere consagradas para él y para los intereses de tu alma.
Carta pastoral 2 (1890)
24 de SETIEMBRE
FE Y PRÁCTICA DEBEN ANDAR JUNTOS
No basta decir que cree en las verdades de la fe, que acepta la enseñanza de la Iglesia, que reconoce la sabiduría de sus directivas, que honra al vicario de Jesucristo, y que siente orgullo de su nombre de cristiano; es necesario que tal profesión de fe vaya acompañada del cumplimiento de los deberes que ella impone. Tú crees, hijito mío, y tienes por cierto que Jesucristo instituyó un sacramento para responder a las necesidades de tu conciencia; en consecuencia, debes purificar tu alma en el tribunal de la penitencia. Tú crees y sabes el testamento del divino Redentor, que no se conformó con haberse encarnado por amor a ti, padecer y morir para recobrarte el paraíso, sino que quiso, además, darte una prenda de la futura bienaventuranza a través del sacramento de la Eucaristía; entonces, debes fortalecer tu alma acercándote a la mesa mística.
Carta pastoral 2 (1890)
23 de SETIEMBRE
FINALIDAD DE LA VISITA PASTORAL
Preservarlos y confirmarlos en la fe y en la práctica de las virtudes cristianas: éste es el propósito de nuestra visita.
Sin la fe, aquella fe que la Iglesia nos enseña, es imposible agradar a Dios (Heb 11,6). Luego, como nos advierte Santiago, la fe debe estar acompañada por las buenas obras. Él pregunta ¿Qué provecho saca uno, hermanos míos, cuando dice que tiene fe, si no tiene obras? ¿Será esa fe suficiente para salvarlo? Responde, la fe que no se demuestra por la manera de actuar está completamente muerta. Y añade que, como el cuerpo sin el espíritu está muerto, del mismo modo la fe que no produce obras está muerta (Sant 2,19). Jesucristo mismo ha dicho que el que oye estas palabras sin ponerlas en práctica es como el que no piensa y construye su casa sobre la arena, cae la lluvia a torrentes, soplan los vientos contra la casa, y la ruina es grande (Mt 7,26.27).
Carta pastoral 2 (1890)
22 de SETIEMBRE
LA VISITA DEL OBISPO A LAS PARROQUIAS DE LA DIÓCESIS
Venerables hermanos e hijos queridísimos en Cristo.
Nos estamos preparando para cumplir con uno de los deberes más urgentes y, a la vez, más gratos de nuestro ministerio. Con la ayuda de Dios, después de haber celebrado las santas fiestas pascuales con los queridos hijos de esta ciudad, dirigiremos nuestros pasos a visitar a los, igualmente queridos, que están dispersos por la Diócesis. Como un padre amoroso que tiene a su numerosa familia dispersa en diversos lugares, en vez de tenerlos a todos reunidos alrededor de él, no puede sino visitarlos de vez en cuando para mostrarles su cariño, para informarse de sus necesidades, y para proveer por ellos lo mejor que pueda, extendiéndoles saludables consejos y corrigiéndolos amorosamente cuando sea necesario; así el obispo, a quien no le es concedido tener siempre reunidas alrededor de sí a todas las ovejas de la grey que Dios le ha confiado, va a visitarlos dondequiera que estén, para hacerles a todos participar de los bienes espirituales que debe dispensar por su oficio pastoral. Su obispo, entonces, irá entre ustedes, predilectos, para el bien de sus almas. Irá, según el mandato que recibe de la Iglesia, para procurar que en medio de ustedes se mantenga incorrupta la doctrina de Jesucristo, se preserven las prácticas cristianas, y florezca la religión, la inocencia y la paz (Concilio de Trento, sesión 24, cap. 3).
Carta pastoral 2 (1890)
21 de SETIEMBRE
EL SEÑOR NOS RECONOCERÁ COMO SU TEMPLO SANTO
Al pensar en la dedicación del templo material, hecho de piedras inanimadas, debemos ofrecer toda nuestra alma a Dios, para que sea templo vivo del Espíritu Santo. Debemos hacer este ofrecimiento sinceramente y renovarlo siempre, casi en cada momento. Así, cuando nos llegue la muerte, el Señor nos reconocerá como sus verdaderos templos y nos introducirá en el paraíso, morada eterna de nuestra alma, donde estaremos felices por siempre. Nuestra consagración será perpetua y nuestro canto eterno.
Predicación en Milliavacca. 13 de julio de 1884
20 de SETIEMBRE
QUIÉN ES LA ANTESALA DEL PARÍSO
En la casa de Dios se encuentra la paz, el consuelo y el gozo del alma. ¡Felices los que habitan en ella!. Todo en la iglesia nos representa a la Jerusalén celestial. Vayamos y acudamos frecuentemente a los pies del altar, y cuando el sacerdote eleva la Hostia consagrada, elevemos también nuestros ojos a ella, y esforcémonos de penetrar con la mirada de la fe, aquel cándido velo, hasta ver a nuestro Dios, inmolándose por nosotros. Mientras el sacerdote suplica las gracias para sí y para los fieles, unámonos devotamente a Él, en el ofrecimiento del santo sacrificio.
Predicación en Milliavacca. 13 de julio de 1884
19 de SETIEMBRE
EL LUGAR SANTO MERECE TODA NUESTRA VENERACIÓN
La Santa Madre la Iglesia nos enseña que en el lugar santo debemos mantener una gran reverencia y temor, evitando cualquier profanación. De hecho sabemos por el Evangelio de aquella singular ocasión en la que Jesús se indignó y mostró su enojo cuando vio profanada su casa. Si se pone tanta atención al hogar doméstico, a la casa paterna, ¡cuánto más debemos apreciar y amar a la iglesia, que es la casa de nuestro Padre celestial!
Predicación en Milliavacca. 10 de julio de 1887
18 de SETIEMBRE
LA IGLESIA ES NUESTRA CASA
Tenemos una casa que aguarda hospedarnos para toda la eternidad: el cielo, la Jerusalén celeste. Además contamos con las palabras del Señor que invita a su casa: Domus mea y que nosotros podemos llamar nuestra casa, es la Iglesia. Es aquí principalmente donde pediremos y se nos dará, donde buscaremos y encontraremos, donde tocaremos a la puerta y se nos abrirá. La Iglesia es como la antesala del cielo, el vestíbulo del paraíso; aquí se reavivan la fe, la esperanza y la caridad.
Cuando vamos a un templo, nuestro deseo debe ser que nuestra fe brille como esa lámpara que resplandece día y noche frente a Jesús Sacramentado, que nuestra esperanza se refuerce al mirar la cruz, desde la cual Jesús nos ganó el perdón de nuestros pecados y nos reabrió el paraíso, y que nuestra caridad se inflame para ver a la Víctima del altar levantar sus manos hacia el cielo suplicando perdón y reparaciones por nosotros. Aún cuando estemos en el cielo, la fe cesará porque entonces veremos lo que ahora creemos, también la esperanza cesará porque entonces poseeremos lo que ahora esperamos; sin embargo, la caridad durará por siempre, porque entonces amaremos en la visión beatífica al mismo que ahora amamos en la oscuridad de la fe.
Predicación en Milliavacca. 10 de julio de 1887
17 de SETIEMBRE
EN EL CATECISMO ESTÁ TODO EL SABER CRISTIANO
Sería muy insensato quien quisiera tachar de vulgaridad este gran libro, este libro que revela con una eficacia admirable toda la economía de la religión y hace de un muchacho de diez años un profundo razonador, que posee los grandes principios de la verdadera filosofía y es capaz de disertar, en cualquier momento, sobre la esencia y los atributos de Dios, hablando sin confusión de la Unidad y Trinidad, de la generación y la procesión, etc.; que conoce el origen del mundo y la caída del hombre, la venida el Redentor y la necesidad de la gracia, de los medios que la comunican, del sacramento de la reconciliación y de la comunión de la oración, etc.
Por cierto, ningún filósofo podrá tener frente a sí a un muchacho cristiano en la exposición exacta de las grandes verdades que forman el patrimonio de nuestra razón.
El fin del hombre, su sociabilidad, el vínculo del amor, la necesidad de la ley y de la sanción, el derecho de propiedad, etc., son todas las cosas que forman el objeto de disertación entre el pequeño abad y el grupo de jovencitos sin ostentaciones y sin terminología académica.
Cartas. Delaude. [Enero de 1869]
16 de SETIEMBRE
NECESITAMOS RETORNAR AL CATECISMO
Hay que tomar conocimiento de la confesión de Napoleón, quien declaraba ante el pueblo francés la necesidad de afirmar los grandes principios del cristianismo.
Bien lo decía Guizot que «Europa sufre por falta de fe, de esperanza y de caridad». Hay que volver al catecismo, el libro por excelencia que tiene una verdad, un consejo, una enseñanza para todos; que enseña a los reyes el arte de gobernar; al pueblo, los principios de igualdad y libertad; provee al Legislativo los criterios para la aprobación de leyes justas; regula al funcionario en la administración del bien público; indica al magistrado los caminos de la justicia; inculca al obrero la moralidad en el trabajo; garantiza al empresario sus derechos de propiedad y al pobre le asegura el pan diario de la caridad.
Carta a Delaude. [Enero de 1869]
15 de SETIEMBRE
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DOLOROSA
Estamos a los pies de la cruz con María santísima dolorosa; es aquí donde se encuentra la verdadera vida y la ciencia de la salvación. Oh sí, demos una mirada a María y roguémosle que no lleve así. Confiemos en María dolorosa: aquí a los pies de la cruz sumergida en un mar de dolores, es exactamente allí donde le sentimos más cerca de nosotros que estamos afligidos por tantas tribulaciones. Unamos nuestros pequeños sufrimientos a los dolores de Jesús y María: así adquirirán gran valor para nosotros y serán para nosotros un manantial de gloria y felicidad en el cielo.
Por María a Jesús. Si queremos conocer y amar a Jesús debemos os dirigirnos a María. Si no nos es concedido sufrir lo que sufrieron tantos santos, tratemos de sobrellevar con amor aquellas penas que día a día vienen a afligirnos, uniéndolas a los sufrimientos de Jesús, María y de los santos. ¡Ánimo! suframos gustosamente en esta corta vida y podremos gozar eternamente. A quien sufre se le dará la corona.
Predicación en Milliavacca. 28 de setiembre de 1884
14 de SETIEMBRE
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Hoy la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz. Pero no debemos contentarnos con venerar y exaltar la cruz, sino también cargarla de buena gana con Jesús. En ella está nuestra salvación a causa de que es el verdadero árbol de la vida y la fuente de todo bien. Los que persiguen las satisfacciones mundanas y huyen de la cruz, resultan encontrándola de todos modos. Después de todo, no están contentos jamás porque las pasiones nunca son saciadas; cuanto más se trata de satisfacerlas, ellas exigen más; cuando se las cree satisfechas, no son tal, sino que atormentan más al hombre. Hagamos el propósito de llevar nuestra cruz con paciencia. Unamos nuestros sufrimientos a los de Jesús para completar lo que falta a su pasión (Col 1,24). Es cierto que la pasión de Jesús es infinita y que nada se le podrá añadir. Sin embargo, de cierta forma, nosotros debemos asociarnos a la pasión de Jesús, soportando los sufrimientos que el Señor nos manda. Tomemos ánimo pensando que en la cruz está todo, y si la llevamos cada día, seremos verdaderamente felices, porque si acompañamos a Jesús hasta el Calvario, podremos además seguirlo hasta el Monte de los Olivos, de donde podremos subir como él a la gloria del cielo.
Predicación en Milliavacca. 14 de setiembre de 1884
13 de SETIEMBRE
MINISTERIO ENTREGADO, NO SIEMPRE APRECIADO
Y ahora nos dirigimos a ustedes, queridísimos colaboradores, y a todos los sacerdotes que los asisten. Les expresamos nuestro sincero agradecimiento por el empeño con que atienden a los fieles que les han sido confiados. Calurosamente los exhortamos a perseverar, con generosa constancia, en el cumplimiento de este ministerio tan trabajoso. Con mucha frecuencia, aquellos que más deberían aprovechar lo desprecian; sin embargo, sigue siendo una rica fuente de consuelo y mérito a los ojos de Dios. Siembren entonces, siempre con más ahínco, la buena semilla de la doctrina del Evangelio entre los fieles. Confórtense con la esperanza de verla rendir una abundante cosecha en cada mente y cada corazón y, especialmente, en aquel terreno virginal que son los niños. En la sonrisa de esta amable e inocente porción de su grey brillan las más claras esperanzas para el futuro. ¡Que ustedes les muestren sus más vivas e incansables atenciones! Plazca al Señor, que el celo de los padres, de los maestros y las personas devotas, junto con el de ustedes, haga a esta nueva generación crecer, a través de la catequesis, para el bienestar de la familia y de la sociedad.
Carta pastoral 6. (1894)
12 de SETIEMBRE
EL CATECISMO NO ES PÉRDIDA DE TIEMPO
Padres, ustedes deben ser los primeros maestros de la doctrina cristiana para sus hijos; no obstante, mientras cumplen con este gran oficio, no están dispensados de la otra gran responsabilidad de enviar a sus niños a la parroquia para continuar y completar la instrucción necesaria para prepararlos dignamente para recibir los sacramentos e inculcarles todos los deberes de la vida cristiana. Tampoco cumplen su deber adecuadamente con sólo enviarlos a la catequesis, sino que deben averiguar que participen con atención y constancia, y deben verificar si están aprovechando la enseñanza que reciben. Están muy equivocados los padres que consideran una pérdida de tiempo o inútil la frecuencia de sus hijos a la catequesis. La escuela de catequesis ciertamente puede sustituir a muchas otras, pero, por la materia que se enseña en ella, ninguna la puede reemplazar. Los padres han de considerar que no se encuentra mejor escuela que aquella donde sus hijos aprendan a obedecerlos con respeto y amor, a ayudarlos en todas sus necesidades, a atenderlos en sus enfermedades y a consolarlos en su vejez. Y consideren, sobre todo, que tendrán que responder por sus negligencias e indiferencias a estos tan graves deberes de su estado, no solamente en la vida futura, sino ya ahora en el presente.
Carta pastoral 6. (1894)
11 de SETIEMBRE
LA SUERTE DEL HOMBRE ESTÁ EN LAS "RODILLAS" DE LA MADRE
De verdad es conmovedor ver a una madre cristiana guiar los ojos y las manos de su niño hacia arriba y enseñarlo a invocar al Padre común que está en el cielo, a Jesús, nuestro divino Señor y Salvador, y a María, nuestra Madre celestial. Se desarrollan en aquel corazón virginal las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, que Dios le infundió en el santo Bautismo. Se ha dicho que el futuro de la persona está en las rodillas de su madre. Y esto es verdad porque la buena semilla que la madre virtuosa siembra en el corazón de su hijo, en tiempo oportuno, no puede sino producir un buen fruto. Tal vez quede infecunda por algún tiempo, casi ahogada por las pasiones, propias de la edad cuando los instintos afloran y hierven como una tempestad. Sin embargo, sigue allí destinada a desarrollarse más adelante, cuando las circunstancias sean más propicias y los años maduros le hagan rendir en abundancia los preciosos frutos deseados. ¿No es así cómo la historia lo comprueba? Ella nos ha reservado ejemplos aleccionadores de personas que estaban hundidas en el vicio y que con el tiempo, recordando los bellos años de su infancia, nuevamente tomaron posesión de sí mismos; renunciando a los extravíos del pasado, otra vez se pusieron en el sendero del bien con entrega generosa.
Carta pastoral 6. (1894)
10 de SETIEMBRE
CÓMO TRANSMITIR A LOS JÓVENES LAS CONVICCIONES DE LA FE
Ustedes queridísimos, están bien convencidos de todas estas cosas. Conservan aquel conocimiento divino en su mente y en su corazón como un tesoro preciosísimo, que es indispensable para la vida futura y, por eso, es necesario y útil para la vida presente. No deben guardar este inestimable tesoro solamente para ustedes. Pues tienen la obligación de compartirlo generosamente con la nueva generación y de esforzarse celosamente para que también en la escuela se enseñe la religión. En primer lugar, nos dirigimos a los padres y cabezas de familia: ustedes son los primeros maestros. Como escribió un gran doctor de la Iglesia, sus labios son los primeros libros con que se inicia esta escuela de salvación (libri sunt labia parentum). Sus niños llevan la imagen de Dios impresa en su alma. Ustedes deben dar realce, por decirlo así, de los rasgos de esta imagen, formando bien su conciencia y enseñándoles el santo nombre de Dios, el Creador que hizo todas las cosas de la nada y que es nuestro primer principio y nuestro último fin. Ustedes deben hacer conocer a Jesucristo, que nos amó hasta el extremo con su doctrina, su ejemplo y sus bendiciones. Ustedes eduquen a sus niños, desde sus primeros años, a observar la ley divina, a reconocer en ustedes y, en todo otro superior, la misma autoridad de Dios, y a ser justos y caritativos con todos.
Carta pastoral 6. (1894)
09 de SETIEMBRE
BASE Y CUSTODIA DE LA LIBERTAD Y DE LA IGUALDAD
Solamente esta doctrina religiosa, revelada por Dios, es la que puede establecer las bases para la verdadera y justa libertad e igualdad, y que puede dar un sentido correcto e invariable a estas palabras tan abusadas: "La libertad no ha de degenerarse en libertinaje, ni ha de violar los derechos de los otros, ni oponerse al bien común. La igualdad ha de ser posible entre los humanos y conciliable con la verdad, la justicia, y la armonía necesaria para la sociedad humana." El custodio y protector de esta libertad auténtica y de esta igualdad es la Revelación. Al hablar de Dios creador, nos recuerda a todos de nuestro origen común; al presentar a Adán como el padre común de la humanidad, nos recuerda nuestra común naturaleza y nuestra misma sangre; al revelar el misterio del pecado original, nos trae a la memoria nuestra común condición de culpables; al proponernos la fe en la encarnación, pasión y muerte del Hijo de Dios, nos recuerda nuestra común redención; al decirnos que fuimos creados para conocer y amar a Dios, nos hace notar nuestro fin común, y nos recuerda los medios comunes que conducen a este fin, al asegurarnos que el único camino para ir al cielo es la virtud, o sea, el buen uso de nuestra libertad, guiada por la gracia celestial, y el dominio de nuestro triple egoísmo, a saber: el orgullo, la codicia y el deseo sensual, que trata de degradarnos y desviarnos. Recordándonos que compartimos el mismo origen, especie, medio y fin, y reformando y casi creando de nuevo nuestros corazones, esta doctrina celestial es la única capaz de hacer brotar en nosotros el amor fraterno y de elevarnos a aquella santa e intima caridad que puede unir a los hijos de Adán para formar un solo corazón y una sola alma.
Carta pastoral 6. (1894)
08 de SETIEMBERE
LA INFLUENCIA SOCIAL DE LA DOCTRINA CRISTIANA
Esta doctrina es armoniosamente adecuada a toda necesidad. Es rica de ánimo, esperanza y consuelo para todos. Sólo ella puede traer una virtuosa esperanza a los pobres, una caridad ordenada y perseverante a los ricos, y una colaboración benéfica entre ambos. La doctrina expuesta en el catecismo, hace a los esposos interesarse mutuamente por sus hijos; a los hijos respetar y obedecer a sus padres; a los patrones ser bondadosos y prudentes hacia sus empleados, tratándoles como hermanos delante de Dios; a los obreros trabajar y servir fielmente, no por temor sino en conciencia y responsabilidad; a los que tienen el ejercicio de la autoridad a ejercerla con integridad y justicia, pensando en las cuentas que tendrán que rendir a Aquél que se la confió; y a los que están bajo la autoridad a someterse pacíficamente, sabiendo que Dios es el origen de todo poder, y que quien se resiste a obedecer, resiste a la voluntad divina.
Carta pastoral 6. (1894)
07 de SETIEMBRE
LA SOCIEDAD SE SALVARÁ SI RETORNA AL CATECISMO
Así es la realidad. La sociedad está siendo afligida por enseñanzas morales que son vagas, mutiladas, incoherentes, mutables, relativas y sin autoridad eficaz. Con la ayuda de la prensa se populariza, por todas partes y de todas las formas, las ideas y los dichos que infiltran hasta la más humilde choza del pobre y el rústico taller del obrero para excitar sus pasiones, pervertir su mente y corazón, para sacudir las bases de la familia, y aumentar el número y entusiasmo de aquellas ideologías que pervierten el orden social, osando llamarse abiertamente revolucionarios, anarquistas y nihilistas. Con esto, la sociedad no se puede salvar sino, por el contrario, acercándose a aquellos tesoros de sabiduría y de vida que se contienen en la doctrina del catecismo, que es la voz de Aquel que enseña con poder y autoridad soberana y que es el único que tiene palabras de vida eterna.
Carta pastoral 6. (1894)
06 de SETIEMBRE
NO HAY VIRTUD SI NO HAY RELIGIÓN
El mismo Rousseau, que escribió mucho a fin de promover una enseñanza sin ningún principio religioso y cuyos libros tristemente influyeron tanto en la perversión de un pueblo cercano a nosotros, después se asustó al ver las dolorosas consecuencias de su propia doctrina impía y llegó a escribir estas palabras: "Yo no entiendo cómo se puede ser una persona de virtud sin la religión. Es cierto que yo también tenía esta idea equivocada, pero ahora me he desengañado completamente." También son memorables las palabras pronunciadas hace poco, frente a la Asamblea Nacional de Francia, por el Presidente de esa República, Adolfo Thiers: "Es necesario volver al catecismo." En la boca de un célebre hombre de Estado, que por muchos años también había propagado teorías revolucionarias, estas palabras expresan la convicción de que la sociedad no puede protegerse de los mayores y terribles trastornos sin un nuevo llamado radical y universal a las doctrinas del Evangelio.
Carta pastoral 6. (1894)
05 de SETIEMBRE
LA DOCTRINA CRISTIANA ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
El que cree en la vida eterna conoce la meta de su peregrinación terrenal y sabe que su meta no es la tierra, sino el cielo; que su fin no es la criatura sino el Creador; que su máxima aspiración es la eterna Verdad, la eterna Belleza, el eterno e infinito Bien. Creyendo en Cristo se oye la voz de Cristo que grita: el ideal de tu vida es conformar tus pensamientos, tus afectos y tus acciones a los míos; transfigurarte de claridad en claridad según mi imagen. Creyendo finalmente en la eficacia de la oración, los Sacramentos y el Divino Sacrificio, el cristiano dice con san Pablo: "todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Fil 4,13). Gloriándose en su misma debilidad, sin miedo a los obstáculos y sin temor a los enemigos, avanza en el arduo pero luminoso camino de las santas virtudes, anhelando ser perfecto como el Padre celestial es perfecto.
Carta pastoral 6. (1894)
04 de SETIEMBRE
NOSOTROS QUEREMOS, TAMBIÉN, LA EDUCACIÓN DEL CORAZÓN
Para el perfeccionamiento moral del ser humano, no basta cultivar la mente si no se educa también el corazón. Mejor dicho, la instrucción que no va acompañada por la religión, no puede dar verdadera luz al intelecto ni mover eficazmente la voluntad hacia el bien. Para el crecimiento moral es necesario que se conozca el principio del cual se parte y el fin al que se tiende, el modelo que debe servirle como norma, y la fuerza que debe prestarle la ayuda necesaria y conveniente. Sólo el catecismo nos descubre el misterio del pecado original, nos da a saber que nacemos débiles y dañados; de ahí que la primera ley para el crecimiento moral es frenar y no encender los instintos de la naturaleza corrupta: dominarse, mortificarse, negarse a uno mismo, y no condescender a todos los placeres.
Carta pastoral 6. (1894)
03 de SETIEMBRE
LA INSTRUCCIÓN SOLA, NO BASTA...
Se ha escrito que, para civilizar las poblaciones y mejorar sus costumbres y hacerlas progresar en toda virtud, es suficiente democratizar la cultura intelectual. Asimismo, se ha dicho que por cada escuela que se abre, una cárcel se debería cerrar. Sin embargo, cuán lejos estamos de la realidad; ya son muchos años en que la instrucción se ha difundido, cada vez más; se han instituido escuelas en todas partes, se van multiplicando los profesores, hay libros y periódicos a la mano para todos, y sin embargo ¿quién podría decir que se ha cumplido con dichas expectativas? Las estadísticas criminales comprueban lo contrario, demostrándonos con la evidencia numérica cómo la corrupción avanza, cómo las maldades de todo tipo van en aumento y, es doloroso decirlo, cómo cada día va creciendo el número de delincuentes, menores de edad.
Carta pastoral 6. (1894)
02 de SETIEMBRE
EN EL CATECISMO ESTÁ TODO PARA LLEGAR A LA SALVACIÓN
Verdaderamente el catecismo es el libro de todos; en él, grandes y pequeños podemos llegar a conocer la doctrina celestial que debe guiarnos a la eterna salvación. Pequeño de tamaño y de apariencia modesta, este libro abarca el conocimiento acerca de Dios, los ángeles, los seres humanos y el mundo; el conocimiento del primer principio y del fin último, de la creación, la caída, la redención, la gracia y los sacramentos; el tiempo presente y la eternidad. En este libro encontramos el Símbolo De Fe Apostólico, es decir, la regla infaliblemente segura de nuestras creencias, y el Decálogo De Los Mandamientos divinos, que Dios ha dictado como principios para regular nuestras acciones. En él también aprendemos todos los tesoros de la gracia y los dones supremos que han de mantener viva y activa nuestra fe y nuestra caridad. Con fórmulas breves, claras y armónicamente ordenadas, el libro del catecismo nos explica las verdades necesarias y convenientes que se centran en Dios, Uno en esencia y Trino en personas, y en las obras de la creación, redención, santificación y glorificación. Nos detalla todos los deberes que debemos cumplir y que se reducen esencialmente en el precepto del amor a Dios y al prójimo; y todos los medios para conseguir las gracias divinas, tales como la oración y los sacramentos, ordenados y vividos de manera suprema por el único mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. En la escuela del catecismo todos, aún los niños y aquellos de limitado entendimiento, aprenden con certeza aquella sabiduría verdadera, inconfundible y universal, que los "sabios" de este mundo la han buscado por tantos siglos, y aún la siguen buscando, pero siempre en vano. En efecto, éstos llegan a ser sólo títeres de los sistemas que varían, según las épocas o corrientes, y que no han producido más que dudas y falta de fe.
Carta pastoral 6. (1894)
01 de SETIEMBRE
CARTA PASTORAL SOBRE EL CATECISMO
Venerados hermanos e hijos queridísimos en Cristo: Dios nos ha colocado temporalmente en este mundo, como en un lugar de prueba, donde podamos ganar la entrada para nuestra morada permanente en el cielo. Para adquirir el derecho a la corona de gloria en la feliz patria, nosotros debemos acercarnos a Dios con la mente y el corazón, debemos reconocerlo y glorificarlo como nuestro soberano Señor, y debemos amarlo sobre todas las cosas como nuestro sumo y eterno Bien. Sin embargo, para orientar nuestra mente según estos propósitos, necesitamos del conjunto de verdades teóricas y especulativas, y para guiar nuestro corazón y todas sus inclinaciones, necesitamos verdades morales y prácticas concretas de las reglas. Por la oscuridad suscitada en nosotros a consecuencia del pecado original, frecuentemente nos sentimos débiles y frágiles frente a las prácticas de las verdades naturales. Por eso, y porque nuestro destino es sobrenatural, necesitamos de las verdades sobrenaturales que no se pueden alcanzar humanamente, sino por medio de la divina revelación. Dios misericordioso se ha dignado venir en nuestro auxilio, revelándonos lo que debemos creer y realizar para alcanzar la salvación. El resumen de esta revelación lo encontramos en el Catecismo de la Iglesia.
Carta pastoral 6. (1894)
31 de AGOSTO
CUMPLAMOS CON PACIENCIA NUESTRO SERVICIO
En todo lugar, en todo tiempo, en cualquier condición, el hombre tiene su hueso que roer; dichoso el que lo hace mejor, es decir, que logra hacer su dura tarea lo menos indecorosamente posible; pero para despaganizar algo la idea diremos con las Escrituras: militia est vita... (la vida del hombre sobre la tierra es una batalla: Job 7,1 sec. Vulg.)
Quién en sus baluartes, quién en el estado mayor, quién en la logística; diversidad de labores, de cargas, de gloria, pero diversidad sólo en apariencia ya que esencialmente la distinta calidad y la cantidad en último término se entrelazan de manera relativa en la circunstancia específica de los individuos y se concluye diciendo que el oficio de las armas es siempre pesado y que siempre llega el día bendito de la licencia. Coraje, hagamos entonces pacientemente nuestra tarea, esperando la celestial carta de despedida que nos dará el derecho de volver a nuestro Pueblo natal, al seno de nuestra familia, a la casa del Padre que está en los cielos.
Carta
a Delaude. 20 de marzo de 1869
30 de AGOSTO
NUESTRA MISIÓN ES...
Ah, mi querido Esteban, habrá que hacer esto: volver a lo sencillo, reducir a los mínimos términos, aclarar lo que es oscuro, desenredar lo que es complejo. Un sacerdote, según el espíritu de Jesucristo, debe estar provisto de una gran doctrina y, dicha doctrina, debe comunicarla a los pueblos. El Divino Maestro nos trasmite esta doctrina por medio de su Iglesia, la enseña a los niños, la desarrolla en las escuelas, la ejemplifica en la predicación y la traduce en todos los actos de la vida cristiana. Entonces, ésta es nuestra misión: hacer conocer, hacer amar, hacer practicar la doctrina de Jesucristo.
Carta a Delaude. Enero de 1869
29 de AGOSTO
LA HUMANIDAD SE AGITA, PERO DIOS LA CONDUCE
Cuántos acontecimientos dentro de nuestro microcosmos, en nuestra esfera de acción, en nuestra Diócesis, en la madre patria y en todo el continente europeo y, diré más todavía, en medio de toda la peregrinante familia de Adán, a menos que queramos abrazar un más vasto horizonte que incluye la triple Iglesia: militante, purgante, triunfante. Todas las personalidades están en fermento en la gran masa social, todos los individuos, todas las clases, todas las naciones, todas las razas se mueven, distinta y misteriosamente, sobre todos los puntos del mundo.
La humanidad se agita, pero es Dios quien la conduce.
Carta a Delaude. Enero de 1869
28 de AGOSTO
CONFIAR A DIOS EL EMPEÑO POR EL BIEN DE LOS HIJOS
Recen asiduamente por ustedes mismos para que Dios les preste ayuda para cumplir acertadamente el deber de educar bien a los hijos. Se trata de que ustedes les enseñen a adorar a Dios, y orienten su alma en el camino de la salvación y la mantengan en ese camino. Se trata de su propio honor y bienestar, y del bienestar de la santa Iglesia y de la misma sociedad civil. Sin la ayuda de la oración, ¿quién puede asegurarse un feliz éxito en tal empresa? Lo que les decimos a ustedes, padres cristianos, les decimos a todos los padres: cualquiera que desee cumplir celosa, plena y perseverantemente todas sus obligaciones, debe confiar en Dios y rezar. La oración humilde y confiada nunca es rechazada por la bondad divina.
Carta pastoral 4 (1892)
27 de AGOSTO
ORAR POR LOS HIJOS
Respecto a la oración, no es un medio que se ha de practicar solamente en los momentos de desesperación, como último recurso ante la falta de otro medio. Es más bien para ejercitarlo aun cuando la educación de sus hijos les resulta fácil. El motivo es que nuestras obras y nuestros esfuerzos no tienen eficacia en sí, sin la gracia de Dios que les da valor. Por eso, dedíquense a actuar a favor de sus hijos y a rezar por ellos con fe y fervor. Hagan que ellos también recen y se acostumbren a rezar con ustedes, queridísimos, y no consideren como tiempo perdido el que emplean para asistir y ayudarlos en la recitación diaria de sus oraciones.
Carta pastoral 4 (1892)
26 de AGOSTO
MI HIJO ES CADA DÍA PEOR
Quizá más de uno dirá: "nunca sucede que mis hijos lleguen a merecer elogio y recompensa... casi siempre, a cada paso, tengo que reprenderlos; he tratado por todas las formas y de todos los modos, he probado suaves admoniciones y severos castigos, pero todo es en vano; ellos se han puesto cada día peor...."
Permítannos responderles: es tristemente cierto que, a veces, se encuentran personalidades tan intratables que ni razones, ni fuerza, ni bondadosa indulgencia, ni severo castigo, alcanzan someterlos a la disciplina. Si les ha tocado uno de estos hijos, nos compadecemos de ustedes, padres. Sepan, sin embargo, que este mal aún tiene remedio. Después de haber probado todo medio a su alcance, reaviven su fe en Aquel que tiene en sus manos el corazón humano. Sigan amando a estos hijos con toda la fuerza a pesar de su ingratitud y rebeldía. No se cansen de pedirle al buen Dios que, con su poder y misericordia, haga lo que ustedes no pueden. Él los escuchará y les concederá el consuelo de verlos un día enmendarse, como ya ha pasado a tantos otros padres, quienes lloraban el extravío de alguno de sus hijos.
Carta pastoral 4 (1892)
25 de AGOSTO
NO SÓLO REPROCHES Y CASTIGOS, SINO TAMBIÉN ELOGIOS Y PREMIOS
Lo que se dice aquí de reproches y castigos se aplica también para los elogios y premios. Si no se dan con prudencia y en justa proporción al mérito, en vez de ser incentivo a la virtud, fácilmente se hacen un sutil veneno, que infiltra el corazón pervirtiendo sus mejores propósitos. La recompensa se debe dar de tal forma que no ocasione en el corazón del que la recibe, una vana complacencia o un peligroso aumento de amor propio, sino una dulce satisfacción y una santa alegría de haber sabido cumplir fielmente el propio deber y haber correspondido a la voluntad de los padres, en quienes se debe reconocer la misma voluntad de Dios.
Carta pastoral 4 (1892)
24 de AGOSTO
PARA EDUCAR SE NECESITA ANTES CONOCER
Para que la corrección sea justa, oportuna y útil, los padres deben empeñarse con todo esfuerzo para conocer bien el temperamento particular de sus hijos. Sólo descubriendo sus inclinaciones personales, se podrá suprimir las que son malas y, si fuera posible, hasta sofocarlas en su origen. Sólo de este modo se podrá desarrollar y consolidar las buenas inclinaciones. Los caracteres y las personalidades son diferentes unos de otros, como se suele decir, y pronto se descubren las tendencias de cada uno. Por tanto, no conviene usar el mismo método y la misma severidad con todos. Se encuentran personalidades indolentes que necesitan algún estímulo, y personalidades intratables que se deben doblegar a fuerza del yugo benéfico de la disciplina. Hay que distinguir, además, entre las varias faltas y errores, y no aplicar el mismo rigor indiscriminadamente. Además de resultar injusto, este método también sería totalmente ineficaz a causa de su excesiva frecuencia. No es firmeza dar el mismo castigo por defectos menores que se merecería por la trasgresión intencional y maliciosa de un grave deber, o por una ofensa contra la religión o la vida moral.
En una palabra, se debe corregir de tal modo que el niño comprenda que fue castigado únicamente para su bien, que el castigo fue razonablemente proporcionado a su culpa y no excesivo, que se procedió con justicia y amor, y que no fue arbitrario, ni una reacción de cólera o venganza.
Carta pastoral 4 (1892)
23 de AGOSTO
NO RIGOR EXCESIVO NI EXCESIVA INDULGENCIA
Con esto no queremos decir que siempre hay que mostrar a los niños un rostro duro o que nunca hay que perdonar las ligerezas de su edad. Ciertamente se debe censurar a los padres que son excesivamente severos con sus hijos y sólo saben reprenderles sus defectos con palabras ásperas, llenas de amenaza y coraje o, peor aún, (y ojalá que no fuera así) con maldiciones y crueles castigos. En vez de corregir, tales padres destruyen y envilecen a sus hijos.
Así como cualquier exceso es malo, también es negativa la mala costumbre de despojar de la educación cualquier firmeza, corrección estricta y castigo, dejándose llevar por una ciega indulgencia, que encuentra mérito en todo y ningún motivo de castigo o reprensión, hasta tal punto de admirar los mismos defectos como si fueran una manifestación de talento especial y de mucho espíritu. Esto equivale a odiar a los hijos, bajo el pretexto de amarlos. Es dejarles crecer para el vicio y la corrupción, por miedo de disgustarlos. En conclusión, se debe indicar que hay momentos y lugares para ser estrictos, siempre dentro de los límites de la prudencia y la discreción. Hay que reprender y castigar, pero no al punto de desanimar o desesperar, haciéndolo más obstinado en el camino del mal.
Carta pastoral 4 (1892)
22 de AGOSTO
EDUCAR CON JUSTA SEVERIDAD
Es cierto que, pese a toda su vigilancia, no siempre lograrán proteger a sus hijos de todo peligro. Y aun cuando lo logren, padres, la misma inclinación interna hacia el mal, que es común a todos los hijos de Adán, a causa del pecado original, bastaría para ponerlos en peligro de equivocarse, de sucumbir ante las tentaciones o de disponerlos a adquirir malos hábitos. En estos casos, ustedes tienen el deber de dar una apropiada orientación y corrección. Este deber se ha de cumplir con mucho cuidado.
Padres, madres y educadores de jóvenes, eviten una falsa ternura que los impediría dirigir a sus niños una palabra de reproche o hacerlos derramar alguna lágrima cuando es necesario. No sean tan tolerantes como para ignorar sus defectos o para reírse de ellos. Los niños sólo podrían abusar de tal negligente condescendencia y tomarla casi como una tácita aprobación de sus acciones. No solamente no se corregirán, sino que cada día podrían caer en mayores faltas. No lo permita Dios que se vuelvan incorregibles y que les sean causa de pena y dolor, como de remordimiento porque ustedes faltaron en no amonestarlos seriamente y en no corregirlos a tiempo.
Carta
pastoral 4 (1892)
21 de AGOSTO
PROTEGER A LOS HIJOS DEL MAL
Escribe san Agustín que no sólo es útil que los niños conozcan el bien, sino también, y es de suma importancia, que desconozcan el mal: "Pueris non tam prodest cognitio boni quam ignorantia mali" [Confesiones]. Es una declaración de gran peso y no la deben olvidar jamás, ni los padres ni los que toman su lugar, en el difícil ministerio de la educación. Meditándola uno siente la gravedad del mandato de vigilar siempre por los inocentes; uno llega a convencerse, sin tener que aprenderlo por lastimosa experiencia y con daño irreparable, que un niño puede empezar a pensar por primera vez en los vicios al mirar un objeto o al escuchar una palabra que hiere profundamente su imaginación. Ese objeto o esa palabra tienen la posibilidad de incitar fatalmente una pasión, que puede arruinar, a la vez, el alma y el cuerpo.
Debido a esto, vigilen siempre, padres, sobre ustedes y sobre sus hijos, y no se limiten sólo a atender el recinto de los muros del hogar, sino que sigan a sus hijos en sus pasos fuera de la casa. A pesar de que un niño esté rodeado de constantes cuidados en su familia, tristemente puede suceder que, por falta de vigilancia fuera de la casa, caiga víctima de las seducciones de un mal compañero y sufra la pérdida de su inocencia.
Carta pastoral 4 (1892)
20 de AGOSTO
NECESIDAD DE LOS BUENOS EJEMPLOS FAMILIARES
No basta con infundir una enseñanza sólo de palabras en las almas de los hijos si no la confirman con su propio testimonio. Si no lo intentan, ellos podrían decir en su corazón y, quizá lo manifiesten externamente: "padre, madre, ¿cómo es que ustedes nos enseñan amar a Dios, invocarlo en la oración, observar su santa ley, y adecuarnos a su amable voluntad, si ustedes lo ofenden de tantas maneras y tan gravemente? Por un lado, ustedes nos exhortan a ser respetuosos, obedientes, mansos y moderados y, por otro, sólo nos dan ejemplo de hablar mal de los demás, de soberbia, de enojo, de destemplanza y de resentimiento contra los demás". Claro que los niños hacen mal en seguir el mal ejemplo de sus padres, a causa de que el pecado del uno no excusa el pecado del otro, pero los que causan escándalo ¿no tienen acaso mayor culpabilidad? El Señor ha dicho: "... el que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino... y lo hundan en lo profundo del mar" [Mt 18, 6]. Por eso, es completamente necesario que sus hijos reciban frecuentemente un buen ejemplo de ustedes, y se sientan vigilados y protegidos de tropezar en las piedras del mal ejemplo de los demás.
Carta pastoral 4 (1892)
19 de AGOSTO
INSTRUIR A LOS HIJOS CON EL BUEN EJEMPLO
Además de la instrucción, ustedes (padres) tienen la obligación de edificar a sus hijos con las buenas obras y el buen ejemplo.
Dice un dicho antiguo, que siempre es justo y digno de ser recordado: el camino de los preceptos es largo, mientras que el del testimonio es corto y eficaz. Si esto es verdadero para todos en general, lo es más para los niños inocentes que se inclinan a imitar por necesidad e instinto.
Sus niños viven ahora con ustedes, padres y madres, y les miran particularmente a ustedes. Por esta razón, conviene que ustedes provean el más puro ejemplo, puesto que sus hijos atribuyen un carácter y una autoridad casi sagradas a todas sus acciones y a todos sus pasos. De esta manera, su vida debe ser un libro siempre abierto a la vista de ellos, del cual pueden aprender los primeros deberes, aun sin la ayuda de otro estudio más largo. Que (sus hijos) se den cuenta de que ustedes no enseñan ninguna verdad de la cual no están previamente convencidos, y de que no les imponen ninguna obligación ni los someten a ningún sacrificio sin que su propio ejemplo lo haga fácil y agradable.
Carta pastoral 4 (1892)
18 de AGOSTO
PELIGROS DE LAS INSTRUCCIONES QUE SE RECIBE EN EL CAMINO
Que nadie diga que todo niño puede aprender éstas y otras verdades más tarde en la escuela o en la iglesia.
Supongamos (y así lo quiere Dios) que en la escuela o la iglesia sus niños fueran rectamente orientados a conocer las verdades cristianas y a practicar la virtud y que, a causa de su celo en llevarlos al catecismo y asegurar que participen, ellos recibieran de los sacerdotes la enseñanza que sólo éstos pueden dispensar de modo completo y autorizado. De todas maneras, padres cristianos, jamás olviden que es principalmente a ustedes a quienes Dios confió el cuidado de sus hijos y, precisamente, por esto, son sus hijos.
Todos los predicadores y todos los maestros juntos no podrán dar a sus hijos tanto como pueden ustedes, padres y madres, si empiezan pronto a instruirlos, antes de que asistan a la iglesia o a la escuela, con celo y solicitud. Ustedes tienen una gran influencia sobre sus hijos, tan grande y tan íntima, que no se puede comparar con ninguna otra. Por eso mismo, sus palabras penetran más profundamente en su alma y ahí se quedan más eficazmente grabadas.
Carta
pastoral 4 (1892)
17 de AGOSTO
LA PRIMERA INSTRUCCIÓN DEBE VENIR DE LA FAMILIA
En consecuencia, ustedes (padres) tienen el deber de ofrecer a sus hijos aquella instrucción que les orientará en el camino recto y les hará, a la vez, virtuosos cristianos y óptimos ciudadanos. Y aquí nosotros no estamos hablando de una mera instrucción humana, que las leyes civiles les obligan a cumplir, enviándolos a las escuelas públicas, sino de aquella más alta instrucción religiosa que ustedes les ofrecen a través de los ministros de Dios, en el catecismo y las predicaciones, no tanto obligados por una ley humana, sino por obligación de la ley divina, de la que no podrían dispensarse sin consecuencias.
Nos referimos a aquella instrucción que es como el fundamento de cualquier otra, y que, por ley natural y divina, ustedes, padres y madres, deben impartir a sus hijos, desde su más tierna edad.
Las Sagradas Escrituras elogian grandemente al anciano Tobit porque instruyó a su hijo desde su niñez a temer a Dios y a huir del pecado: ab infantia timere Deum Docuit et abstinere ab omni peccato (desde la niñez, enseñó el temor de Dios y abstenerse de todo pecado).
De aquí se ve el deber de los padres cristianos de hacer lo mismo, de instruir desde temprano a los hijos, con la ayuda de aquel libro dorado que es el catecismo católico, en las primeras verdades y en los principales misterios de nuestra santa fe, de enseñarles a amar a Dios sobre todas las cosas y de animarles a observar su santa ley, no sólo por temor a sus castigos, sino por el amor y gratitud que se merece, debido a sus grandes e innumerables beneficios.
Carta pastoral 4 (1892)
16 de AGOSTO
DOBLE DEBER DE LOS PADRES CRISTIANOS
Desde su nacimiento, los hijos tienen el derecho de ser colmados de la más solícita atención; ustedes (padres) tienen el deber de proveerles todo lo necesario para mantener y desarrollar sus fuerzas, y no solamente las del cuerpo, sino también y principalmente las del espíritu. De hecho, el cuerpo va acompañado por un alma que vive de su propia vida inmortal, y que se desarrolla y crece, por decirlo así, con el alimento de la verdad y la virtud. Esta alma tiene un altísimo fin que supera incomparablemente a todos los placeres y las felicidades de esta tierra. Los mismos animales, aun los más feroces, no dejan de cuidar el cuerpo de sus crías, proveyéndoles la comida y todo lo que ayuda a mantenerlo sano y robusto. Pero es un noble y santo oficio de hombres y mujeres cristianos educar el alma, iluminarla con la luz de la verdad, inflamarla con el sagrado fuego del amor divino, y guiarla por las buenas sendas a la eterna salvación. ¡Este es un gran ministerio que eleva a los educadores a ser representantes del Padre celestial, y, lo que es más, les hace afortunados colaboradores!
Carta
pastoral 4 (1892)
15 de AGOSTO
HAY TODAVÍA FAMILIAS CRISTIANAS
Le damos gracias al Señor, que en nuestra Diócesis aún hay un buen número de familias que, dignamente, ejercen su ministerio de la educación cristiana de sus hijos. Ahora estaríamos lamentando si nuestra juventud no hubiera encontrado en la atención cariñosa, en las enseñanzas y correcciones útiles y saludables y en los mejores ejemplos de las personas que los guiaban, ni la prevención ni el remedio contra el veneno de la falsa propaganda, que hoy en día se va proliferando de múltiples formas, particularmente a través de la prensa. Nosotros esperamos que los esposos jóvenes, a quienes el Señor los llama a fundar una nueva familia, también aprendan de los mayores a aprovechar las gracias recibidas en la bendición nupcial y así cumplan, fielmente, con los deberes de su estado. Esposos cristianos, recuerden siempre que sus hijos son un sagrado depósito que Dios les ha confiado y del cual, un día, él mismo les pedirá cuentas.
Carta pastoral 4 (1892)
14 de AGOSTO
LA NECESIDAD DE INSTRUCCIÓN Y EDUCACIÓN FAMILIAR
Precisamente, nosotros queremos llamar su atención a esta instrucción y educación en el hogar y al modo de comprender y practicarla bien, en este tiempo que la Iglesia, por la voz de sus pastores, invita a los fieles a un mayor recogimiento de espíritu y a una profunda consideración de los deberes cristianos. Por eso, nuestras palabras se refieren principalmente a ustedes, padres de familia, pues fueron llamados por Dios al grande y formidable oficio de educar a una familia.
Quisiéramos, sin embargo, que estas palabras fueran bien acogidas, no solamente por ustedes, sino por todos aquellos que, de alguna forma, participan en la misión educadora, y por cualquiera que pueda ayudarlos, directa o indirectamente, en el feliz desempeño de una obra, que resulta de considerable beneficio común en esta vida y en la eternidad.
Carta pastoral 4 (1892)
13 de AGOSTO
SOBRE LA INSTRUCCIÓN Y LA EDUCACIÓN DOMÉSTICA DE LA JUVENTUD
Venerados hermanos e hijos en Cristo, queridísimos:
Posiblemente jamás como en nuestros tiempos, se ha hablado y escrito tanto acerca de la debida atención a la juventud. Muchos dirigen a ella sus pensamientos y sus más asiduos y sentidos intereses, expresando grandes y serios temores y esperanzas. Esto mismo explica el gran celo, en todas partes, para fundar escuelas donde los niños puedan recibir aquella instrucción que, eventualmente, desarrollará su mente como es debido.
No nos toca aquí discutir si, junto a la instrucción, se debe proveer una debida educación del corazón. Lo que no se puede negar es que no basta, y a veces es dañino, sólo cultivar el intelecto, si a la vez no se da una educación cristiana del corazón. Ante el aumento de la diversidad de escuelas, los padres cristianos, tienen la obligación de saber, por una parte, a qué clase de maestros están confiando a sus hijos y, por otra parte, ser ellos mismos los primeros en hacer todo lo que deben y pueden, para una buena instrucción y recta educación de sus hijos.
Carta pastoral 4 (1892)
12 de AGOSTO
TRABAJA, TRABAJA PARA MEJORAR A LA JUVENTUD
Con todos los libros que te enviamos y que, Dios mediante, seguiremos enviándote, ¿por qué no podrías hacer una pequeña sala de lecturas para los muchachos? Me explico: podrías alistar un cuartito para usarlo como estudio, con mesita y sillas, etc.; allí podrías tener reuniones cada miércoles para tus charlas morales y educativas de la juventud de Castelalfero, y tendrías, sin duda, la ocasión de invitar al laicado cristiano para desarrollar la cultura religiosa, leyendo buenos libros.
Al respecto, te ofrecerás tú mismo a prestarlos, llevando cuidadosamente un registro, a quienes lo solicitan. Cuando ya la cosa esté bien encaminada, con gentileza harías una colecta para poder adquirir nuevos libros que se van imprimiendo y, de esta manera, colaborarías a la difusión de las publicaciones religiosas y a motivar a los escritores cristianos.
Trabaja, trabaja para mejorar a la juventud; también lo poco es algo y el impedir el mal en nuestros días es ya un gran bien.
Carta a Delaude. 5 de febrero de 1869
11 de AGOSTO
POBRE JUVENTUD ABANDONADA EN SÍ MISMA
Debes saber que he asumido el oficio de doctrinero en el Real Convictorio ["Victorio Alfieri", de Asti]. Son más de veinte jóvenes procedentes de todas las escuelas (técnicas, gimnasios y elementales); son muy atentos, dóciles y respetuosos; en las tres veces que los he tenido, me siento satisfecho. Oh pobre juventud, demasiado abandonada y descuidada; pobre generación que crece sin más control que ellos mismos, y, después, demasiado calumniada o, por lo menos, duramente criticada en sus ligerezas y equivocada generosidad; en aquella actividad mal desarrollada de afectos mal dirigidos, por lo cual, sin culpa suya, tuerce el paso del recto camino. Pobre juventud, oremos y oremos especialmente por ella.
Carta a Delaude. 20 de febrero de 1869
10 de AGOSTO
CUANDO TE SIENTAS CANSADO, ALZA LOS OJOS...
Adelante. Haz proyectos, ordénalos y ruega al Señor por el crecimiento de todos nuestros propósitos. Lee la vida de los santos y envíame por escrito los comentarios del ejercicio; habla poco y trabaja mucho. Ordena tus manuscritos con claridad, eficacia y adaptados especialmente a la juventud que estudia.
En suma, multiplícate lo más que puedas, porque Dios no te ha dado aquellas cualidades tan sublimes para que las uses en bagatelas que no valen la pena, sino para que las uses en bien de su Iglesia.
Yo por mi parte, tú lo sabes, no puedo sino recordarte y orar por ti. Te aseguro que si el cuerpo es asediado por miles de estorbos, el alma está siempre en la presencia de Dios, allí donde todos debemos correr, a cada instante, para renovar nuestras fuerzas. Cuando te sientas cansado, levanta los ojos, pon la mano derecha sobre el corazón y considera que estás en la presencia del Señor, que estás con los amigos y con la catolicidad. La comunión de los santos es un gran dogma: levanta la voz y yo escucharé lo que digas. Padre, hijos y hermanos, una corriente única de amor. Amén.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
09 de AGOSTO
APOSTOLADO DE LA BUENA PRENSA
Yo no podría hacerlo, pero tú lo puedes. Emplea, cada día, algunas horas en quitar el polvo y el moho, si los hubiera, a los antiguos proyectos dignos de ser realizados ahora; por ejemplo, la difusión de la buena prensa. No sé si ya te he dicho que, en Modena, la tipografía La Inmaculada, ha impreso 100 000 copias del Ligorio (date una vuelta cuanto quieras, pues san Alfonso es siempre el autor más popular y apto para ponerlo en las manos de la gente sencilla y también de la gente culta), que se vende por cientos y al precio de diez centavos aproximadamente cada ejemplar de 326 páginas. Suscribirse a un periódico popular y repartir cien Ligorios entre el pueblo, ¿no te parece una buena obra?
Tantos gastos inútiles que se hacen, ¿no sería mejor difundir entre las familias, aquellos postales de enseñanza cristiana o de máximas eternas o del árbol de la cruz, con la escala de la perfección... y, otras semejantes, que te dan un millar por una lira y media?
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
08 de AGOSTO
ORAR Y CONFIARSE A DIOS
Es tiempo de terminar. Pero antes te recomiendo todavía, una vez más, que reces y reces mucho sin quejarte de los demás. Quien está preocupado y lleno de ansiedades en su obrar ofende a Dios y no reza de corazón el Padre nuestro. Aceptemos, pura y sencillamente, lo que Dios manda, sin preocupaciones ni melancolías.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
07 de AGOSTO
OLVIDEMOS EL PASADO: ¡MIREMOS ADELANTE!
Recuerda que hace dos años, en estos días, remachamos el clavo de nuestra amistad. Cuántos bonitos recuerdos. Cuántas esperanzas, cuantos logros, pero también cuántos fracasos. Anteayer he cumplido los cinco años de mi segunda vestición. Hace seis años, a estas horas, yo daba vueltas por la capital de Italia con la cabeza llena de ideas políticas y el corazón lleno de dulcísimos sentimientos hacia la madre patria.
¡Oh, ilusiones! Fantasmas de la juventud que se disiparon abriendo en el alma un río de tristes desengaños que aún perduran. ¡Oh, nefastos sentimientos que, ensanchando el corazón, aprovechasteis antes de tiempo en hacer florecer la vida, y adormecisteis al espíritu en un clima de escepticismo desolador! ¡Vade retro Satana! (quítate de mi vista Satanás).
Acabemos con estas chiquilladas antiguas: pasemos a cosas serias. Faltan diez meses y veintiséis días para contemplar al gran padre de los creyentes invocando al Espíritu Santo sobre la sufrida humanidad: emitte Spiritum... et renovabis faciem terrae (envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra). Coraje, Esteban mío, ese será un gran día para los hombres de buena voluntad.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
06 de AGOSTO
VOLVAMOS AL FERVOR INICIAL
Coraje, mi querido diácono, volvamos a los días de las primeras promesas; al comienzo de nuestra vida sacerdotal. ¡Cuánto tiempo perdido, cuántas preocupaciones inútiles, cuánto amor propio, cuán poco desapego de las cosas que no son Dios, qué poco abandono en las manos del Señor, qué poco esfuerzo para conformarse a su divina voluntad, qué peligrosa genialidad en las prácticas espirituales, qué indolencia, qué intereses, qué vanidad, qué espíritu de falta de mortificación, qué desorden de afectos! Recomencemos, recomencemos de verdad. Invoquemos al Espíritu que nos ilumine; caminemos en la presencia del Señor con la sencillez de un niño que juega bajo la mirada de la madre. Aceptemos los consuelos y los dolores que nos manda Dios con espíritu de profunda sumisión a su voluntad... Así se vive.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
05 de AGOSTO
TOMEMOS EL PUESTO QUE CONVIENE A LOS MINISTROS DE DIOS
Un alma sacerdotal es algo grande ante el mundo, ante los ángeles y ante Dios mismo. Elevémonos, entonces, de este bajo horizonte de pigmeos y tomemos el lugar que nos toca como ministros del Señor Dios. ¡Oh, sí supieras!, son cosas que nos hacen enrojecer hasta los cabellos. No trato el asunto porque es muy extenso y no terminaría pronto; me contento sólo con decirte que la economía de la gracia, aun siendo por una parte incomprensible como dogma, por otra parte podría constituir una ciencia muy extensa para un alma cristiana de verdad.
Mucha gente buena del pueblo conoce esta ciencia y el
sacerdote, a veces, ignora sus nociones más elementales... niñas que permanecen
largas horas sin moverse, después del celestial banquete... señoras que, en
medio del mundo patricio y en la abundancia de todo bien, se mantienen en un
perfecto desapego de las riquezas terrenales, llevando con sencillez de corazón
la carga de su condición social... y... y... y... cuantos otros ejemplos vivos.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
04 de AGOSTO
¿QUÉ LEES? LEE LA VIDA DE LOS SANTOS
Ahora entro a otra categoría no considerada aún. ¿Qué libros estás leyendo? Déjalo todo. Hazte amigo del vicario de M. Dupanloup, que te preste sus Memorias que ha escrito sobre san Jerónimo o algún otro santo; o, si te parece mejor, búscate otros muy buenos de autores franceses, que escribieron, como se debe, la vida de los santos, adaptándolas a nuestros tiempos; zambúllete en dichas lecturas y sigue adelante sin más ni más. Sí, la vida de los santos. Haz la prueba y me comentarás después. Tenemos necesidad de elevarnos a la altura de los grandes modelos; de elevar el tono de nuestro diapasón moral; de quitarnos, de una vez por todas, el círculo vicioso de nuestros propósitos y renovación de propósitos.
Carta a Delaude. 12 de enero de 1869
03 de AGOSTO
PRUDENCIA EN EL HABLAR
Antes de hablar, considerar si aquello que estamos por decir es para dar gloria a Dios, para bien de los demás o simplemente para vanagloriarnos. Aunque se dieran las dos primeras cosas, es decir, la gloria de Dios y el beneficio del prójimo, si nuestro hablar perturba y daña nuestra alma, entonces hay que callar, ya que la primera caridad es hacia nosotros. Parece pequeña cosa medir las palabras que decimos, en realidad es una gran virtud. Cuando tienes pocas ganas de hablar es cuando debes hablar. Procuremos que nuestras palabras glorifiquen siempre a Dios y edifiquen al prójimo. Cuando conversamos, debemos tener cuidado de contestar adecuadamente, debido a que nuestro corazón debe estar unido siempre a Dios.
El demonio se alegra cuando cometemos alguna falta, aunque sea cuando decimos una palabra inútil. Imitar a María Santísima hablando poco. Imitar a María Santísima en su modestia y la economía de la palabra. En cuanto sea posible, hablar solamente cuando se nos pregunta. Al hablar mucho siempre se comete algún pecado.
Consejos a Fasolis (sin fecha)
02 de AGOSTO
HAY QUE SER LABORIOSOS EN EL BIEN, COMO EN EL PASADO EN EL MAL
Quiera Dios, que así como he sido activo y sagaz examinando y corriendo los caminos de la iniquidad, pueda ahora tener voluntad y coraje para desarrollar todos los contraproyectos, estudiar una contra táctica y destruir lo que había edificado y edificar lo que había destruido, buscar nuevos puntos de vista, cambiar, cortar, renovar, purificar para después resurgir de pronto a nuevas y más arraigadas convicciones, a una fe más bella y robusta, al apostolado humanitario por antonomasia más que otros, (porque es católico) y, más que nada, que conduzca a la libertad y prosperidad de los pueblos, al gran apostolado que (la Iglesia), desde hace dieciocho siglos, viene proclamando desde Oriente a Occidente, desde el Norte hasta el Sur:
la alianza de los pueblos, el principio de asociación, la unidad de las razas, la tolerancia práctica (no doctrinaria, que es otra cosa), la proporcionada distribución de las riquezas, la dignidad personal frente a la que proviene de la cuna (como ejemplo la jerarquía eclesiástica), la igualdad del poderoso y del débil, del monarca y del súbdito frente a la ley fundamental de justicia y la honestidad, los derechos de nacionalidad y diversidad de razas (reconocidos tanto en la liturgia como en los ritos), la solidaridad de todas las naciones garantizada por un principio único de autoridad (la enseñanza de la Iglesia católica), la exaltación del heroísmo y del sacrificio ("Éste es mi mandamiento: ámense los unos a los otros como yo les he amado. Nadie tiene un amor más grande que esto: dar la vida por los amigos" (Jn 15,12-13).
Carta a Rossetti. 2 de agosto de 1866
01 de AGOSTO
EXAMEN DE CONCIENCIA
En el nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, día veintidós de noviembre, Viernes Santo que nos recuerda la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, empiezo a examinar mi conciencia y me propongo a cumplir todo lo que ahora escribo.
En primer lugar, proponerme el ejercicio diario de anotar cada uno de mis pecados particulares en esta libreta y enmendarlos, para que con el transcurso del tiempo pueda conocer y valorar mis obligaciones y odiar todos los pecados como obstáculos a mi felicidad. Amén.
Lo que debo buscar, ante todo, es un constante control de mis pensamientos, de modo que las ideas no divaguen hacia objetos pecaminosos y menos útiles. Por eso es imprescindible la supresión inmediata de aquella complacencia que resulta cuando la mente se siente libre e independiente. Ejercitar la virtud de la fortaleza, pues cuanto más grandes son las dificultades tanto mayor es el mérito. Cuando el alma es dueña de sí misma y solicita únicamente aquello que le concierne, entonces más fácilmente se hace capaz de perseverar en sus propósitos. He aquí el primer pecado que se ha de corregir. Esto es suficiente para seguir adelante. Luego, necesito ser activo y laborioso, pues nuestra conciencia encuentra mayor seguridad en el trabajo. La acción nos procura una misteriosa serenidad que, si se me permite la expresión, nos provee una imagen del Supremo Hacedor, el cual es eterno exactamente porque es sereno e inalterable (San Agustín).
Escritos Ascéticos. 22 de noviembre de 1867
31 de JULIO
SAN IGNACIO DE LOYOLA
Mantengamos un santo equilibrio respecto de todas las cosas que no son de Dios. San Ignacio hace de esta exhortación la base de sus ejercicios espirituales.
Si nos contentamos con mirar una máquina y nos quedamos lejos de sus ruedas, puede servirnos mucho y hasta llevarnos rápidamente sin cansarnos, mientras que si queremos tocarla y mirarla demasiado cerca, puede arrastrarnos y arrollarnos en sus engranajes, poniendo en peligro nuestras vidas. De la misma manera, si nosotros miramos las cosas de este mundo a distancia o desde arriba, sin apegarnos a ellas, nos servirán para avanzar a grandes pasos por el camino hacia el cielo.
Si, al contrario, nos metemos, nos envolvemos y nos apegamos demasiado a ellas, entonces nos arrastrarán en su remolino y terminarán arrollándonos y arruinándonos espiritualmente.
Predicación en Milliavacca. 4 de
setiembre 1887
30 de JULIO
PRUDENCIA EN EL COMPORTAMIENTO
Nosotros no debemos presumir de ser fuertes y valientes, y exponernos así, imprudentemente, a los peligros: Por el contrario debemos armarnos de aquella sabia y admirable custodia que nos defiende de las sorpresas del demonio y de los peligros de las seducciones del mundo.
Nosotros debemos mantenernos en un indiferencia universal acerca de todo lo que no es Dios y no debemos inclinarnos ni por un lado ni por otro, sino confiar completamente en el querer de Dios, que conoce nuestras debilidades y nuestras necesidades. Él sabrá muy bien por cual camino guiarnos al cielo.
Consejos a Fasolis. Sin fecha
29 de JULIO
NO PODEMOS CORRER MUY RÁPIDO...
En relación a la idea que le preocupa, que si viviera en comunidad podría servir mejor al Señor, abandónese en las manos de Dios con gran confianza; descanse totalmente en su santa voluntad y procure hacer el mejor bien posible en el estado presente.
Muchas veces el demonio puede coger los deseos buenos y volverlos desordenados, creando ilusiones falsas. Acertadamente han dicho los santos que hasta la virtud puede ser desordenada. Por eso, no busquemos correr demasiado, sino seguir al buen Jesús paso a paso. Él mismo quiere conducir las almas por las sendas que conoce. Si nosotros queremos correr demasiado y pasar delante de Jesús y de su gracia, corremos el peligro de tomar el camino equivocado y no llegar jamás a la meta. Dios quiere guiar personalmente nuestros pasos. Hagamos en cada momento la santa voluntad de Dios. Sigamos fielmente las huellas de Jesús. Aceptemos, con la tranquilidad del corazón, No nos preocupemos del futuro porque no está bajo nuestro control.
El más mínimo acto de virtud, ejercido en el momento oportuno, vale más que miles de santos deseos y generosos propósitos para una santidad futura.
Consejos a Graglia. 16 de Abril de 1888
28 de JULIO
FRUTOS DE LA ECUANIMIDAD DE ESPÍRITU...
El fruto de la ecuanimidad de espíritu es aquella alegría pura y santa del corazón, que no la pueden gozar sino aquellas almas que se mantienen indiferentes a todas las cosas, ocupándose únicamente de la gloria de Dios. Ellas ya poseen a Dios aquí en la tierra en la paz inalterable de su corazón.
Debemos demostrar también exteriormente aquella santa alegría y gozo espiritual que Dios nos infunde en el corazón, tanto cuando estamos solos como cuando nos encontramos acompañados, conservando siempre un aspecto dulce, jovial y sereno que hace feliz también a los demás; de este modo, procuremos nuestra felicidad y la de aquellos con quienes nos toca convivir, y podremos avanzar, en poco tiempo y a grandes pasos, en la senda de la perfección.
Consejos a Graglia. 13 de Junio de 1889
27 de JULIO
A CADA DÍA LE BASTA SU PROPIA PENA
No tiene que preocuparse demasiado por el mañana, sino abandonarse tranquila en las manos de Dios, que no permitirá que nos falte nada: a cada día le basta su pena.
Y, si Dios nos deja sin consolaciones no debemos entristecernos demasiado, más bien debemos continuar rezando, esperando, inclinando humildemente la frente y orientando el corazón a la divina voluntad.
En conclusión, mantenerse siempre con tal ecuanimidad de espíritu y disposición de corazón como para hacer del alma una cera blanda en las manos de Dios, de modo que él pueda disponer libremente sus planes para nosotros.
Sólo así podrá guardar todas las virtudes. Con la oración se guardan unas virtudes, con las prédicas y los consejos se guardan otras; pero la ecuanimidad de espíritu y la tranquilidad de ánimo guardan todas las virtudes, volviéndonos siempre más perfectos.
Consejos a Graglia. 13 de Junio de 1889
26 de JULIO
COMO CONSERVAR LA PAZ DEL CORAZÓN
Puesto que solos no siempre podemos conservar la paz del corazón, tenemos que acudir con más ardor al buen Jesús, nuestro divino Maestro. ¡Cuántos son los asaltos que hace el enemigo para perturbar a nuestras almas! A veces son imágenes impuras que se presentan a nuestra mente, otras veces son afectos desordenados y sentimientos malos que intentan infiltrarse en nuestros corazones para echar allí sus raíces. Cuando se nos presentan estos asaltos, y nuestros esfuerzos no logran detenerlos y alejarlos, no debemos perturbarnos, sino apoyarnos más fuertemente en Dios, con la seguridad que nuestra alma no sufrirá ningún daño, y que más bien, se purificarán y se fortalecerán los buenos sentimientos que se encuentran en nuestro corazón. De esta manera, probaremos si no es la satisfacción, al menos el fruto de la victoria. Hagamos, por tanto, reinar en nuestro corazón sentimientos y afectos buenos, y en nuestra mente santos y castos pensamientos, para que el demonio, encontrando ya el espacio totalmente ocupado, no halle en donde meter sus insidias.
Consejos a Graglia. 14 de diciembre de 1888
25 de JULIO
LA CONFESIÓN DEBE TRAERNOS TRANQUILIDAD
Si se encuentran solos en esta prueba desierta, tomen a algún confesor extraordinario de vez en cuando. Por lo demás, tengan paciencia. Dios quiere probarles un poco, y si no sienten mucha satisfacción, quédense igualmente tranquilos. La confesión en sí siempre debe traer paz, ya que por más breve que sea, siempre produce su efecto.
Continúe todavía con el mismo confesor y verá que se encontrará contenta. Si no puede encontrar aquel alimento que necesita su alma, ayúdese con la lectura espiritual y también con los consejos de su hermana y de otros. Ánimo y procure crecer siempre más en la virtud.
Consejos a Graglia. 20 de julio de 1889
24 de JULIO
SUPERAR LA VERGÜENZA DE LOS PECADOS COMETIDOS
Es natural que sintamos gran vergüenza de nuestras faltas y que, después de cada caída, casi no nos atrevemos volver a Dios, pero ¡tengamos ánimo! ¡Dios es muy bueno! Aquel Jesús, que dejó en el olvido las ofensas de sus apóstoles y después de su resurrección les trajo la paz celestial que colma el alma de santos afectos, también traerá la paz a nuestro corazón humillado y afligido. Nos muestra una gran prueba de su amor al llamarnos otra vez a su amistad y ofrecernos su generoso perdón. Él es siempre el Señor y nosotros sus humildes servidores. Cuando estamos desanimados y derrotados, nos sentimos tentados a romper las relaciones con el Señor; sin embargo, no somos nosotros sino Él que tiene los motivos para romperlas con nosotros.
Acudamos también a la Virgen Santísima, que tantas veces ha consolado a los apóstoles y a los santos en los momentos de la tentación para que se digne venir a consolar nuestro corazón y encaminarlo hacia el bien.
Consejos a Graglia. 16 de Abril de 1888
23 de JULIO
JESÚS, MÉDICO DEL ALMA
Las enfermedades del espíritu son más numerosas que las del cuerpo. Solo Jesús es el médico que puede curarlas, sirviéndose también del ministerio de sus sacerdotes.
Pidamos a Jesús como el leproso del Evangelio: "si quieres, puedes limpiarme". Mas tratándose de la lepra del pecado, digámosle también, tú lo puedes y lo quieres. Puede ser que Jesús, aun haciéndolo con manos muy delicadas, nos haga sufrir un poco al limpiarnos.
No importa: soportemos con gusto aquella poca pena para un bien tan grande, como es la pureza del ama. Pidamos entonces a Jesús que no sane sin cuidado de nuestra susceptibilidad.
Pidamos que nos sane a cualquier costo, también si tenemos que sufrir; san Pablo decía que no hay proporción entre las penas del tiempo y los gozos eternos.
Predicación en Milliavacca. 27 de enero de 1889
22 de JULIO
MAYORES DEBERES DE LAS ALMAS CONSAGRADAS
La misericordia de Dios no tiene límites. Él quiere que todos nos salvemos y a todos nos da los medios de salvación, pero a nosotros nos corresponde emplearlos adecuadamente. Pedro y Judas pecaron: el primero, después de haberlo negado tres veces, escuchó la voz de la gracia y se convirtió; el segundo, en cambio, se obstinó en su pecado y terminó perdido.
Todos los cristianos están obligados a evitar el pecado y a observar la Santa Ley de Dios. Los religiosos deben hacer mucho más, orando con más fervor, mortificándose generosamente, haciendo cada cosa con recta intención y así imitando más de cerca la vida contrariada, mortificada y crucificada de Jesús.
Cuántos religiosos tibios y negligentes oirán la sentencia en aquel día: "Aléjense de mí, malditos, al fuego eterno".
¡Que los religiosos procuren servir a Jesús con gran generosidad, sin negarle nada, pues Él sacrificó todo por nosotros!
Predicación en Milliavacca. 28 de noviembre de 1886
21 de JULIO
REFLEJAMOS A DIOS CUANDO VIVIMOS EN SU GRACIA
Ofrezcamos nuestra alma a Dios, como Él nos la donó, así nosotros debemos restituirla: bella, limpia y pura. Debemos mantenerla limpia, no solamente de los pecados mortales, sino hasta de los más pequeños pecados veniales y de las imperfecciones. De modo que cuanto más limpio sea un espejo tanto más reflejará la imagen del que está enfrente; así cuanto más pura sea nuestra alma tanto más claramente refleja la imagen de Dios.
De esto deben tener cuidado especialmente las almas consagradas, a quienes el Señor ha separado, para que le pertenezcan solo a él
Predicación en Milliavacca. 25 de octubre de 1885
20 de JULIO
JESÚS HA VENIDO POR LOS PECADORES
Sólo el pecado mortal impide la Santa Comunión. Si nos asusta la amonestación dada al desdichado sin traje de bodas, recordemos que fue el único.
Ánimo entonces, vayamos a recibir a Jesús. Vayamos con humildad y fe, conscientes de que Jesús vino para los pecadores, los pobres y los afligidos.
Si no podemos ser admitidos como justos y perfectos, al menos seremos admitidos como necesitados. Por medio de las comuniones nos haremos perfectos.
Predicación
en Milliavacca. 4 de octubre de 1885
19 de JULIO
EL VESTIDO NUPCIAL
Entre los convidados a las bodas ( Mt 22, 1-14) uno fue hallado por el rey sin vestido nupcial y condenado a ser arrojado, atado manos y pies en las tinieblas de afuera. Agradezcamos al Señor que aun no haya llegado (para nosotros) el tiempo de su visita, y esperamos por lo tanto que aquel día no tenga que decirnos: ¿por qué has venido sin vestido nupcial?
Oh si hubiera habido uno que hubiese dicho a aquel desgraciado: llega ya el patrón, colócate el vestido nupcial... Nosotros hemos tenido esta fortuna, porque en el Sacramento de la reconciliación, a través del Sacerdote, podemos siempre recuperar el vestido nupcial que hemos recibido en el Bautismo, si la hubiésemos perdido con el pecado grave. Para los pecados veniales de cada día, un acto de caridad es suficiente para borrarlas.
Predicación en Milliavacca. 24 de Octubre 1886
18 de JULIO
DISPONERNOS BIEN A LA COMUNIÓN
Se puede recibir la Comunión después de haber faltado uno o dos días; aproveche la oportunidad, con tal que no haya pecado gravemente. Puede decir alguna oración de este tipo: "Señor, yo no soy digno de acercarme a recibirte en mi corazón. Más bien, mis pecados me hacen indigno, aunque también siento la necesidad de acercarme a ti para reforzar mi alma débil que está por perecer. Ayúdame y transforma mis disposiciones inadecuadas por tu infinita misericordia y por los méritos infinitos de tu divino Hijo Jesucristo".
Consejos a Graglia. 8 de Diciembre de 1886
17 de JULIO
EN LAS FUENTES DEL SALVADOR
Jesús, se nos ha dado a sí mismo en el Santísimo Sacramento y nos permite ir cada día a recibirle. Él nos da las riquezas de la tierra, consistente en la paz de la conciencia; y las riquezas del cielo que son la gracia y el amor. En realidad, la Eucaristía es lo que más nos une a Dios, y hace que el cielo baje a la tierra, alegrando con gozos inefables a aquellas almas elegidas que la reciben con gran pureza y fervor. Ver la puerta del sagrario es casi como ver la puerta del cielo. Basta una Comunión para llevarnos a la perfección. Sin embargo, los maestros espirituales nos exhortan a comulgar frecuentemente. La Eucaristía es el sacramento de la fe; por la fe esperamos recibir de ella todas las gracias que necesitamos; por ella, el corazón y la voluntad se encienden de amor. Cuando el sacerdote está por darles la Santa Hostia, entren en un santo gozo y acérquense con alegría a las fuentes del Salvador.
Predicación en Milliavacca. 7 de junio de 1885
16 de JULIO
LA EUCARISTÍA, ALIMENTO DEL ALMA
La Eucaristía realmente nos une a nuestro Dios y debe ser para nosotros nuestro paraíso. Después de la inmensa alegría de la Comunión, algunos no pudieron continuar en esta vida y sucedió que Jesús llevó su alma al cielo. Para los demás, Jesús baja del cielo a la tierra y alegra con gozo inefable a aquellos que lo reciben con todo el fervor del corazón.
Y ¿qué decir de san Felipe que al estar a punto de recibir a su Dios se encendía de una caridad que llenaba de asombro y admiración a todos los que estaban presentes?
Por esta razón, se dice que una Comunión bien hecha, es suficiente para hacernos santos, pero hay que recibirla con todas las disposiciones necesarias.
Predicación en Santa Clara. 31 de marzo de 1869
15 de JULIO
LOS SACRAMENTOS, MANANTIALES DE GRACIA
Los sacramentos son manantiales inagotables de la gracia, puntos fertilísimos para la meditación cristiana, ejes de nuestra vida en sus diferentes etapas; son la continuación de la vida pública de Jesús, la perennización del Maestro invisible en medio de su Iglesia visible, la distinción más marcada entre la verdadera y la falsa religión, el ejercicio de la fe, el coeficiente de la esperanza, el engrandecimiento de la caridad, la orientación y la regla de todas las virtudes.
Meditemos en los sacramentos y tendremos las normas infalibles para nuestro vivir.
Fragmentos. 1867-1869
14 de JULIO
LA
COMUNIÓN EN LA ORACIÓN
Cuando ofrezcas tus homenajes al Creador acuérdate de tu pobre amigo. La comunión de la oración, después de la Eucaristía, es el punto más consolador que se encuentra en el símbolo. Todos los otros nos dan miedo; éste, al contrario, nos pone en las manos el poderoso medio de hacer violencia, por así decir, a la misericordia de Dios. Usémoslo, mi querido amigo, entrelacemos nuestras oraciones y pueda el ángel del perdón tomarlo en cuenta en el tremendo libro de las expiaciones.
Carta a Rossetti. 25 de agosto de 1866
13 de JULIO
LA ORACIÓN ANTES QUE NADA
Pasemos ahora a los detalles, bastante hemos explorado la campaña, sin contar las cuatro páginas que no te mando y que conservo para recuerdo en el álbum de las bagatelas. ¿Qué haces durante las veinticuatro horas? ¿Cuántas horas las ocupas orando, confesando, predicando, recogiendo recuerdos del pasado y apuntes para el futuro? Trataremos de todo esto sin esperar que tú me contestes categóricamente.
Ante todo la oración. Mira a san Ignacio de Loyola que cargaba todo un mundo en sus hombros; el corazón y la mente grávidos de la más grande Institución que el hombre haya imaginado jamás para el servicio de la humanidad, sin embargo oraba siete horas por día (me parece).
Y san Alfonso de Ligorio ¡cuántas cosas bonitas dice de la oración! ¿Y Lacordaire? No puedo dejar de transcribirte acá un trozo: «La oración es la reina del mundo. Vestida de humildes paños, baja la frente y, con la mano extendida, protege al universo con su suplicante majestad y va continuamente del corazón del débil al corazón del fuerte, y mientras sus quejas más se elevan desde abajo, más grande es el trono en que se apoya, y su imperio es exitoso. Si un insecto pudiera rogarnos cuando estamos para pisarlo y aplastarlo, su súplica nos llenaría el corazón de inmensa compasión; como no hay cosa más alta que Dios, así no existe oración más victoriosa que la que sube a Él. Es la oración, oh señores, la que restablece nuestras relaciones con Dios, que reclama para nosotros su acción, una violencia sin afectar en nada su libertad y por eso es la madre de la fe».
Carta
a Delaude. 12 de enero de 1869
12 de JULIO
REZA: NO SÉ RECOMENDARTE OTRA COSA MEJOR
Reza y reza mucho, no sé recomendarte otra cosa, porque sé que el diablo nos tienta siempre más y nos ataca por todos lados. No podemos vencerlo de una manera mejor. Cualquier otro medio de defensa puede cambiarse en arma ofensiva cuando no sabemos hacer un uso prudente de él. Sólo la oración humilde y perseverante no falla; oremos mucho y de corazón, oremos aún sin sentir gusto, oremos también en la aridez del espíritu, oremos al buen Dios que nos enseñe a amarlo y ponga fin a nuestras tibiezas.
Carta a Delaude. 9 de marzo de 1869
11 de JULIO
OREMOS CON HUMILDAD Y CONFIANZA, CON FE
Los maestros espirituales enseñan que para que la oración sea eficaz, se debe hacer con humildad y confianza. Estas son las virtudes que arrebatan las gracias de las manos de Dios. ¿Por qué muchas veces no somos escuchados? Porque nos apoyamos demasiado en nuestras pobres fuerzas, en vez de estar plenamente convencidos que por nuestra cuenta nada podemos y que debemos confiar únicamente en Dios y esperar todo de los infinitos méritos de nuestro Señor Jesucristo. Entonces debemos orar con fe, es decir, con la seguridad de conseguir todo lo que pedimos, a causa de que nos lo ha prometido Dios, quien no puede engañar, ni ser engañado. Generalmente mientras rezamos, tenemos grandes dudas de si Jesús nos oye o si tal vez no es todopoderoso. De este modo, nos está faltando la fe. Procuremos, por ello, que nuestra oración sea humilde, confiada y fervorosa. Luego, lancémosla en alto para que alzándose con las alas de la fe penetre en los cielos y llegue hasta la presencia de Dios y del divino Corazón de Jesús.
Predicación
en Santa Clara. 27 de Enero de 1889
10 de JULIO
EFICACIA DE LA ORACIÓN BIEN HECHA
Una vez que hemos conocido la belleza y conveniencia de esta oración, también podemos reconocer su eficacia. Vemos cómo Jesús quiso inmediatamente escuchar al leproso y le respondió con sus propias palabras, como para demostrar que eran las más apropiadas y eficaces. Dijo: "¡Sí, lo quiero! ¡Queda limpio!" ¡Lo quiero! ¡Qué dulces palabras de los labios de Jesús, quien también quiere lo que nosotros queremos! Jesús siempre nos responde con estas palabras, cuando le pedimos alguna gracia buena y útil para la eterna salvación, porque este buen deseo nos ha venido de su corazón y a su corazón vuelve. Al escucharnos entonces, se está escuchando a sí mismo. Así era para los santos; ellos estaban tan conformes con los deseos del Señor, que identificaron su propia voluntad con la de él. En recompensa, el Señor identificó su voluntad con la de ellos, de modo que ellos tenían la llave del corazón de Jesús, y para ser escuchados no tenían que hacer más, sino pedirle. Al poner, así, totalmente su confianza en la santa voluntad de Dios, jamás les hizo falta algo y hasta tenían de sobra y lo disponían a beneficio de los demás.
Predicación
en Santa Clara. 27 de Enero de 1889
09 de JULIO
NUESTRA ORACIÓN SEA COMO UN GRITO DEL CORAZÓN
Jesús se complace mucho cuando le expresamos nuestras necesidades y confiadamente le describimos nuestras miserias, aunque ya las conoce todas. El leproso, sin embargo, no se quedó haciendo una larga descripción. Más bien, se limitó a una palabra: limpiarme. Así nosotros, tampoco debemos perdernos en largas enumeraciones de nuestras necesidades, ni en detalladas descripciones de nuestras enfermedades espirituales. Nuestra oración debe ser como un grito del corazón, con que pedimos al Señor el remedio para nuestras necesidades. Uno que tiene hambre no se queda describiendo en detalle la debilidad que está sintiendo, sino dice simplemente: "¡Tengo hambre!". Estas palabras resumen aquella falta de comida que produce en Él. Nosotros debemos hacer lo mismo cuando rezamos y presentamos al Señor nuestra miseria moral.
Predicación en Santa Clara. 27 de Enero de 1889
08 de JULIO
CUALIDADES DE NUESTRA ORACIÓN
El evangelio de hoy, narra que mientras Jesús bajaba del cerro, se presentó un leproso que lo adoró profundamente y le dijo: Domine, si vis, potes me mundar (Señor, si quieres, puedes limpiarme) (Mt 8,2). Con la palabra "Señor", reconoce a Jesús como su supremo rey, y postrándose en tierra lo adora. Aquí vemos el primer acto de la oración, es decir, el ponernos en la presencia de Dios. Este pobre leproso tuvo la fortuna de ver físicamente la persona de Jesús con sus propios ojos. Cuando nosotros nos ponemos en la presencia de Dios, debemos verlo con los ojos de la fe e imaginar su rostro bondadoso y humilde, majestuoso y afable, listo para escuchar nuestra oración. El leproso sigue: "Si quieres, puedes limpiarme". Con esto reconoce que Dios es todopoderoso y manifiesta su confianza. La sencilla palabra limpiarme, incluye una descripción completa de su mal. La lepra es una enfermedad tan repugnante y horrible que los infectados por ella se consideraban sucios.
Predicación en Santa Clara. 27 de Enero de 1889
07 de JULIO
¿QUÉ PODEMOS HACER POR LOS PECADORES?
Sepan que muchas veces, algunas vírgenes enclaustradas, hacen más que los misioneros, predicadores y confesores. Entonces ofrezcan sus oraciones y sufrimientos por esta intención; hagan alguna mortificación y sacrificio. Esto salvará a aquellas pobres almas de llegar a desplomarse en el infierno. Es cierto que Jesús también podría convertirlas y salvarlas sin nosotros: ¿por qué no lo hace? Es el misterio de su bondad y misericordia. Él quiere hacerlo a través de nosotros, para favorecernos con sus méritos. Ciertamente es un gran favor de parte de Jesús y una gracia que nos hace, que desde el momento en que salvamos un alma aseguramos la salvación de la nuestra.
Como nosotros rezamos por nuestros hermanos, así ellos rezan por nosotros, y si no tenemos la voluntad de entrar en el redil, las oraciones de nuestros hermanos servirán para hacernos perseverar en el bien.
Predicación en Milliavacca. 04 de julio de 1886
06 de JULIO
REZAR EN EL NOMBRE DE JESÚS
Jesús reprendió a los apóstoles que aún no habían pedido al Padre en su nombre y les aseguró que cualquier cosa que le pidieran en su nombre, la conseguirían.
"Cualquier cosa," dice Jesús. ¡Qué extensa es esta promesa! Pero tenemos una pequeña restricción: "en mi nombre", es decir, según la voluntad y el beneplácito de Dios.
Algunas veces tenemos deseos de algo que, aunque sean buenos, no son según los designios de Dios. Por ejemplo, en el caso de querer liberarnos de una enfermedad, tribulación o cruz, que Dios nos manda como una oportunidad para ejercer la virtud y acumular méritos para el cielo, debemos resignarnos a las disposiciones del Señor. Si queremos tener la certeza de ser escuchados, pidamos gracias espirituales. Digamos de corazón al Señor: "Venga tu reino, hágase tu voluntad. Danos hoy nuestro pan de cada día, pero el pan de la gracia que nutre el alma, mejor que la comida material que sacia el hambre del cuerpo".
Nos debe bastar tener la gracia del Señor y su santo amor aún cuando nos encontremos en pobreza y necesidad.
Predicación en Milliavacca. 30 de mayo de 1886
05 de JULIO
LA UNIÓN CON DIOS FORTALECE NUESTRA VIDA
Inmensos son los beneficios que se sacan de la unión con Dios en el santo recogimiento. Miren a Jesús, María y José, los tres más grandes personajes que han vivido en esta tierra. ¿Qué cosa hacían en Nazaret? Nada de grande ni extraordinario en apariencia; no atendían sino las ocupaciones humildes y ordinarias, propias de una pobre familia obrera. Pero, siendo dichas acciones animadas por el espíritu de oración y la unión con Dios, asumían un valor y un resplandor inmensos a los ojos del cielo.
No se trata de hacer acciones grandes y extraordinarias, sino de hacer la voluntad de Dios en cada cosa. Sean pequeños o grandes los oficios que se nos confían, lo importante es que los hagamos por obediencia a la voluntad de Dios. Así, nos conseguirán grandes méritos.
Predicación en Milliavacca. 8 de octubre 1881
04 de JULIO
RECEMOS TAMBIÉN POR AQUELLOS QUE NO TIENEN TIEMPO...
Por eso procuremos ofrecer las primicias al Señor y santificarle el primer instante de nuestra jornada levantándonos prontamente y elevando nuestra mente a Dios; esto nos traerá una gran satisfacción al entrar a la iglesia a rezar, meditar, escuchar la Santa Misa y recibir la Santa Comunión.
¡Oh, cómo seremos entonces compenetrados por una viva gratitud hacia el Señor, que nos procura tantas comodidades y beneficios espirituales, en preferencia de tantos otros, quienes al despertarse pronto son poseídos y vencidos por tantos asuntos materiales, que no tienen ni el tiempo, ni las ganas de ir a la iglesia o, al menos, recitar una breve oración.
Oremos por ellos también y, especialmente, por nuestros familiares que están en el mundo y que cuentan con nuestras oraciones. Tal vez, ellos dicen: "Yo no tengo tiempo para rezar, pero tengo un familiar consagrado al Señor; él rezará por mí y suplirá lo que yo no hago". Debemos estar atentos para no traicionar la confianza que ellos ponen en nosotros; procuremos, más bien, contentarlos, rezando mucho por ellos y por todos los fieles, sobre todo, por los pobres pecadores.
Predicación en Milliavacca. 8 de octubre 1881
03 de JULIO
ES IMPORTANTE COMENZAR BIEN
Desde la mañana, cuando nos llega la hora de levantarnos, no hagamos caso a la pereza, más bien inmediatamente procuremos sacudirnos y abrir los ojos, no solamente a la luz del día, sino también a la luz de la fe, diciendo: "Oh Señor, aquí me tienes: quiero emplear toda esta jornada para servirte y glorificarte".
Si nosotros logramos dominarnos en este primer acto, esto nos dará fuerza para dominarnos también después en las tentaciones, que nos asaltarán a lo largo de la jornada y nos harán fervientes y ágiles en el cumplimiento de todos nuestros deberes. Si, por el contrario, hacemos caso a la pereza y no elevamos pronto nuestra mente a Dios y no nos esforzamos en dominarnos a nosotros mismos; entonces, se pasará de mal en peor, y toda la jornada la pasaremos de mal humor, que es propio del que no está en buena relación ni con Dios ni con su propia conciencia.
Predicación en Milliavacca. 8 de octubre 1881
02 de JULIO
FRUTOS DEL ESPÍRITU DE ORACIÓN
¡Cuántos frutos preciosos resultan del espíritu de oración! Sobre todo una viva luz de fe en todas nuestras obras; grandes e incesantes ayudas del Señor para hacer bien todas las cosas, y de allí una sucesión ininterrumpida de buenas obras y santos méritos, que nos llegan como consecuencia de actuar siempre en unión con Dios.
Predicación en Milliavacca. 8 de octubre 1881
01 de JULIO
CÓMO ORAR SIN CESAR
Jesús nos recomienda a orar siempre sin desfallecer jamás. De hecho, nada puede impedirnos de rezar y de orar siempre. Jesús empezó a orar desde el primer instante de su nacimiento, no con los labios sino con el ofrecimiento total de sí mismo a su Padre Eterno. Oren y jamás dejen de orar. Ustedes podrán orar siempre si hacen todo para Dios y por su amor.
Hay que hacer este propósito desde la mañana, luego bastará recordarlo durante el día, simplemente poniendo la mano sobre el corazón, al cumplir con empeño los deberes de nuestro estado y al elevar frecuentemente nuestro corazón a Dios, con alguna advocación ferviente: "¡Señor, todo por ti!"
Predicación en el Instituto Milliavacca. 8 de octubre 1881
25 de JUNIO
TODO ES PROVIDENCIAL AQUÍ
Por cierto, para un creyente no hay gozo más profundo que éste que nos ha regalado el Señor, en el momento que era coronado de gloria el Sumo Pontífice y le era asignada la prerrogativa de la cual, quizás, dependerán los más vitales intereses de la Iglesia. Sabemos por la fe que todo es obra de la Providencia aquí en la tierra, y esta fe es la victoria que vence al mundo. ¿Podríamos dudar de que no fuera necesaria esta suprema afirmación del Magisterio infalible de los sucesores de Pedro en estos tiempos? Un día éste fue el tema de nuestras conversaciones, he aquí que ahora el Espíritu Santo ha elevado a creencia universal lo que, por motivos muy humanos, podía ser negado por muchos.
Entonces el deseo del corazón estaba en armonía con una necesidad del Espíritu.
Carta a Delaude. 18 de julio de 1870
24 de JUNIO
COMBATIR CADA UNO EN SU PROPIO PUESTO
Oremos y oremos. Los tiempos siempre se hacen más turbios y difíciles; los intereses individuales y particulares deben dar paso a los intereses generales de la madre Iglesia. Como bravos militares, hagamos también nuestra parte, prontos a dar la alarma cuando el enemigo aparezca; mientras tanto, no hay otra necesidad sino la de vigilar, cada uno en su garita; la hora de la batalla campal todavía no ha llegado. Preparemos las armas, fortalezcamos el espíritu, purifiquemos los afectos; preparémonos para toda clase de lucha, para que, llegado el momento, no vacile nuestra voluntad, y nuestras fuerzas no fallen frente a las armas enemigas.
Entonces, teniendo algún alma bella como ejemplo, adelante sobre sus huellas a cualquier precio.
Carta a Delaude. 23 de febrero de 1869
23 de JUNIO
LAS ARMAS DEL BUEN SACERDOTE DE CRISTO
El tiempo apremia, mi querido colega. ¡Ay de nosotros si nos encontráramos desprovistos el día de la batalla! Armémonos y armémonos pronto: la oración, el desapego de las cosas que pasan, el celo por la gloria del Señor, el hambre y sed de la justicia, la actividad para el rescate de las almas, el espíritu de sacrificio, de mortificación, de penitencia; éstas son las armas que debemos afilar, teniendo todos en alto la misma bandera, prontos a la misma llamada, ejército permanente de la Iglesia, la cual nos ha llamado a su defensa contra poderosos y numerosos enemigos.
Carta a Delaude. 2 de febrero de 1867
22 de JUNIO
SACERDOCIO HERÓICO Y SANTO
Renovemos los bellos tiempos de la antigüedad, cuando el sacerdocio se presentaba digno de veneración a los pueblos, por la vivísima fe y la profunda caridad. Ahora, no tenemos más que un pálido reflejo de la caridad apostólica. ¡San Pablo!, la figura típica del cristianismo. Delaude, abracémonos en Dios y, cuando estemos para unirnos a Él en la mística unión de la eucaristía, transfigurémonos; Cristo en nuestros corazones es el coeficiente infinito... Y nosotros, pobres cifras de la nada, podemos multiplicarnos gradualmente hasta alcanzar alturas de cifras infinitas.
Oración, meditación y lucha; lucha continua contra nosotros mismos... y, cada hora que pasa, gritemos con santa Teresa: Coraje, una hora menos para combatir. Los paladines de la Edad Media estaban siempre alertas para que la cobardía de un momento no les hiciera perder la gloria merecida en largos años. También nosotros debemos vigilar constantemente, con la mano en el puño de la espada, y el ojo fijo en el cielo.
Carta a Delaude. Julio 1867
21 de JUNIO
IMPRESIONES SOBRE LA VIDA DE SANTA MARÍA ALACOQUE
Sobresale en aquella vida, la idea del sacrificio y de la abnegación, de la esperanza y del amor. El hombre tiene un corazón para amar y un cuerpo para sufrir. Esta idea predomina en los escritos de todos los santos. Aunque expresada en mil formas diversas, siempre se llega a lo mismo: reparación y sacrificio: aut pati aut mori, (o padecer o morir). David, Jeremías, Pablo y el misionero del siglo XIX.
El sacrificio del Hombre-Dios en la cruz es un gran coeficiente de nuestros padecimientos, y la sabiduría de la Iglesia ha querido que todos nuestros actos de adoración al Padre fueran cimentados en los dolores del Hijo divino. No seremos buenos sacerdotes si no nos hacemos víctimas de propiciación al lado del Cordero inmaculado.
Reflexiones (1866-1867)
20 de JUNIO
LLENOS DE COMPRENSION CON LOS SUPERIORES
Interpretar todo lo que se refiera al prójimo del modo más favorable. Si dicha máxima tan bella se ha de observar respecto de todos, cuanto más debe aplicarse en relación con los superiores, ya que ellos tienen a su cargo el difícil ministerio de tener compasión por unos y de saber interpelar con otros... no obstante, concediéndoles siempre el beneficio de la duda. Táctica para no hablar mal del prójimo.
Fragmentos (1867-1869)
19 de JUNIO
LA CARIDAD NO SIGNIFICA SER TONTO
Tratar mejor a quien, por algún motivo, menos lo merece.
Hacer bien las cosas y hablar con mayor afabilidad a quien es antipático.
La caridad no significa ser tonto, como quisieron hacernos creer los que dicen que la paciencia es la virtud del asno.
Cuando se debe tratar con el prójimo, inclinarse al lado donde no hay amor propio.
Ser generosos con Dios venciendo las repugnancias y el amor propio herido, practicando la caridad hacia cualquier persona.
Consejos a Fasolis. Sin Fecha
18 de JUNIO
ES MEJOR EJERCITAR LA SEVERIDAD SOBRE UNO MISMO
Si tememos presenciar el juicio de Dios, cuya severidad infunde tanto miedo, debemos acatar las palabras de san Pablo: "Si nos juzgamos a nosotros mismos, ya no seremos juzgados" (Rom 14,10-13). Entonces, no temamos de juzgar y escudriñar severamente a nosotros mismos y a nuestras acciones, mientras evitamos juzgar a los demás. Dice el Señor: "No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados" (Mt 7,1).
Lamentablemente, por lo general, estamos muy atentos para examinar y condenar al prójimo, mientras que nosotros siempre estamos listos para justificarnos. Esto va en contra de la caridad y la justicia, porque al hacer eso estamos usurpando un derecho que pertenece únicamente a Dios: el derecho de juzgar a los demás. A la vez estamos descuidando lo que no es solamente nuestro derecho, sino también una obligación muy seria: juzgarnos a nosotros mismos.
Consejos a Fasolis. 24 de julio de 1884
17 de JUNIO
LA CARIDAD ES INDULGENTE Y ESPERA EN LA CORRECCIÓN
La parábola de la cizaña que el patrón quiere que se deje crecer junto al buen grano nos enseña que Jesús conocía bien que somos poco indulgentes y cómo faltamos a la benignidad y a la caridad [hacia el que se equivoca] por lo tanto, quiso enseñarnos, con la parábola, que a veces los malvados hallándose entre los buenos se enmiendan y viendo su bondad se hacen buenos como ellos.
Jesús se reservó un solo día para la justicia: el día del Juicio; los demás son todos días de misericordia. Si somos misericordiosos no tenemos nada que temer frente al Tribunal de Dios, porque a quien tiene misericordia se le mostrará también misericordia. Nosotros, de hecho, somos contrarios a lo que debemos ser: Indulgentes con nosotros y severos con los demás; mientras la razón quisiera que fuésemos indulgentes con los demás y severos con nosotros. Ya que, cuando se trata de nosotros conocemos cómo están las cosas y las malicias que hay en nuestras acciones, por las que deberíamos condenarlas severamente. Al contrario, somos mucho más propensos a condenar las acciones de los demás, y cuando no podemos condenar la acción que se ve, tal vez condenamos o al menos dudamos de la intención que no se ve.
Todo esto se debe a nuestra maldad y a nuestra falta de caridad e indulgencia. Es verdad, lastimosamente, que con la intransigencia hacia los otros y con celo excesivo mal entendido nosotros de hecho no construimos, sino destruimos, haciendo más el mal que el bien a nuestro prójimo.
Predicación en Milliavacca. 11 de noviembre de 1888
16 de JUNIO
LA CARIDAD FORTALECE TAMBIEN A LA ORACION
Debemos dejar nuestras ofrendas ante el altar e ir primero a reconciliarnos con nuestro prójimo. Sólo entonces Jesús aceptará nuestra ofrenda y nos bendecirá a nosotros y a nuestro hermano.
¿De qué valen tantas oraciones si uno guarda odio en su corazón? Mejor sería dejar de rezar el Padre Nuestro que seguir sin perdonar a los enemigos. De lo contrario, esas palabras, "perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" se cambiarán en una imprecación que recaerá sobre nosotros mismos. ¿De qué vale invocar la ley y estar legalmente fuera del derecho? La ley no vale nada en estos casos. Es el corazón el que tiene que estar libre de odio y de rencor.
¡Cuánto bien hace a la sociedad el sacerdote predicando el perdón y la reconciliación desde el púlpito, y exhortando en el secreto del confesionario! Si se retira al sacerdote de un pueblo, pronto se verá reinar el desorden, la anarquía y el crimen. Cuando se desvanezca el temor de Dios, los juzgados estarán repletos, las prisiones superpobladas y las familias irán hacia la ruina.
Mansedumbre y dulzura, luego vendrá la paz.
El Señor recompensa nuestros sacrificios; por un momento de pena que aceptemos nos dará días y hasta semanas de paz y de alegría espiritual.
Predicacion
Milliavacca. 3 de julio 1887
15 de JUNIO
LA CARIDAD VENCE TODO
Tratemos a todos con indulgencia y así podremos decir al Señor, cuando nos sentimos abatidos: "Señor ten piedad de mí, como yo la tengo con mi prójimo." San Francisco de Sales tenía una bondad muy grande. Aunque su corazón era sensible e irascible como el nuestro, sin embargo, lo tenía en la mano y sabía mortificarse a sí mismo. Así es como también nosotros debemos amar a nuestro prójimo y disculparlo siempre, mortificando nuestro corazón, cuando tiende a tener resentimientos contra nuestros hermanos; si pasamos nuestra vida amando, al morir iremos al lugar donde se ama a Dios eternamente.
La caridad supera todo (1Cor 13,7) y disculpa todo, respecto del prójimo. Debemos soportarlo aun cuando nos moleste o fastidie, por amor a Dios a quien vemos en el hermano. Dios nos asegura que arroja hasta el fondo del mar nuestros pecados, inclusive los más graves, cuando le pedimos perdón por ellos. ¿Por qué, entonces, nosotros hacemos tanto caso de las pequeñas ofensas o descortesías que el prójimo nos causa? No movamos mano o pie, no pronunciemos palabra, no consintamos pensamientos o afectos que no sean inspirados e informados por la caridad.
Predicación Milliavacca. 26 de octubre 1884
14 de JUNIO
LA CARIDAD ES EL COMPENDIO DE LA SANTIDAD
Permítanme expresarme así: Dios es infinitamente bueno, mientras que el hombre es obstinadamente malo.
La caridad es el compendio de la santidad: saquemos esta bella virtud de su fuente que es la Santa Comunión; pidámosla a Jesús por medio de María y ella nos la conseguirá.
Miremos los santos, por más santos que fueran, más indulgentes eran. Aún siendo los menos culpables delante de Dios y de los hombres, se hacían pasar por culpables delante de todos. Nosotros, al contrario, medimos una palabra, juzgamos una acción, cuestionamos una intención y somos tan exigentes con nuestro prójimo. Si logramos detener una palabra o una acción de desprecio, nos parece que ya hemos hecho un gran sacrificio.
No, no debemos contentarnos con observar la legalidad de no dañar al prójimo; debemos también amarle y hacerle el bien.
Dios nos mide con nuestra medida. Él es bueno y misericordioso, mientras nosotros somos cerrados y de corazón estrecho. Jesús nos conoce y pone su mano sobre nuestra llaga: es lo que él dice en la parábola del siervo despiadado (Mt 18,23-35). La escena de esta parábola nos corresponde a todos.
Predicación en Milliavacca. 21 de agosto 1887
13 de JUNIO
CARIDAD SIN LÍMITES
El que verdaderamente se reviste de las entrañas de la caridad, alguna vez llega hasta la exageración y los escrúpulos, creyendo que la debe practicar, incluso cuando se podría pasar sin ella; nosotros debemos revestirnos con el hábito de la caridad y estar listos para ejercitarla siempre; si no se nos presenta la oportunidad, debemos estar igualmente dispuestos a practicarla.
Viviremos espiritualmente si, como Jesús dijo al maestro de la ley, hacemos el bien a nuestro prójimo sin restricción de personas, circunstancias, lugar o religión. Debemos extender nuestra caridad a todos: haz esto y vivirás. La caridad es la que nos hace vivir. Hagamos el bien y viviremos de la vida verdadera que es la vida del espíritu.
Predicación en Milliavacca. 21 de agosto de 1887
12 de JUNIO
SIN LA CARIDAD ES IMPOSIBLE AMAR AL PRÓJIMO
Cuando se ve a alguien ejercer la verdadera caridad hacia el prójimo, hay que creer que arde en Él un gran amor de Dios porque no podría suceder de otra forma. De diversas maneras san Vicente de Paúl ejerció la caridad a favor del prójimo, debido a que albergaba en su corazón una ardiente llama del amor de Dios. Esta llama le urgía a hacer el bien al prójimo a cambio de lo que el Señor había hecho por él.
Hay que ejercer la caridad con toda persona, sin preguntar quién es ni de dónde viene, sino por el solo hecho que representa a Jesucristo.
Junto al amor de Dios, los solitarios del desierto también ejercían el amor al prójimo. Si bien no lo ayudaban materialmente, de todos modos, rezaban y se sacrificaban por él. Unían sus mortificaciones a los sufrimientos de Jesús y ofrecían sus austeridades por sus hermanos. Y cuando era necesario, solían salir de sus retiros, dejar su soledad y dedicarse a socorrer de sus semejantes. Cuando éstos acudían a pedir ayuda y consejo, no dudaban en interrumpir su oración y contemplación para atenderles con gran esmero y bondad.
Predicación
en Milliavacca.
5 de octubre 1886
11 de JUNIO
LA CARIDAD ES EL VÉRTICE DE LA JUSTICIA
Jesús dijo que nuestra justicia debe ser más grande y más generosa que la de los escribas y fariseos, es decir, más que hacer justicia debemos practicar la caridad. Jesús nos enseña no solamente a no odiarnos, sino también a suprimir y a olvidar todo sentimiento de aversión contra el hermano. Tal vez, en ciertos casos no podamos dejar de sentir tal aversión, pero siempre se debe y se puede suprimir y sofocar con la gracia de Dios. No basta detener las palabras inadecuadas, sino además tenemos que acallar cualquier sentimiento interior que sea contrario a la caridad. Por este sacrificio que hacemos para dominarnos, Jesús nos pagará con copiosas bendiciones para nuestras almas.
A veces nos puede parecer conveniente ventilar nuestros resentimientos; no obstante, ¡cuántos remordimientos nos cuestan esos desahogos y cuán triste y amargada nos deja en el alma! Un pagano preguntó a un cristiano sarcásticamente para provocarle: ¿Qué milagro ha hecho tu Cristo?"; éste respondió: "uno de los milagros que me hace es darme la gracia para soportar tus insultos sin maldecirte, sino más bien, perdonarte y amarte". Los antiguos cristianos eran de un solo corazón y de una sola alma (Hch 4,32).
San Juan Gualberto perdonó y abrazó a su enemigo, y en recompensa Jesús se inclinó hacia Él desde el crucifijo, frente al cual había ido a rezar. También le concedió la gracia de hacerse fundador de una Orden religiosa. Abracemos a nuestros enemigos, al menos en espíritu si no se puede físicamente y veamos en ellos la imagen de Dios.
Predicación
en Milliavacca.
3 de julio 1887
10 de JUNIO
PRÁCTICA DE LA CARIDAD
La caridad es una virtud extraordinaria; pero, lastimosamente, muchos la pervierten y destruyen, queriendo practicarla solamente con las personas con quienes sienten alguna afinidad personal. ¡Cuidado con favorecer estas tendencias! No nos llevarán inmediatamente al pecado, pero se correrá graves peligros; es cierto que no se ejercerá así aquella caridad que Jesús tanto nos recomienda y que es tanto más perfecta cuanto más está inspirada por motivaciones sobrenaturales. Jesús tuvo cuidado de purificar su caridad de cualquier apariencia de sensibilidad o preferencia o acepción de personas. Se hizo todo para todos, con el único interés de complacer y glorificar a su Padre eterno. Así cuando se dijo que su madre y sus parientes deseaban hablarle. Así con la Magdalena después de la resurrección. ¡Caridad, Caridad, cuanto eres apreciada!
Procuremos ver a Dios en nuestro prójimo; más bien, mirémosle en el corazón de Jesús. Hagamos como San Luís, San Vicente de Paúl, y muchos otros Santos, los cuales cuanto más el prójimo estaba abandonado o era fastidioso o molesto, más lo amaban y lo cuidaban.
Si nosotros logramos ver en el prójimo la imagen de Dios y únicamente esto, entonces no haremos caso si es gentil o grosero, agradecido o ingrato. Más aún, si los hallamos toscos y malcriados, más los amaremos y les haremos el bien, estando seguros, en esta caso, que los amamos tan solo por Dios y por lo tanto nuestra caridad será más perfecta y merecedora.
Predicación en Milliavacca. 1881
09 de JUNIO
APRENDAMOS DE JESÚS A AMAR
¡Cuántos ejemplos de caridad nos dio Jesús en su vida pública! ¡Oh, cómo Él no despreció a ninguna criatura! Amó y trató afectuosamente a los niños inocentes; estimó y trató con bondad al desleal Judas y no rehusó aceptar su beso traidor, le habló de corazón y le llamó con el dulce nombre de amigo. Imitemos al buen Jesús, amando a nuestro prójimo y sirviéndole en todas sus necesidades. Procuremos ver siempre en el prójimo la imagen de Jesús, que ha dicho: "Lo que hagan con alguno de éstos, mis hermanos más pequeños, lo hacen conmigo".
Predicacion Milliavacca. 1881
08 de JUNIO
AMAR A DIOS EN EL PRÓJIMO
Amémonos mutuamente. San Juan Evangelista, anciano e incapaz para desempeñar el ministerio, se dejaba llevar en los brazos de sus discípulos y no cesaba de repetir estas palabras: Ámense unos a otros para salvarse. Y San Agustín solía decir: Ama y haz lo que quieras. Las distracciones del mundo tienden todas a neutralizar este celestial sentimiento del amor para sustituirle por el espíritu personal, metido en los instintos egoístas que llevamos por naturaleza.
Al contrario, nuestro ministerio nos pone continuamente ante los ojos los más espléndidos ejemplos de abnegación y de amor; empezando por el hombre-Dios, que se sacrificó a sí mismo víctima de amor, hasta la última pobre mujer que ofrece a Dios su humilde oración, intercediendo por los hermanos culpables. Ama y haz lo que quieras. Amemos y después hagamos libremente lo que más nos gusta. Así, después de haber cumplido pacíficamente la humilde carrera de aquí abajo, podremos alcanzar el glorioso premio, que Dios nos ha preparado arriba en el cielo.
Carta a Riccio. 28 de agosto 1866
07 de JUNIO
AMAR A DIOS Y SERVILO
Jesús dice al maestro de la ley que es necesario amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas (Mt 22,34-46). Es difícil creer que se requiera todavía de un mandamiento para amarle. Nuestro fin es conocer, amar y servir a Dios para después ir a gozar con Él en el cielo.
Esto lo sabe y lo dice el niño, también debe decirlo el sabio y el poderoso. Lo triste es que esto se sabe en teoría pero no en la práctica.
El cristiano que cree que ama a Dios sólo porque va a la Misa, a las celebraciones rituales o recita sus oraciones de la mañana y de la noche, se engaña. El que dice: "Padre nuestro" y luego no obedece como hijo, o dice: "Santificado sea tu nombre" y luego blasfema, o dice: "Venga tu reino" y está apegado a la tierra, no puede decir que ama al Señor.
Predicación en Milliavacca. 10 de octubre de 1886
06 de JUNIO
AMEMOS A DIOS CON TODO EL CORAZÓN.
Amemos a Dios con todo el corazón, sin que ni una sola partícula o un átomo de nuestro corazón, sea apartado de Él. San Francisco de Sales decía que si hubiera sabido que una sola fibra de su corazón no le pertenecía a Dios, personalmente la habría arrancado. Amemos a Dios con toda el alma, es decir, sometiendo nuestra voluntad en todo y para todo a la del Señor.
Amemos a Dios con todas nuestras fuerzas, empleando todas nuestras facultades, internas y externas, nuestras energías y talentos que nos ha dado para servirle. Oremos, trabajemos y hagamos cada cosa para Él. Preocupémonos siempre de servirlo, de glorificarlo y alabarlo, antes que de nuestras comodidades y placeres. En una palabra, hagamos al Señor un sacrificio absoluto, un holocausto completo y una inmolación constante de nosotros mismos.
Predicación en Milliavacca. 24 de agosto de 1884
05 de JUNIO
IMITEMOS A JESÚS DESDE BELÉN AL CALVARIO
Busquemos continuamente imitar a Jesús, nuestro Divino Maestro. Pidámosle, que nos haga capaces de leer claramente en aquel libro de su vida y de entender cada pequeño detalle, desde la primera página hasta la última, para aprender las santas lecciones que Él nos enseñó, desde Belén hasta el Calvario, y para saborear sus bellezas secretas y divinas atracciones, para así subir con más facilidad y seguridad al gran monte de la santidad.
Consejos a Graglia. 14 de diciembre de 1888
04 de JUNIO
DEJÉMONOS ATRAER POR AQUEL CORAZÓN
El Corazón de Jesús es como un imán. Así como éste atrae hacia sí y une el fierro cercano, del mismo modo, el Corazón de Jesús atrae hacia sí e invita a nuestros corazones, si nos esforzamos de mantenernos cerca a Él.
Consejos a Fasolis. 9 de febrero 1887
03 de JUNIO
LA IGLESIA HA NACIDO DEL CORAZÓN DE CRISTO
La Iglesia, que ha nacido del Corazón de Cristo, quiere que nosotros le conozcamos y le amemos.
Oh mi buen Jesús, ilumina mi mente, para conocerte; enciende mi corazón, para que yo ye ame y todo mi ser sea consagrado a ti.
Predicación en Milliavacca. 09 de diciembre de 1888
02 de JUNIO
HE AQUÍ EL CORAZÓN QUE TANTO HA AMADO
Jesús se lamentaba con Santa Margarita del hecho que, después de haber amado tanto a los hombres, su Corazón sólo recibe de ellos ingratitud y desprecio. Nosotros tenemos que contarnos entre el número de los ingratos porque aunque no seamos pecadores públicos, hemos faltado en no entregar totalmente nuestro corazón a Jesús. Nuestro corazón tiene como dos inclinaciones: una lo lleva hacia lo alto y la otra hacia lo bajo. Son las mismas inclinaciones que el apóstol san Pablo reconocía en sí mismo. Pues bien, ofrezcamos todo nuestro corazón enteramente a Jesús. Él lo pondrá en su Corazón, consumirá y purificará todo lo que tiene de malo, y perfeccionará todo lo que tiene de bueno.
Predicación
en Milliavacca. 10 de junio de 1888
01 de JUNIO
DULCE CORAZÓN DE MI JESÚS
Al principio, la devoción al Corazón de Jesús encontró mucha oposición, luego se difundió rápidamente por todo el mundo. Ahora se honra al Corazón de Jesús en todas partes, tanto en las grandes catedrales como en las más humildes capillas del campo.
A veces podría presentarnos la idea que nuestros labios no son dignos de alabar este Corazón, y que otros más dignos lo deben hacer en vez de nosotros. No debemos poner atención a esta tentación. La alabanza que sale de un corazón amoroso y deseoso de agradar a Jesús es una alabanza que siempre es bien acogida. Repitamos con frecuencia, entonces, la bella jaculatoria: "Dulce Corazón de Jesús, haz que yo te ame siempre más". Si lo amamos así, fervorosamente, también podremos alabarlo dignamente.
Predicación en Milliavacca. 10 de junio de 1888
31 de MAYO
VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Entonces, mi querido Esteban ¿cuándo es que empezamos de veras? In nomine Domini Nostri Jesu Christi (en nombre de Nuestro Señor Jesucristo), ahora mismo.
Oh Señor, tú que ves y lees en lo profundo del corazón, bendice nuestros propósitos y ayúdanos, con tu gracia, a conservarlo hasta el fin de nuestros días. ¿Y María? Sin ti, Madre queridísima ¿cómo tendremos la valentía de encaminarnos, nosotros pobres niños, por caminos inexplorados?
Jesús, María, José, ángeles y santos protectores nuestros, queremos caminar con ustedes: ¿Cuál es el camino más seguro? Adiós.
Cartas. Delaude. 12 de enero de 1869
30 de MAYO
SAN JOSÉ MARELLO, OBISPO Y FUNDADOR
Ahora termino con la oración que siempre debe salir de la boca del buen pastor, dispuesto a sacrificarse por sus amadas ovejas: "Señor, ayúdame a guardar en tu nombre a los hijos que me has encomendado; concédeme poder responder con gozo en el momento en que me pidas cuentas de sus almas, que los he cuidado a todos y ninguno de ellos se ha perdido" [Cf. Jn 17,12].
Carta pastoral I. (31 de mayo de 1889)
29 de MAYO
EL ESPÍRITU GRITA EN NOSOTROS: ABBA, ¡PADRE!
Nuestro corazón está hecho para Dios y no hallará sosiego hasta que descanse en Él" (Confesiones, Lib. 1, Cap. 1). Felices seremos nosotros, si comprendemos bien esta profunda oración de San Agustín. Cuántos hay en el mundo que tristemente buscan satisfacer su corazón en todo, menos en Dios. ¡Bien podemos decir que ellos no saben lo que hacen! Demos gracias al Señor que nos ha dado a conocer esta gran verdad y esforcémonos en vivir conformes con ella, procurando que no existan en nuestro corazón otros amores fuera del amor de Dios.
Dios quiere ser el único Rey en nuestros corazones. Por tanto, el verdadero amor a Dios, excluye cualquier otro amor que no esté subordinado a Él. Pidamos a Dios su santo amor. Él nos lo puede conceder.
Predicación en Milliavacca. 24 de agosto de 1884
28 de MAYO
NOS INTRODUCIRÁ EN EL MISTERIO DE DIOS-AMOR
Invoquemos siempre al Espíritu Santo en cada una de nuestras acciones, en cada acto de nuestra mente y de nuestro corazón.
Ven Espíritu de verdad a iluminar nuestras mentes obscurecidas por el error. Ven, Espíritu de gozo a consolar nuestros corazones afligidos por los sufrimientos de esta tierra. Ven, Espíritu de piedad, a fortalecer nuestros pechos y a infundir el valor cristiano para resistir siempre a los ataques del enemigo. Ven, Espíritu de dulzura, Tú que eres el aliento de Dios, exhala dulzura y amor en nuestros corazones.
Invoquemos frecuentemente al Espíritu Santo, para que sea nuestro apoyo, nuestro gozo y nuestro guía seguro al Cielo.
Predicación en Santa Clara. 19 de mayo de 1889
24 de MAYO
Y UN AMOR MÁS GRANDE PARA AMARLO CON TODO EL CORAZÓN
Yo voy a Aquél que me ha enviado. Ninguno de ustedes me pregunta a dónde voy. Su corazón está lleno de tristeza porque les he hablado así. Todavía no son suficientemente fuertes y generosos para comprender que es necesario que me aleje de ustedes. Si yo no voy al Padre, el Espíritu consolador no podrá venir a ustedes. Cuando este Espíritu venga a ustedes, estarán convencidos de la verdad, porque Él es la verdad misma, la luz que ilumina toda mente y que alumbra el cielo y la tierra con su resplandor. Es Espíritu de fuego que enciende todo corazón, con el fuego divino de caridad y es el centro del más intenso amor. Es Espíritu de orden que refleja la infinita armonía que reina en el paraíso. Es Espíritu de gozo y consuelo que alegra y da calma, como un canal que trae todos los bienes, como un rocío que restaura, fortalece y sostiene en las batallas y en la aridez espiritual".
Predicación en Santa Clara. 19 de mayo de 1889
26 de MAYO
NOS DARÁ LA CONCIENCIA MÁS PROFUNDA DE JESÚS
Fue en los últimos días de su vida mortal que Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo voy al Padre para que el Espíritu Santo pueda venir a ustedes".
Los apóstoles estaban apegados a Jesús, amándolo sinceramente. Vivían con Él. Fueron instruidos por su ejemplo y sus palabras. No obstante, Jesús veía que este amor era demasiado sensible y natural. Ellos amaban su humanidad, pero todavía no entendían mucho de su naturaleza divina. Él quería que se desprendieran un poco de su humanidad para unirse más íntimamente con su divinidad. Ellos, sin embargo, todavía no podían comprender estas cosas. Jesús ya les había hablado muchas veces de la íntima unión entre Él y el Padre, cuya voluntad había venido a cumplir. También le había dicho a María y a José, cuando a la edad de doce años se quedó en el templo: "¿No saben que tengo que preocuparme de los asuntos de mi Padre?" [Lc 2,49].
Realmente se debe obedecer siempre al Señor, incluso a costa de tener que sacrificar los afectos más dulces y tiernos. El sacrificio de Jesús era ver los corazones de María y José, a quienes tanto amaba, desgarrados de dolor y pena por su pérdida.
Queriendo hablar una vez más a sus discípulos de las cosas celestiales, Jesús les dijo: "Si yo no voy a mi Padre, el Espíritu Santo no podrá bajar sobre ustedes. Yo iré al Padre para reconciliarles con Él y establecer, entre ha humanidad y Él, una relación íntima. Del inmenso amor que reina entre el Padre y el Hijo, desbordará aquel soplo de amor que bajará sobre ustedes. Será el verdadero Espíritu de consuelo, de luz y de verdad que iluminará sus mentes, ensanchará sus corazones y les capacitará para comprender las cosas celestiales.
Predicación en Santa Clara. 19 de mayo de 1889
25 de MAYO
ES GARANTÍA DE LA PRESENCIA DE JESÚS
El Espíritu Santo, llamado también Espíritu del Padre, Espíritu santificador, Espíritu de fortaleza y de paz, etc., se derrama aún hoy sobre toda la Iglesia.
Dos amigos sienten gozo al encontrarse, pero luego tienen que separarse. Su alegría depende de cierta circunstancia y de cierto lugar. El Espíritu Santo, al contrario, se comunica con su gozo en todo tiempo y en todo lugar.
Hay que rezar para que muchas almas lo acojan: las almas tibias, las que están dominadas por otro espíritu y las que abrigan odio en su corazón.
Examinémonos para reconocer qué hay en nuestros pensamientos y sentimientos que aún no haya acogido al Espíritu Santo.
Predicación en Milliavacca.13 de mayo de 1888
24 de MAYO
NOS CONSOLARÁ EN LAS PENAS INTERIORES
Que este Espíritu de luz nos ilumine para conocer la belleza de la virtud y la fealdad del vicio. Que este Espíritu de fortaleza nos dé fuerza para huir del pecado y practicar la virtud. Que este Espíritu de consuelo nos consuele en nuestras amarguras y tribulaciones.
Jesús dijo a sus apóstoles que el Espíritu Santo les enseñaría todo y les explicaría todo lo que les había dicho. A nosotros, también, el Espíritu Santo nos enseñará todo lo que Jesús quiere de nosotros, si estamos fielmente atentos para escucharle. Nos aclarará nuestras dudas, nos librará de nuestras ansiedades de conciencia, de nuestros escrúpulos y de nuestros temores exagerados e inútiles. Esto hará Él mismo, ya sea directamente por una iluminación e inspiración interior, o indirectamente por medio de los superiores y del director espiritual, a quienes siempre debemos acudir con humildad, apertura y confianza.
Predicación en Milliavacca. 29 de abril de 1888
23 de MAYO
PIDAMOS LA SANTIDAD
No nos cansemos de invocar al Espíritu Santo y de suplicarle constantemente que venga a vivir en nosotros y establezca una residencia permanente en nuestras almas. No nos contentemos con pedir poco, más bien atrevámonos a pedir que obre grandezas. No se trata ya de obrar milagros o de hacer las penitencias más rigurosas y otras cosas que capten la atención del mundo. ¡No!, esto no es lo que hace progresar en la santidad, sino las victorias sobre el amor propio y nuestras pasiones, que nos cuestan tanto sacrificio y esfuerzo. Estos son los actos verdaderamente grandes que, aunque ocultos a los ojos del mundo, nos hacen grandes a los ojos de Dios.
Predicación en Santa Clara. 02 de junio de 1889
22 de MAYO
PREPARÉMONOS A RECIBIR EL DON DEL ESPÍRITU SANTO
En este tiempo la Iglesia quiere que preparemos nuestros corazones para la venida del Espíritu Santo. En realidad, siempre podemos seguir recibiéndolo, aunque el rito de la Confirmación ya no se repita. Viene con sus siete dones a traernos un aumento de gracia y a sostenernos en las luchas contra el espíritu maligno.
A veces, sin embargo, el Espíritu Santo encuentra en nosotros montes de soberbia o valles de debilidad y flojera. Tenemos que prepararle el camino, allanando los montes y rellenando los valles, para que pueda venir a nosotros y tomar posesión de nuestro corazón. Solos no podemos pronunciar el nombre de Jesús, sin la ayuda de Dios [1Co 12,3]. El mismo deseo de recibir al Espíritu Santo es ya una moción producida en nosotros por el Espíritu Santo.
Predicación en Santa Clara. 02 de junio de 1889
21 de MAYO
MARÍA NOS ENSEÑA A SERVIR AL SEÑOR
Hagamos siempre la voluntad de Dios, porque el hacer nuestra propia voluntad es la causa de servirnos a nosotros mismos y al demonio, y no a Dios. Sirvamos siempre al Señor y tendremos gran paz.
Busquemos primeramente el reino de Dios, haciendo su santa voluntad, y como ser verdaderos hijos y siervos del Señor, acudamos también a María Santísima. Hoy, la Iglesia honra a María Santísima como la criatura más grande y poderosa que hay en el cielo, porque ella más que nadie, se sujetó a Dios. No quiso nada y tuvo todo. Supliquémosla que nos enseñe a imitarla, sirviendo al Señor. Ella es nuestra Madre. Si las madres terrenas hacen tanto por sus hijos, ¿qué cosa no hará María, la escogida de Dios, para mostrarnos que es nuestra Madre? Confiemos en ella y amémosla porque nos indicará cómo servir y complacer correctamente al Señor.
Predicación
en Milliavacca. 07 de setiembre de 1884
20 de MAYO
NO SE DEBE SERVIR A DIOS PARA TENER CONSOLACIONES
Asimismo, en las cosas espirituales sepamos estar contentos con los que Dios decide concedernos, sin apegarnos demasiado al fervor sensible y sin desear consuelos espirituales. De esta forma, cuando nos falten, no nos dejaremos desanimar, sino que seguiremos cumpliendo igualmente nuestros deberes. No, ustedes no deben servir a Dios para sentir gusto y consuelo, antes bien para dar gusto, honrar y consolar a su Esposo celestial. No pueden dudar de su amor por ustedes. Ánimo , aun cuando el Señor las hiciera caminar por sendas oscuras y les negara la dulzura de su presencia en su corazón, y hasta permitiera que el demonio les tentara y llenara su vida de amarguras, ustedes, como verdaderas Hijas de María, sabrán imitar a su Madre, también en los dolores. Vivirán en la fe y se mantendrán unidas a Dios, abandonando su voluntad enteramente a la suya y, ciertamente, podrán estar seguras de que nunca les faltará su ayuda. Sabrán que, si ustedes le son siempre fieles en cualquier prueba, un día se encontrarán en la dicha eterna. Se les habrá acumulado un gran número de méritos y de gloria. Cuanto menos hayan gozado de los consuelos de Dios aquí en la tierra, tanto más gustarán y gozaran de Él en el cielo.
Predicación a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
19 de MAYO
LA HUMILDAD CUSTODIA TAMBIÉN LA FE
La humildad también es protectora del don precioso de la fe. El que no sabe sujetar su propio juicio y dejarse guiar se equivocará muchas veces y caerá miserablemente. El demonio irá aumentando su pequeña resistencia a reconocer sus errores hasta llevarlo de precipicio en precipicio, hasta la perdición. Si alguna de ustedes hablara, podría compartir cómo el orgullo le llevó al borde del precipicio y si no cayó, fue un verdadero milagro de la misericordia de Dios o de la protección de la Santísima Virgen. Cuídense entonces del orgullo, jovencitas. ¿Cómo podría esta virgen humildísima reconocerlas como hijas, si no están adornadas de esta querida virtud? Así, sean humildes de corazón. Siempre sometan su juicio al juicio de los demás. Pidan consejo en todo. Jamás se fíen de ustedes mismas, sino en todas sus dudas acudan a sus padres y superiores a quienes Dios ilumina para que las puedan aconsejar y guiar. No se olviden nunca del triste ejemplo de aquellas monjas que eran observantes de la regla, puras de vida y fervorosas en la piedad; pero su soberbia hizo naufragar su virtud y se hicieron un espectáculo doloroso y deplorable de la herejía. Vivían como los ángeles, en cambio eran demonios de orgullo y Dios les negó su gracia. Se rebelaron contra sus legítimos superiores. Se apartaron de la Iglesia y llegaron a juntarse con los verdaderos herejes. Su convento, que había sido un nido de palomas, se hizo una guarida de serpientes. En vez de ser una bendición para la gente, como recuerdo a tantas vírgenes del Señor, su memoria ahora causa de pena y vergüenza: es un ejemplo clarísimo de las horribles consecuencias de la soberbia. Aprendamos a desprendernos totalmente de nosotros mismos, de nuestros gustos, de nuestra voluntad y de nuestra opinión. En todas nuestras acciones busquemos únicamente el hacer siempre en todo, la santa voluntad de Dios lo mas perfectamente posible.
Predicación a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
18 de MAYO
AMEMOS E
IMITEMOS LA HUMILDAD DE MARÍA
¡Toda virtud que nos falta proviene de la falta de humildad! ¡Cuántos "gigantes" de la Iglesia, cuántos grandes personajes dotados de tantas virtudes cayeron de sus alturas por falta de humildad!
Jesús, en el Santísimo Sacramento nos da un vivísimo ejemplo de humildad; Él se rebaja hasta el punto de ocultarse bajo las humildes apariencias de pan y vino para venir a nosotros. Para unirnos a Él debemos ir por el mismo camino de la humildad, reconociendo lo que somos: una miseria de nada.
No queramos ensalzarnos más de lo que somos, ni ocupar otro puesto que el que tenemos. Procuremos ser verdaderamente humildes, en cada momento de nuestra vida, recordando que necesitamos todo y de todos, y que somos para los demás más una carga y un daño, que una ayuda o utilidad.
Admiremos la humildad de María Santísima. Nadie es más grande y, a la vez, más humilde que ella. En el momento en que más se abajaba, Dios más la ensalzaba haciéndola su Madre.
Predicación en Milliavacca. 24 de septiembre 1884
17 de MAYO
LA PUREZA ES CUSTODIA DE LA HUMILDAD
La santa pureza es mantenida por su hermana, la humildad. No, no se puede ser puro sin ser humilde. La Santísima Virgen fue enriquecida con una pureza tan singular y resplandeciente porque fue muy humilde. Nosotros ni siquiera podemos imaginar la humildad de María, ya que es casi infinita. Ella se rebajó y profundizó tanto en la humildad, que únicamente Dios hecho hombre pudo superarla. Después de Jesucristo, la criatura más humilde seguramente es María. La Humildad es absolutamente necesaria para mantenernos puros. Señáleme a una jovencita pura como un ángel y dígame que ella es soberbia, yo les respondería que ella no conservará su candor por mucho tiempo, sino caerá. No traten de decirme que su propio orgullo le servirá de protección, debido a que se necesita la gracia de Dios para conservarse puro, y Dios no da su gracia a los soberbios, a quienes le resisten. No se dejen engañar por lemas falsos del mundo que buscan emancipar a la mujer para acariciar sus vanidades y su amor propio y así destituirla de su sublime misión; son palabras vanidosas que inflan el espíritu y dejan el corazón vacío y frío. Todo lo que no viene de Dios no mira hacia Dios, no es digno de una Hija de María y no puede llevar el alma hasta la perfección.
Predicación
a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
16 de MAYO
ATRAIDOS POR EL CANDOR DE SU PUREZA
Hay todavía otra virtud que brilla de modo singular en la Virgen Inmaculada, su Madre. Es una virtud muy querida por Jesús, que ustedes deben imitar, porque es el adorno más bello de una jovencita. Me refiero a la pureza, la virtud por la cual el hombre imita a los ángeles, y hasta los supera en mérito, en vista de que ellos son puros por naturaleza, en cambio nosotros por gracia. Ellos no tienen cuerpos y así son puros por necesidad, pero nosotros por voluntad propia. Nosotros tenemos que luchar, vigilar, orar mucho y mortificarnos para obtener y conservar esta delicadísima virtud. Al hablar de la virtud de la pureza, no me refiero a una pureza conservada a causa de una cierta arrogancia. Esta se puede preservar del vicio por algún tiempo, sin embargo, fácilmente se pierde y deja caer miserablemente cuando se ve sometida a fuertes tentaciones. Muchas veces se llega a descubrir que lo que aparenta ser dignidad, disfraza oprobio y vicio. Esta arrogancia y falsa dignidad, no es más que un telón para tapar la triste realidad. Alguna vez, Dios permite que se rasgue este velo y se descubran las iniquidades ocultas. No, no es de esta virtud negativa de la que les quiero hablar, sino de aquella pureza que es más que la blancura del alma o la exención de mancha. Es un resplandor, un rayo de la misma divinidad reflejada en el alma. No es una pureza natural que no ha sido probada, más bien un hábito adquirido con mucha vigilancia y lucha continua, y conservado con mucho esfuerzo y atención, por la persona que conoce su verdadero valor y la desea para ser más grata a Dios.
Predicación a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
15 de MAYO
AL SERVICIO DE LA REINA DEL CIELO
Ustedes estarán alrededor de la Virgen, como damas de honor alrededor de la Reina, sin embargo, con mucha más dignidad y honor. Ustedes están al servicio, no de una reina de esta tierra, sino de la Reina del cielo. Ustedes son mucho más que las damas de honor, son verdaderas princesas por ser las hijas de su Soberana.
Una dama de honor no siempre se atreve a presentarse frente a su reina y pedirle favores; generalmente teme molestarle o encontrarle indispuesta para atenderle. Ustedes, por el contrario, no tienen ningún motivo para quedarse tímidamente atrás. Preséntense a esta buena Reina en todo momento. Ella es la más tierna de todas las madres y únicamente quiere para ustedes, aquello que sea para su mayor bien. Cumplan atentamente su oficio de damas de honor. Quédense siempre alrededor de ella, escuchando sus consejos, cantando sus alabanzas, honrándole en cada acción y tratando de emular en sus vidas aquéllas especiales virtudes. Que no les asusten ni las batallas que el mundo les declarará, ni las trampas del demonio, ni todos los peligros a los que estarán expuestas: Jesús, la Virgen Santísima les protegerán en todo lugar.
Predicación
a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
14 de MAYO
USTEDES ESTARÁN EN EL MUNDO PERO SIN PERTENECERLE
Ustedes estarán en el mundo, pero sus ojos no lo verán; sino pasando más allá de las cosas de esta tierra, mirarán hacia el paraíso que les espera. Aunque vean el mundo, será por medio del corazón de Jesús y será solamente para pedir misericordia por Él, ustedes estarán en el mundo, sin embargo sus oídos no escucharán sus voces y discursos, las blasfemias e irreverencias humanas. Oirán ya los cánticos de los ángeles que les llaman a permanecer con ellos. A pesar de que oigan al mundo, será solamente para ofrecerse como víctimas para reparar el desprecio al honor de Jesús. No está bien que sus oídos se llenen de blasfemias y palabras indecentes; y en vez de detenerse para escucharles sigan adelante, para que por los oídos no entren al corazón. Que siempre se encuentren en sus labios las alabanzas de Dios, empezando aquí en la tierra el himno de alabanza y agradecimiento, que esperamos continuar eternamente en el cielo. Ustedes estarán en el mundo, por el contrario, no pertenecerán al mundo y el mundo no podrá reclamar ningún derecho sobre ustedes. Encontrándose rodeadas por las iniquidades de esta tierra, se mantendrán puras y sin mancha como verdaderas Hijas de María.
Predicación a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
13 de MAYO
ASEMEJARSE A MARÍA EN LA VIRTUD
Hoy se han consagrado solemnemente a María como sus hijas. Este título les impone la obligación de asemejarse a la Madre. María nos ama a todos como hijos, porque todos lo somos; pero por la ofrenda y la promesa que le han hecho ahora, ustedes se han hecho sus hijas preferidas y han adquirido un derecho especial a su amor y protección.
Ahora, ustedes le deben, a su amabilísima Madre, una devoción más tierna, más asidua y más generosa. Ustedes han prometido cumplir todas las prácticas piadosas de su regla, propagar la devoción a María Santísima e imitar sus virtudes. La Virgen ha aceptado la ofrenda de su corazón, ha acogido su promesa y ahora espera que la observen fiel y generosamente. ¿Quién podrá fallarla? El Señor les asegura que su santa ayuda no les faltará. Más bien, se las dará en abundancia. ¿Seremos nosotros entonces, los que fallaremos al no corresponder a esas gracias? ¡No lo permita Dios! Ensanchemos nuestro corazón y pongámonos en los brazos de María con tierna confianza. Ella jamás abandonará a nadie...
Predicación
a las hijas de María. 12 de mayo de 1889
12 de MAYO
UNIDOS A MARÍA COMO JUAN
¿Y Juan, el apóstol más querido? Él es el primer miembro de la familia de María. Él es virgen, y esto es una bella prueba del amor preferencial de María para la virginidad. De todos los discípulos, sólo Juan tuvo la fortuna de reclinar su cabeza sobre el divino corazón de Jesús, porque él era el más puro y angélico de todos.
Quienes, entre ustedes, ya han recibido el llamado a la virginidad, sean felices a esta vocación. Tomen a San Juan, el apóstol más querido, por ejemplo y modelo. Imitémosle a él, manteniéndonos siempre como sus fieles devotos. Estemos pendientes de sus palabras. Coronémosla como reina de nuestros corazones. En recompensa María nos mirará con los mismos sentimientos maternales con que miró a su primer hijo, Juan, al pie de la cruz. Su fuerte abrazo encenderá nuestro corazón con el fervoroso amor de Jesús. Pongámonos los dolores de Jesús. Volvamos a contemplar a menudo y a considerar seriamente aquella escena de amor. Entonces yo les podré asegurar, y ustedes a su vez, haciendo eco a mis palabras podrán verificarlo, que María nos acompaña en vida, nos asistirá en muerte y nos introducirá a la perfecta posesión de Dios.
Predicación en Santa Clara. 07 de abril de 1889
11 de MAYO
MADRE DESOLADA, PRONTA A ALIVIAR NUESTRAS PENAS
Oh María, Tú eres grande y poderosa en tu trono de gloria, pero más te quiero al pie de la cruz en el monte Calvario, madre acongojada. Ahí manifiestas todo tu amor, tu bondad, tu misericordia, tu compasión con nosotros, pobres infelices. Con la máxima confianza, te abrimos el corazón y te presentamos nuestras penas, nuestras dudas, nuestras preocupaciones. Y tú, madre querida, estás siempre lista a suavizar la amargura de nuestros dolores, a levantarnos y confortarnos en las debilidades y consolarnos en la tristeza. Tú eres, madre amorosa que cuidas de tus hijos que agonizan, guía y apoyo de las almas débiles, consejera de las que están en la duda. Tú sabes hacerte toda para todos, porque Jesús te ha dejado a nosotros en testamento, como un tesoro inagotable.
Predicación
en Santa Clara. 07 de abril de 1889
10 de MAYO
MARÍA AMÓ TANTO AL MUNDO ...
Dios pidió el consentimiento de María para que ella fuera la madre de Jesús e igualmente lo quería ahora, que aceptara su inmolación. Al pie de la cruz, María fuertemente nos ha abrazado a todos. Cuánto más le hemos costado, tanto más ardorosa e intensamente se ha entregado a amarnos. La medida de su dolor fue la medida de su amor. "Sic María dilexit mundum ut Filium suum unigenitum daret". María amó tanto al mundo, que por ello sacrificó lo más querido que tenía. ¡Cuán grande e intenso fue el amor de María para con nosotros!
Predicación en Santa Clara. 07 de abril de 1889
09 de MAYO
EN EL DOLOR MARÍA SE CONVIERTE EN NUESTRA MADRE
Al ver todo el sufrimiento de su madre, Jesús quiere consolarla. Mirando a Juan, le dice: "Madre, ahí tienes a tu hijo" [Jn 19,26]. ¡Palabras divinas! Jesús deja su testamento. Estando al punto de la muerte, no quiere que María se quede sola sin hijos. Por eso, le dice: "Mira, madre, en mi lugar tendrás a este hijo. Es él a quien he amado muy tiernamente. Se recostó sobre mi corazón, como tú misma te recostabas. Él será un hijo para Ti, el primogénito de tantos otros hijos de adopción rescatados y redimidos con mi sangre". María comprende la grandeza del papel maternal que Dios le está confiando. Toma en su regazo a todos los hombres como hijos propios y hermanos queridísimos de Jesús, redimidos por el sacrificio de la cruz. En aceptación vuelve a Juan una dulce mirada de amor materno. ¡Dichosísima aceptación, sin la cual jamás habríamos sido redimidos!
Predicación
en Santa Clara. 07 de abril de 1889
08 de MAYO
EL DOLOR COMO MEDIDA DEL AMOR
María se habría sentido mucho más feliz si le hubieran dicho: "Tú tienes que reparar el daño de la primera Eva; puesto que ella, soberbiamente, quiso ser semejante a Dios, Tú tendrás que pasar por las más grandes humillaciones. Tendrás que sufrir las penas más crueles y hasta dar tu vida." Gustosamente habría dado esta prueba de su amor a Dios, siendo inmolada por la salvación de todos. Mucho más difícil era tener que inmolar a su divino Hijo, su Jesús, en quien había concentrado todo su amor durante toda su vida. Aunque una madre de esta tierra sufre cruelmente cuando está por perder a uno de sus hijos, no obstante recordar los disgustos que le causó, las penas que le costó y las molestias que le pudo ocasionar después de sobrevivir la enfermedad. María al contrario, no podía haber recibido ningún disgusto de Jesús; sería una blasfemia el sólo pensarlo. Jesús era la amabilidad personificada, el santo de Dios. ¿Cómo podía María no amarlo? Ahora, ella lo contempla agonizando en la cruz y concentra todos sus dolores en sí misma, su corazón sangra dolorosamente y agoniza con Él.
Predicación en Santa Clara. 07 de abril de 1889
07 de MAYO
EL AMOR NO TEME LA CRUZ
Víctima de su orgullo, la primera Eva se dejó esclavizar por el demonio, y nos dejó en herencia una vida de penas y de muerte. La nueva Eva, aplasta la cabeza de la insidiosa serpiente, nos recobra la vida en Jesucristo y reabre el cielo, que antes estaba cerrado para todos.
Subamos por un monte del calvario y contemplemos a María a los pies de la cruz. Más aún, entremos en su corazón y tratemos de descubrir sus sentimientos. María amaba a Jesús. ¡Cuánto lo amaba! Intenso martirio sufrió al no poder tomar sobre sí los atroces dolores de su divino Hijo, al verlo sufrir tanto y no poder ofrecerle el más mínimo alivio...
Aunque normalmente sientan un poco de egoísmo, las madres de esta tierra casi instintivamente, tienen tanto amor por sus hijos que están dispuestas a sacrificarse y hasta a dar la vida por ellos. Imaginemos cuán grande debe ser el amor del corazón tiernísimo y perfecto de María. Imaginemos que se dijera a una madre que está acariciando a su hijito: "Tendrás que perder este hijo tuyo. Será condenado a una muerte vergonzosa. Será el blanco de las más crueles atrocidades." La vida de esta madre estaría totalmente afligida por este pensamiento, tanto que ya no podría tener ni un minuto de sosiego, ni un segundo de alegría. Su vida ya no sería más que un constante morir. Pues bien, desde que Dios le reveló por medio del anciano Simeón, María sabía que Jesús tendría que sufrir. Ahora a los pies de la cruz, todo ese tremendo dolor la absorbe y la convierte en una estatua de pena.
Predicación en Santa Clara. 07 de abril de 1889
06 de MAYO
AL COSTADO DE JESÚS EN LA CRUZ
La Santa Iglesia nos presenta a la Santísima Virgen desolada, Reina de los Mártires, como maestra y guía. Quiere que contemplemos el corazón de María, porque claramente refleja, como en un espejo, todos los afectos y dolores de Jesús, Hombre-Dios.
María es nuestra corredentora junto con Jesús. El mundo fue corrompido por una mujer que por soberbia y orgullo quiso ser semejante a Dios. Después de ser seducida por el demonio, ella a su vez sedujo al hombre, y así trajo muerte y la desgracia a todos sus hijos. Por eso, era necesario que hubiera otra mujer para reparar el pecado. He aquí María, junto con Jesús, el nuevo Adán, colabora en nuestra redención. Jesús es el verdadero Redentor que se inmoló por nosotros. Suavemente asociada a su obra, María acoge en su corazón todos los dolores de Jesús y los siente como propios.
¡Oh, María!, nos gusta mirarte allá en el cielo, coronada de gloria, como Reina de los ángeles soberanos, de los elegidos, y dispensadora de todas las gracias; pero casi nos parece que, la distancia que nos separa de ti, pueda ser obstáculo a tu mirada misericordiosa hacia nosotros. Mucho más preferimos contemplarte en la actitud de Reina de los Dolores a los pies de Jesús crucificado. Nos encontramos en un valle de lágrimas y nuestro corazón quebrantado encuentra más consuelo descansando en tu corazón acongojado, Oh María. Nos parece escuchar tu voz dulcísimo que nos dice: "Tú también tienes que pasar por las espinas para llegar al gozo eterno. Mira cuánto he sufrido yo; considera mi martirio...".
Predicación en Santa Clara. 07 de abril de 1889
05 de MAYO
A JESÚS POR MARÍA
María Santísima es el camino para ir a Jesús. Todos los santos fueron devotos de María. Cottolengo tenía confianza ilimitada en ella, y en las dificultades y necesidades extraordinarias, decía a María: "manifiesta tu poder de forma extraordinaria".
Recitemos bien el Santo Rosario. Hemos pronunciado el nombre de María millones de veces, pero no hemos experimentado todos sus efectos saludables porque no lo hemos pronunciado con sincera y profunda devoción. El nombre de María es la luz en las tinieblas, escudo en la batalla, refugio en los peligros, fuerza en las tribulaciones y penas: respice stellam, voca Mariam; mira la estrella, invoca a María.
Consejos a Fasolis.11 de junio de 1885
04 de MAYO
ESPEJO DE TODA VIRTUD
Humillémonos al considerar nuestros defectos; pero por otra parte, alegrémonos de la bondad y misericordia del buen Jesús, que nos ofrece su perdón. Consideremos que el reconocimiento de nuestra incapacidad de poder pagar tantas deudas contraídas con Dios, nos mantendrá más humildes y nos hará sentir una gratitud más profunda al celeste acreedor.
Modelémonos siempre en la imitación de María, buscando practicar sus virtudes. Al contemplarla, debemos sentirnos como alguien que al contemplar un bello cuadro, se queda tan maravillado y fascinado, que casi no sabe ya despegarse de él.
El alma de María es el conjunto de todas las perfecciones, una armonía dulce y agradable de las virtudes más bellas y preciosas.
Así es que al contemplarla nos sentimos atraídos hacia ella, y a la imitación de sus virtudes.
Consejos a Graglia. 26 de mayo de 1889
03 de MAYO
MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
¡María Santísima es la Madre de Dios! ¡Grande y excelsa dignidad! Dios en su providencia quiso darnos a Jesús por medio de María. De esta manera, quiere que todas las gracias pasen por las manos de María. Por eso, de ella nos debe venir todo aquello que necesitamos.
María Santísima es también Madre Nuestra. ¡Cuánta confianza le debemos tener!
¡Pensemos!, si cualquier madre tiene tanto amor a sus hijos, ¿cuánto más amor nos debe tener María Santísima? No obstante el gran amor que tenía a su hijo Jesús, lo entregó a la muerte por nosotros.
Pongamos toda nuestra confianza en María y esforcémonos por merecer su protección, honrándola como hijos; no solamente recitando el Ave María y el Santo Rosario, ofreciéndole flores o alguna visita a su altar, sino sobre todo imitando su ejemplo y haciendo todo lo que ella desea.
Cada día y en cada hora, hay que pensar en María y siempre admirar sus ejemplos. Ella será nuestra maestra, consejera y guía en todo. Si nosotros la consideramos siempre como nuestra tierna Madre y nos esforzamos por imitarla fielmente, asimismo seremos hermanos de Jesús y coherederos del cielo; y después de protegernos en esta vida, María nos tomará en sus brazos, en el momento de nuestra muerte, para llevarnos a la patria celestial.
Predicación en Milliavacca. 12 de octubre de 1884
02 de MAYO
REFLOREZCA TAMBIÉN EN NUESTRO CORAZÓN
En el mes de mayo toda la naturaleza está de fiesta y todo germina; también nosotros debemos hacer germinar en el jardín de nuestro corazón, todas las flores de la virtud. Es precisamente por esto, que la Iglesia ha dedicado este bello mes a María.
Desde niños, aún antes de conocer el misterio de la Eucaristía, fuimos instruidos en la devoción a María. ¡Afortunados somos de haber tenido tan buena educación!
¡Cuántos miles de saludos (Ave María)! Pero, ¡cuán pocos, bien dicho! Es esencial que la oración de los labios esté acompañada por el afecto del corazón.
Predicación en Milliavacca. 24 de abril de 1887
01 de MAYO
MAYO EN LA ESCUELA DE MARÍA
En este hermoso mes de mayo, volvamos a la escuela de María Santísima, nuestra piadosa maestra y guía al cielo. Hagámonos sus pequeños discípulos. Pidámosle la gracia de imitarla, no tanto en las grandes y heroicas virtudes, sino en aquellas escondidas, humildes y modestas que son propias de María y que son tan necesarias a la vida común.
Como prueba de amor y de confianza a María, podríamos rezar así: "María Santísima, hazme todo tuyo para que sea todo de Jesús. Aleja de mí todo lo que pueda apartarme de Jesús, y acércame a todo lo que pueda acercarme a Él. Hazme fiel a mis propósitos y ofrécelos tú misma a Jesús, como prenda del amor que espero conservar y aumentar, hasta el último instante de mi vida".
Consejos a Graglia. 04 de mayo de 1889
30 de ABRIL
TODOS FIELES DE LA DIÓCESIS
Ahora, a cada uno de mis amadísimos hijos quisiera, si fuera posible, dirigir una palabra de cariño, un saludo de paz. Que todos tengan esta paz que mi amor les desea, y que el ángel maligno, antiguo enemigo engañoso de la paz, jamás logre hacerla perder por su rebeldía contra la ley divina. Manténganse obedientes a la Iglesia que les enseña a observar amorosamente esta misma ley. Con el corazón así inundado de paz, vivirán aquella vida de caridad, que es una imagen, la mejor imagen en la tierra, de la vida celestial.
Puesto que la oración es una de las principales obras de esta vida de caridad, déjenme brindarles, amadísimos, una invitación calurosa a orar. Sí, eleven sus corazones a Dios y oren.
Carta Pastoral 1 (1889)
29 de ABRIL
LAS AUTORIDADES PÚBLICAS...
Y también ustedes, ilustres personajes de la Diócesis que presiden la administración del bien público, permítanme dirigirles un saludo respetuoso y cariñoso. Uds. representan aquella autoridad que ha sido establecida por Dios para estar al servicio del bien (Rm 13,1). Siendo siervos del bien, son entonces siervos de la paz, que san Agustín define como 'la tranquilidad de orden'. Para promover juntos este bien, esta paz, nos ayudaremos oportunamente los unos a los otros, y pediremos de Dios la ayuda eficaz, ya que Él es el principio de toda autoridad y le da valor cuando manda que todos se sometan, no sólo por miedo sino en conciencia, y cuando amenaza con el castigo eterno al que le pone resistencia.
Carta Pastoral 1 (1889)
28 de ABRIL
LAS VÍRGENES CONSAGRADAS
Además, siento alegría de dirigir las palabras a Uds., vírgenes del Señor, que en buen número sirven al Esposo celestial en la Diócesis de Acqui. Uds., además, son colaboradoras en mi misión porque su ministerio es de paz. Uds. piden del cielo esta paz en su angélico oficio de la oración. La difunden entre las familias, educando a las jovencitas en aquellas virtudes necesarias que les preparará a ser buenas madres. Y muchas de Uds. llevan este don de Dios al lecho de los pobres enfermos, en sus propias casas de sufrimiento. Perseveren generosamente en el camino que emprendieron con ánimo, y que Jesús, su divino Esposo, llene sus corazones de paz y gozo. "Pax Christi exultet in cordibus vestris" (Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones: Col 3,15], como prenda de aquella paz perfecta y aquel gozo eterno que están reservados para Uds. en el cielo.
Carta Pastoral 1 (1889)
27 de ABRIL
LOS SEMINARISTAS...
A ustedes, queridísimos aspirantes al altar, ¡cuántas cosas quisiera decirles que ahora no se me permite ni mencionar! Por esta razón, siento el fuertísimo deseo de llegar pronto a estar con ustedes para hablarles de las esperanzas que la Iglesia pone en ustedes, para exhortarles a crecer en la ciencia y las virtudes, a fin de que esas esperanzas no sean decepcionadas, y para alegrarme de la manera en que corresponden a las gracias que el Señor les da, capacitándoles para el altísimo ministerio al que les ha llamado. Mi corazón se llenará de santo júbilo el día en que podré imponerles las manos y hacer de ustedes nuevos evangelizadores de la paz para mi amado pueblo
Carta Pastoral 1 (1889)
26 de ABRIL
LOS RELIGIOSOS SACERDOTES...
Dirijo una palabra de cariño a ustedes, sacerdotes del clero regular, que perseverantes en su sublime vocación, caminan en las gloriosas huellas de aquellos héroes de santidad: Francisco de Asís, José de Calasanz, y Pablo de la Cruz. El bien que hacen en la Diócesis es precioso. Sus esfuerzos en el ministerio de la predicación evangélica son gratos al Señor. Su interés y labor en favor de la juventud es bendecido y fructuoso. Aunque pocos en número, se multiplican en su celo, aquel celo que mira solamente la gloria de Dios y la salvación de las almas, con el cual sus Santos Fundadores obraron maravillas. La recompensa que les falta recibir en la tierra, la recibirán abundantemente con ellos en el cielo. "Gaudete, et exultate, quoniam merces vestra copiosa est in coelis". Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el Cielo [Mt 5,12].
Carta Pastoral 1 (1889)
25 de ABRIL
LOS PÁRROCOS Y SACERDOTES COLABORADORES
A ustedes también me dirijo, venerables Párrocos, que juntos conmigo deben reflejar la imagen del Buen Pastor en medio del pueblo. ¡Cuánto me agrada pensar que por medio de ustedes mi misión dará buen fruto, aún en las partes más remotas de la Diócesis! Por su celo, podré cumplir mejor mi oficio pastoral de conocer a mis ovejas, asegurarles el alimento saludable, defenderlas del enemigo rapaz, y guiarlas al reposo eterno.
Sin embargo, con tantas almas por salvar, su celo no bastaría si no estuviera acompañado por el trabajo eficaz de aquellos sacerdotes, quienes, aunque no tienen el cuidado de ninguna grey en particular, siempre deben emplear la gracia de su ordenación para servir a Dios en los santos ministerios. Sean ustedes también, queridos sacerdotes, imagen del Buen Pastor. Atiendan siempre a la evangelización para la paz. Miren alrededor, ¡cuántos jóvenes tienen necesidad de compartir el pan de la Palabra de Dios! ¡Cuántos afligidos necesitan experimentar el consuelo por una palabra inspirada en la caridad de Jesucristo! ¡A cuántos pecadores Dios quiere restaurar la paz de su conciencia por medio de sus ministros! Que haya entre ustedes, como entre los Párrocos, una santa emulación de celo para la salvación de las almas, y un día recibirán del Príncipe de los pastores, la corona de gloria. "Cum apparuerit Princeps Pastorum percipietis inmarcescibilem gloriae coronam". Cuando aparezca la Cabeza de los pastores, ustedes recibirán, a modo de corona, la gloria que no pasa [1Pe 5,4].
Carta Pastoral I (1889)
24 de ABRIL
LOS CANÓNIGOS: COOPERADORES DE LA PAZ CON EL OBISPO
Los primeros y más valiosos ayudantes para mi misión serán ustedes, oh, venerables hermanos, dignatarios y canónigos de la Catedral. La Iglesia, madre providente, quiere que yo me apoye sobre su saber y su experiencia en el ejercicio de mi ministerio episcopal, y que en cada circunstancia difícil, ustedes generosamente me brinden su luz y consejo. Ya desde hoy, les expreso mi eterno agradecimiento por toda la ayuda que les pediré y ustedes fraternalmente me prestarán. Y doy gracias al Señor, que me ha rodeado de un senado destacado por su doctrina y virtud, por su gran amor hacia la Iglesia de Cristo, y por su adhesión filial a la cátedra de Pedro.
Además de la ayuda de los consejos y las obras que espero de ustedes, venerables hermanos, confío en la poderosísima ayuda de sus oraciones. Cuando se reúnan en la casa del Señor, para cantar sus alabanzas e invocar las bendiciones celestiales sobre el pueblo, acuérdense particularmente de mí, que debo guiar este pueblo por el camino de la salvación.
Carta Pastoral 1 (1889)
23 de ABRIL
COMUNICAR LA PAZ
Mandado a ustedes por la cabeza y ministro visible de la Iglesia, yo indigno como soy, ya comienzo mi misión, comunicando a sus almas este saludo de paz, que renovaré para ustedes cada día en el santo altar; la misma que cumplió durante diecisiete años el benemérito pastor, a quien tanto amaron, y también la de muchos personajes insignes por su ciencia y virtud, que honraron el obispado de Acqui, la de San Mayorín y de San Guido, a quienes invocamos como nuestros protectores en el cielo. Esta misión es saludable para ustedes, pero para mí es formidable y portadora de grandes preocupaciones y aún de penosa ansiedad, si no fuera por la paz de la obediencia, que tranquiliza mi alma, y por la convicción que encontraré en la Diócesis de muchos ayudantes, dispuestos a facilitarme su cumplimiento.
Carta Pastoral 1 (1889)
22 de ABRIL
LA PAZ SEA CON USTEDES
La paz sea con ustedes, venerables hermanos e hijos predilectos. La primera palabra que les dirijo es un saludo de paz, un deseo de bien. Este saludo y este deseo abarcan no solamente aquella paz y aquel bien a que nuestros corazones naturalmente tienden, sino un bien incomparablemente mayor y totalmente sobrenatural; la paz verdadera anunciada por los coros angélicos a los hombres de buena voluntad, cuando Jesucristo vino a la tierra. En la vida presente, esta paz es un reflejo de aquel inefable estado de bienestar y de amor que se llama gloria, en la segunda vida. Desciende del cielo para asemejar la tierra al cielo en la medida de lo posible. La Iglesia es constituida por su Fundador Divino, como depositaria y dispensadora de este bien, ya que por medio de ella se aprenden las verdades y se reciben las gracias en que la mente y el corazón encuentran su descanso.
Carta
Pastoral 1 (1889)
21 de ABRIL
SALUDÉMONOS DESEÁNDONOS LA PAZ
Les dejó con el hermoso saludo: "Pax vobis: la paz sea con ustedes" (Jn 20,19). Sí, les deseo aquella paz del corazón, verdadera y profunda que tendrá su plena realización en el cielo. Al contestarme ustedes: "Et cum spiritu tuo: Y con tu espíritu," me retornarán sus saludos santos. Cuando regrese entre ustedes, según las normas litúrgicas de la Misa, siempre les saludaré con esta expresión: "Pax vobis," en vez de "Dominus Vobiscum" [El Señor esté con ustedes]. Por ahora, me despido con este deseo desde lo más profundo de mi corazón, implorando, sobre todos ustedes, la paz de Dios y sus bendiciones celestiales y cosuelos divinos que alegren sus corazones de gozo santo.
Predicación en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
20 de ABRIL
EL VÍNCULO CON CRISTO ES MÁS FUERTE QUE EL VÍNCULO DE LA SANGRE
Son muy pocos los templos y parroquias donde tienen la fortuna de tener santas comuniones todos los domingos y también los días de la semana en número tan notable como aquí. Demos las gracias a Dios por esta muestra tan hermosa de su amor; pues nos quiere ver siempre más cerca en santa hermandad. Desde el momento en que nos comunica a todos la misma vida de Jesucristo, el mismo cuerpo y la misma sangre de la divinidad.
Los hermanos están unidos por lazos muy estrechos, ya que corre por sus venas la misma sangre, y porque son de un mismo padre y de una misma madre, bajo un solo techo, compartiendo la misma mesa. Todos estos vínculos son naturales. Nosotros, al contrario, quedamos unidos por vínculos aún más sólidos, siendo nuestra unión, de orden sobrenatural y divino: Jesús, en la Santa Comunión, nos hermana a todos por medio de su preciosísima sangre, que comunica contemporáneamente a cada uno de nosotros, cuando nos alimenta a todos con su mismo cuerpo. Es así, como estamos llamados a compartir penas y alegrías, esperanzas y aspiraciones; vivir todos en un solo corazón y una sola alma: el alma de Jesús. Nosotros, además, quedamos más estrechamente vinculados porque llevamos una vida en común, en la misma familia espiritual.
Predicación
en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
19 de ABRIL
VIVAMOS UNIDOS A LA EUCARISTÍA
Unámonos esta mañana en el ofrecimiento a Dios en este Santo Sacrificio, el último que celebraré este mes con ustedes, mis queridísimos hijos. Yo pediré por ustedes y ustedes pedirán por mí. En el momento de la consagración de la Misa, en unión con la ofrenda de la Víctima divina, hagamos entrega de nuestros santos anhelos y buenos propósitos. En el momento de la Santa Comunión, cuando tengamos realmente a Jesús dentro de nosotros, hagamos una santa unión de nuestros corazones para ofrecerlos todos a Jesús, como un solo corazón. Jesús será por siempre nuestro dulcísimo refugio y querido lugar de nuestros encuentros.
Predicación
en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
18 de ABRIL
CONFIEMOS EN ÉL
Es así que hoy, me lanzo con confianza en aquel mar, donde la voluntad de Dios me ha querido poner. Es un mar mucho más enorme que aquel que navegaba en esta santa casa, cuando estaba convencido de que me quedaría siempre con ustedes, para transitar juntos el mar de la vida. Pero Dios dispuso otra cosa y yo confío en que Jesús será el piloto de mi barca. Mi alma descansa en la certeza de que el Señor no permitirá que me falten las gracias necesarias, para combatir y dominar las tormentas que se levantarán a perturbar la paz del corazón.
Quiso Jesús agitar dulcemente las aguas que juntos atravesábamos para enviarme lejos de ustedes, pero Jesús, que es el vínculo suavísimo de todos los corazones, no quiere en absoluto separarnos, sino al contrario, estrechar nuestros corazones con una fuerza todavía mayor. Me ausento físicamente, no obstante con el espíritu y el corazón siempre estaré presente en medio de ustedes.
Predicación
en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
17 de ABRIL
UNIDOS A JESÚS NO PERECEREMOS
Después de una fuerte tentación que asustaba y perturbaba a su alma, santa Catalina se dirigía a Jesús diciéndole: "Pero, ¿dónde estabas Jesús, cuando yo invocaba tu auxilio y parecías dormir?" Jesús le respondió: "No, yo no dormía. Más bien, estaba justo en el centro de tu corazón. Te sostenía, te corroboraba y te asistía en tu lucha. ¿De quién recibías aquel horror que sentías hacia el mal y aquella fuerza para resistirlo, si no de mí, que estaba dentro de tu corazón?"
Esta mañana sea de gran consuelo para mí en angustiosa espera, no se halle en mi boca ningún lamento, como el grito de Pedro: "Sálvame, Señor" [Mt 8,25]. No, tenemos ya sobradas pruebas de la gran providencia, del amor, de la especial predilección de Jesús por esta casa. A cada uno de nosotros y a toda la comunidad ha demostrado la bondad con que acoge nuestras oraciones. Ya no podemos dudar de la poderosa intervención de su brazo en nuestras necesidades.
Unamos nuestra barquita frágil a la nave fortísima de la Iglesia, piloteada por ese experto capitán que es Jesucristo. Mantengámonos muy pegados a ella y luego ya no tengamos miedo de nada, porque Jesús, que manda a los vientos y al mar, no nos dejará sucumbir, a pesar de nuestra flaqueza e inexperiencia.
Predicación en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
HACIA LA META
Un año con San José Marello.
16 de ABRIL
CUÁNTAS VECES JESÚS YA NOS HA SALVADO
Todos y cada uno sabemos muy bien cuántas pequeñas y grandes tormentas sufre nuestra alma desde la más tierna edad. Nos hemos escapado de estas tormentas por la pura misericordia de Dios. ¿Cómo habríamos podido resistir solos a esas ondas furiosas y vencer esos huracanes terribles, si no hubiera estado Jesús en nuestra barquita para extender su mano divina y hacer que los vientos y el mar lo obedecieran inmediatamente? ¿Por qué se retiraría ahora aquella mano piadosa que tantas veces nos ha salvado de naufragio? No nos asustemos entonces, cuando las tentaciones intervienen con fuerza para perturbar la calma de nuestro corazón. Guardémonos en paz, con gran confianza en el Señor. Aun cuando no sentimos su divina presencia y nos parece que está dormido, consideremos que todavía se encuentra en el fondo de nuestro corazón, calladamente asistiendo a nuestra lucha para ver lo que somos capaces de hacer, y a la vez, para darnos la gracia para resistir y la fuerza para triunfar.
Predicación en Santa Clara. 03 de febrero de 1889
15 de ABRIL
ABANDONO TOTAL EN DIOS
Como los apóstoles en el mar de Galilea, nosotros transitamos el mar de la vida en nuestra frágil barquita, siempre ansiando llegar al puerto del cielo. Lastimosamente, hay veces en que surge una tremenda tormenta repentina. Todo se oscurece alrededor y la pobre navecilla de nuestra alma se encuentra a merced de los vientos contrarios. Las aguas amenazadoras la sacuden y rebotan violentamente y parecen querer tragarla en sus remolinos. Temblando y llenos de miedo, acudimos a Jesús con las mismas palabras de los apóstoles: "Sálvanos, que nos hundimos". Él nos podría responder: "Gente de poca fe, ¿Por qué este miedo, esta falta de confianza?". En verdad, desde el momento en que Jesús está en nuestra barquita, ¿qué motivo tenemos para temer?
Predicación Santa Clara. 03 de febrero de 1889
14 de ABRIL
LES DESEO LA PAZ DE CRISTO
Les deseo aquella paz que Jesús daba a sus apóstoles, que es efecto de la tranquilidad de conciencia y del pleno abandono al Señor, aunque no esté libre de pruebas y tribulaciones.
Predicación en Milliavacca. 08 de abril de 1888
13 de ABRIL
LA RESURRECCIÓN CONCEDE PAZ Y GLORIA
Jesús se aparece primero a Magdalena y a Pedro, ambos penitentes, mostrándoles así un amor preferencial. Debemos humillarnos al recordar nuestros errores pasados, pero a la vez, debemos confiar que Jesús nos perdonará y ayudará, como perdonó y amó de forma particular a Magdalena.
Después de su resurrección Jesús otorgó a sus discípulos la paz y nos la quiere dar también a nosotros. Abramos nuestro corazón a esta paz de Jesús, que comprende la paz de la conciencia y la paz del corazón, sin embargo de ninguna manera excluye la tribulación, el sacrificio y la cruz.
Predicación en Milliavacca. 02 de mayo 1886
12 de ABRIL
EN LAS APARICIONES JESÚS SE ENTRETIENE CON NOSOTROS
Entremos nosotros también en familiaridad con Jesús; Él quiere tratar con nosotros de la misma forma como trató a los apóstoles. Pidámosle a Jesús que nos visite como visitó a Santa María Magdalena y a las Santas Mujeres. Que sea una visita particular en que podamos hablar, responder, interrogar y sentir de su propio corazón el vivo testimonio de amor, que nos infunde fortaleza para mantenernos fieles.
Alegrémonos santamente y exultemos con ferviente alegría la resurrección de Jesucristo. ¡Resurrexit! ¡Cristo ha resucitado! Con su resurrección ha obtenido su triunfo glorioso. Resucitemos también nosotros triunfando sobre nosotros mismos, sobre el mundo, sobre el demonio, sobre la carne y sobre todos nuestros enemigos.
Consejos a Graglia. 20 de abril de 1889
11 de ABRIL
FUNDAMENTO DE NUESTRA ESPERANZA
¡Jesús ha resucitado: gran regocijo para nosotros. ¡La paz sea con ustedes!, así dice él: regocíjense, he vencido a la muerte y ustedes también la vencerán. Sí, mortificando nuestro cuerpo como Él, lo haremos gozar, después, de una gran felicidad, participando en la gloria de su resurrección.
El Señor, que nos ama tanto, nos dice: "Mira, también he pensado en ti, querida alma, y te he dejado mi cuerpo en el Santísimo Sacramento". Aunque débiles e indignos, acerquémonos a Él; hagamos como los discípulos de Emaús, que invitaron a Jesús a ser su huésped. Aunque su fe languidecía, al recibir a Jesús en su casa les mereció que se les manifestara para fortalecerles en la fe y encenderles en la caridad. Después de haber recibido a nuestro Dios en el corazón, también podremos ser como Magdalena, que se hizo apóstol para los apóstoles. Fortalecidos con la comida de los fuertes, iremos a nuestras ocupaciones, y al seguir las indicaciones de la obediencia y de la regla, según las circunstancias, lugar y tiempo, podremos hacernos un gran bien a nosotros mismos y al prójimo.
Predicación en Milliavacca. 1881
10 de ABRIL
JESÚS HA RESUCITADO: RESUCITEMOS TAMBIÉN NOSOTROS
Resucitemos también nosotros con Cristo. Muchos defectos tienen aún a nuestra alma como encerrado en el sepulcro: ella está como sofocada por un remolino de pasiones que le impide elevarse hacia el cielo.
Si consurrexistis cum Christo, dice San Pablo, quea sursum sunt quaerite, ubi Christus est in dextera Dei sedens: Si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre [Col 3,1]. No tengáis otros gustos que por las cosas de cielo. Si no alcanzamos transportarnos corporalmente al cielo, transportémonos espiritualmente.
Jesús resucitado se apareció varias veces a sus apóstoles para que no disminuyera en ellos aquella confianza con que estaban acostumbrados a tratar con Él. Se aparecía a ellos con semblante bondadoso y familiar, diciéndoles: "He venido a traerles la paz; la paz sea con ustedes. El reino de Satanás ha sido derrotado y se les ha abierto las puertas del cielo. No tengan miedo. Yo les he amado tanto y les sigo amando con gran amor".
Consejos a Graglia. 20de abril de 1889
09 de ABRIL
LA PASIÓN DE JESÚS INICIA CON LA ENCARNACIÓN
Al leer las actas de los mártires se siente en el corazón una gran conmoción, frente a tantos tormentos y sufrimientos. La Pasión de Cristo debe conmovernos todavía más, ya que nuestro Señor es el Rey de los mártires. De su ejemplo, ellos han aprendido a sufrir mucho.
Jesús no solamente sufrió en su pasión sino también durante todo el transcurso de su vida; hasta en aquellas noches que pasaba en oración y que nos parece que habría gozado del dulce éxtasis con su Padre. Sin embargo, padecía porque veía los pecados del género humano como un mar espumoso y suplicaba al Padre que descargara su justicia sobre él.
Predicación en Milliavacca. 08 de abril 1887
08 de ABRIL
EL CRUCIFIJO NOS HABLA DE LA MISERICORDIA
Delante de Jesús Crucificado debemos experimentar tantos sentimientos diversos, pero todos santos. Se siente compasión al considerar las penas agudísimas de Jesús. Se siente aflicción al darnos cuenta que nosotros hemos sido la causa de tanto sufrimiento. Se siente gozo y gratitud por tantos beneficios que la Pasión del Señor nos concede. Se siente dolor porque nuestras tentaciones, pasiones e inclinaciones desordenadas no nos dejan aprovechar los beneficios de la redención. Se siente confianza y esperanza al pensar que Jesús ha vencido y ha debilitado al demonio. Sí, estos son los sentimientos que deben prevalecer: Jesús tendido en la cruz, nos invita con sus brazos abiertos sobre todo a la confianza. Él ha tomado sobre sí todos los golpes de la ira divina y nos ha mostrado sólo su misericordia.
Predicación en Milliavacca. 03 de abril de 1887
07 de ABRIL
LLOREMOS LOS PECADOS, CONFIEMOS EN EL PERDÓN
San Pedro pensaba cuánto habría sufrido Jesús en el Huerto, delante de los tribunales y sobre la cruz, y al recordar su triple negación, se confesaba ingrato y lloraba tan amargamente que sus lágrimas socavaron dos surcos en sus mejillas. Cuánto se afligiría quien ha pecado si se diera cuenta que con ello ha hecho sufrir a Jesús. Debemos llorar siempre interiormente de nuestros pecados pasados y preocuparnos de caer en el peligro de ofender nuevamente a Dios. También debemos alimentar nuestro corazón con la santa alegría al pensar que Dios es muy bueno, que generosamente nos ha perdonado y siempre vela por nosotros para no dejarnos caer en el pecado. Así reinará en nuestros corazones aquella paz que Jesús pidió para sus apóstoles y que los ángeles cantaron sobre su cuna y que anunciaron a los pastores.
Predicación en Milliavacca. 27 de marzo de 1887
06 de ABRIL
MEDITAR FRECUENTEMENTE LA PASIÓN DE JESÚS
Todos los santos fueron devotos de la Pasión: he aquí el secreto de la santidad y la perfección. San Pablo decía que su sabiduría era Jesús crucificado [1Co 2,2], Santa Teresa decía: "o sufrir o morir"; ¿de dónde habían sacado ellos tanto heroísmo?: de la fuente del Crucificado. Ellos, ciertamente, cuando sentía alguna repugnancia respecto al sufrimiento, encontraba en el crucifijo la valentía y la fuerza para superarla.
Hasta los santos más jóvenes meditaban en Jesús crucificado. Aquí aprendió San Luís la humildad que lo hacía despreciar a todas las grandezas mundanas para revestirse con el humilde hábito de la Compañía de Jesús. Aquí aprendió la obediencia que practicó en la Orden religiosa hasta la perfección que resplandece por la renuncia de su voluntad. Aquí aprendió todas las virtudes y, sobre todo la caridad heroica, que lo hizo desear morir para el Señor, gracia que se le concedió mientras servía en los hospitales a los enfermos de peste.
Todo podemos encontrar meditando en el Crucificado. Aunque fuéramos ignorantes y estuviéramos abandonados en una cama de dolores, sin esperanza de recuperarnos, así como Job, podríamos gozar de consuelo y fuerza meditando en Jesús Crucificado.
Reflexionemos devotamente en la Pasión de Jesús y, si en esta meditación el Señor nos concede el don de la compunción, guardémosla en el corazón sin hacerla transparentar externamente.
Mostrémonos serenos y contentos por fuera, como nos aconseja el profeta: "Ustedes sacarán agua con alegría de las vertientes del Salvador" (Is 12,3).
Predicación en Milliavacca. 27 de marzo de 1887
05 de ABRIL
NO HAY VERDADERO AMOR SIN SUFRIMIENTO
Sufrir y amar son las dos cosas que parecen incompatibles. Parece que el sufrir va más de acuerdo con el odiar y el gozar con el amar. De hecho, este último se realizará en el cielo y el primero en el infierno. Aquí abajo, al contrario, tienen que convivir el sufrir y el amar, o sea, el dolor y el amor, la caridad y los sufrimientos. Cristo nos ha enseñado esto con su pasión y muerte en la cruz: nosotros debemos imitarlo.
Cuando sufrimos pensemos lo poco que es en comparación del premio que recibiremos, lo poco que es en comparación a lo que sufrieron los santos y, cómo lo que sufrieron ellos es nada frente en comparación a los sufrimientos de Jesús.
Jesús era inocente, sin embargo, nosotros somos culpables. Jesús hizo expiación por otros; nosotros tenemos que hacerla por nosotros mismos.
La mayoría de las veces sentimos repugnancia al sufrimiento; consolémonos reconociendo que hasta Jesús probó esta repugnancia. A veces estamos abatidos por el dolor y casi nos vemos vencidos; en cambio, Jesús que cayó bajo el peso de la cruz, nos tiene compasión y viene a nuestra ayuda. Él no tuvo ningún alivio, a pesar de ello, sí se apresura por ayudarnos a nosotros.
Predicación en Milliavacca. 23 de abril de 1886
04 de ABRIL
LA ESPADA NO CORRESPONDE A LOS DISCÍPULOS
San Pedro en el Huerto, después que había dormido profundamente, quiere defender a su Maestro a fuerza de espada, y luego, un poco después, le niega cobardemente. Es la imagen de la persona que pasa de la negligencia al celo indiscreto y de éste al envilecimiento.
Muchos son los ejemplos que Jesús nos ha dado en su vida, pero el más grande ciertamente es el de la cruz.
El que sigue a Jesús hasta el Calvario como María Santísima, San Juan y Magdalena, merecerá seguirlo también hasta la gloria.
Predicación en Milliavacca. 1881
03 de ABRIL
JESÚS HA PADECIDO POR NOSOTROS
Humillémonos siempre aún en las buenas obras. A veces, se puede empezar una obra con la más recta intención, pero luego, poco a poco, dejamos entrar un poco de amor propio y un poco de complacencia, y la recta intención se pierde.
Bien para nosotros que no perdemos el mérito del todo, a causa de que la bondad de Jesús suple nuestros defectos, y Dios toma en cuenta hasta estas miserias que queremos ofrecerle.
Esta semana quedémonos más unidos a Jesús y a su pasión. Ofrezcamos esta víctima santa al eterno Padre, diciéndole: "Tú no puedes negarme el perdón de mis pecados, mientras yo te ofrezco en compensación una víctima de méritos infinitos: mis pecados son muchos pero finitos, mientras que los méritos de tu Hijo son infinitos, a los cuales me apoyo para implorar tu divina misericordia". Que la Semana Santa de este año, signifique para nosotros un verdadero progreso en la vida espiritual.
Consejos a Graglia. 13 de abril de 1889
02 de ABRIL
EN AGONÍA CON JESÚS
En las adversidades y en las penas, que parece que nuestro corazón está vertiendo gotas de sangre viva y que es tan violento el esfuerzo que tenemos que sostener, pensemos en la inmensa desproporción entre la agonía de nuestro corazón y la que sufrió Jesús en el huerto, cuando todo su cuerpo transpiraba sangre viva. Él tuvo que hacer una gran renuncia de sí mismo para superar la repugnancia que sentía al acercarse el amargo cáliz de su pasión. En aquel transe, veía todos nuestros pecados y toda nuestra ingratitud. Trasladémonos en espíritu frecuentemente para asistir a la agonía de la muerte del corazón de Jesús y tratemos de confortarlo con nuestro ferviente amor. Unamos al copiosísimo, precioso y real derramamiento de sangre de nuestro Señor, nuestro pobre y mezquino derramamiento místico de la sangre que brota de nuestro corazón en los momentos de sufrimiento, y que al contacto con aquella, se transforma de pobre, mísero y mezquino en riqueza, abundancia y preciosidad a los ojos de Dios.
Aprendamos también de Jesús, a ser mansos y humildes de corazón; modelémonos siempre en aquel Cordero Inmaculado que fue la misma bondad y mansedumbre, también en medio de los más atroces tormentos, verdadero modelo de la paciencia cristiana.
Consejos a Graglia. 5 de abril de 1889
01 de ABRIL
VÍCTIMAS CON EL CORDERO INMACULADO
La sabiduría de la Iglesia ha querido que todos nuestros actos de adoración al Padre fueran cimentados en los dolores del Hijo divino. No seremos buenos sacerdotes si no nos hacemos víctimas de propiciación al lado del Cordero inmaculado. La carne se rebela, y conviene que el espíritu la dome. Vigilancia constante; ningún medio es mejor que la oración y la mortificación del espíritu; la elevación de la mente y del corazón a Dios, necesita el desprendimiento de la mente y del corazón de las cosas terrenas. Este es un anhelo digno del hombre: abandonar los pensamientos inútiles y los afectos terrenos. ¡Mil afectos y mil pensamientos para las criaturas! ¿Y para Dios? ¡Qué vergüenza, mientras que para Dios deberían ser las primicias!
Coraje, entonces. En cualquier momento puede obrarse nuestra salvación ¡No despreciemos el momento! ¡Oh, el valor de un momento! En él se consume el pecado y se recobra la gracia; en él se juega el juicio de nuestra suerte eterna. Oh Dios, concédeme que este momento sea el primer eslabón de aquella cadena que me debe conducir hacia ti. Oh, me lo puedes conceder en este mismo instante en que estoy escribiendo.
Escritos. Reflexiones. (1866-1867)
31 de MARZO
SAN JOSÉ NO HIZO COSAS EXTRAORDINARIAS, SINO...
El grano de mostaza se considera la más pequeña de todas las semillas que se siembran en el huerto y, sin embargo, se desarrolla tanto como para formar un buen arbusto. Por eso, es buena la imagen de las pequeñas virtudes que pueden producir una gran santidad. De hecho, los grandes santos lograron la santidad no tanto con la práctica de las virtudes extraordinarias, que se pueden ejercer solamente en raras ocasiones, sino por medio de actos de las pequeñas virtudes repetidas e incesantes.
San José no hizo cosas extraordinarias, más bien con la práctica constante de las virtudes ordinarias y comunes, alcanzó aquella santidad que lo eleva por encima de todos los demás santos.
Predicación en Milliavacca. 14 de febrero de 1886
30 de MARZO
TODOS TENEMOS UN PLAN PARA LLEVAR A TÉRMINO
Si el que debe efectuar un diseño cambiara los colores indicados porque le parecen demasiado brillantes o demasiado deslustrados, en vez de seguir las indicaciones dadas, no obtendrá el afecto deseado. No obstante, si efectúa el diseño al pie de la letra, con los colores exactos fijados por el dibujante, entonces el diseño resultará magnífico y será admirado y alabado por todos. Así, si nosotros efectuamos con precisión el diseño espiritual que el Señor ha trazado para nosotros, saldrá exactamente como el divino artista lo concibió y será admirado y alabado, no solamente por los hombres, sino también por Dios, por sus ángeles y por sus santos. Al respecto, no hay que faltar a ninguno de nuestros deberes, ni al más pequeño, sino practicar todas las pequeñas virtudes en la medida, el modo y las circunstancias que Dios determine, sin cambiar, quitar o añadir nada. Tengamos confianza; si somos fieles en lo poco [Lc 16,10], el Señor nos dará un premio muy grande en el paraíso.
Predicación en Milliavacca. 14 de febrero de 1886
29 de MARZO
TODOS TENEMOS UN PLAN PARA LLEVAR A TÉRMINO
Si el que debe efectuar un diseño cambiara los colores indicados porque le parecen demasiado brillantes o demasiado deslustrados, en vez de seguir las indicaciones dadas, no obtendrá el afecto deseado. No obstante, si efectúa el diseño al pie de la letra, con los colores exactos fijados por el dibujante, entonces el diseño resultará magnífico y será admirado y alabado por todos. Así, si nosotros efectuamos con precisión el diseño espiritual que el Señor ha trazado para nosotros, saldrá exactamente como el divino artista lo concibió y será admirado y alabado, no solamente por los hombres, sino también por Dios, por sus ángeles y por sus santos. Al respecto, no hay que faltar a ninguno de nuestros deberes, ni al más pequeño, sino practicar todas las pequeñas virtudes en la medida, el modo y las circunstancias que Dios determine, sin cambiar, quitar o añadir nada. Tengamos confianza; si somos fieles en lo poco [Lc 16,10], el Señor nos dará un premio muy grande en el paraíso.
Predicación en Milliavacca. 14 de febrero de 1886
28 de MARZO
LA SANTIDAD NACE DE UNA PEQUEÑA SEMILLA
¡Cuántos pequeños actos de obediencia, de humildad y de paciencia podemos practicar nosotros también! Estas pequeñas virtudes, son como un pequeño granito que se cultiva. Si bien están desconocidas para los hombres, son muy apreciadas por Dios. Llevan a una alta perfección, formando el árbol de la santidad.
Cuánto deseaba San Luís poder imitar a San Francisco Javier y salir a tierras lejanas como misionero para convertir a los no creyentes. Por el contrario, el Señor quería de él sacrificios más pequeños, aunque no menos numerosos y frecuentes, y la perfecta observancia de la regla; así pudo ganarse un bello trono de gloria.
Predicación en Milliavacca. 14 de febrero de 1886
27 de MARZO
VALORAR LAS PEQUEÑAS VIRTUDES
Lo que debemos hacer es dar una gran importancia a las pequeñas virtudes, cumplir en cada momento lo que Dios quiere, en el tiempo, en el modo y en las circunstancias que determina, y estar en paz y tranquilidad de corazón. Estemos convencidos de que así como el Señor ha guiado a otros a la santidad, así nos guiará también a nosotros. Sólo hemos de ser dóciles a su voluntad y caminar al mismo paso con su gracia. Jamás hay que dar un paso ni más corto ni más largo porque, tanto con lo uno como con lo otro, correríamos el riesgo de poner un pie en falso, yendo en contra de la voluntad de Dios.
Predicación en Milliavacca. 14 de febrero de 1886
26 de MARZO
SANTIFICAR TODO ACTO DE LA VIDA COTIDIANA
Todos deberán atender con gran diligencia y aplicación las tareas que se les asigne, saliendo de la casa lo menos posible. Si alguno tuviera que salir, se presentará al Superior para indicarle el lugar, el motivo y el tiempo que va a durar su salida. Aceptará de buen gusto el compañero que el superior le asigne. Que nadie salga de la casa sin compañía y sin su permiso explícito. Los hermanos permanecerán fuera de casa lo menos posible, volviendo a ella tan pronto como fuera posible.
Cuando recibieran algún dinero para viajar, deberán usarlo en la forma que el superior haya indicado, y al regresar deberán rendirle cuenta de todos los gastos. Cuando un hermano se sienta indispuesto, deberá avisar pronto al Superior y observará exactamente sus órdenes y las prescripciones del médico. A todos les tocará asistir a los hermanos enfermos, con toda bondad, soportándolos y amándolos de la mejor manera posible.Para mantener la más exacta disciplina religiosa, se observará la exactitud aún en las cosas más pequeñas. No se dispensará nada uno mismo, sino que se pedirá al Superior, a tiempo y con humildad, la dispensa que se pueda necesitar, estando dispuesto, por amor a san José, a recibir también una respuesta negativa.
Primeras Reglas (1892). Cap. VI
25 de MARZO
VIDA DE MORTIFICACIÓN
La vida religiosa es una vida de mortificación. Nuestra Congregación no tiene penitencias particulares, excepto tres ayunos: en la víspera de la fiesta de San José, en la víspera del Patrocinio del mismo Santo, y otro en la víspera de los Desposorios de la Bienaventurada Virgen.
Sin embargo, los hijos de San José deberán practicar la mortificación evitando comer o beber fuera de las comidas. Ni siquiera podrán aceptar alguna cosa que otros les ofrezcan, ni comerla sin permiso explícito del Superior, y esto naturalmente se aplica también a las bebidas. Nadie podrá guardar consigo alimentos o bebidas, ni para él mismo ni para los visitantes o amigos.
Primeras Reglas (1892). Cap. VI
24 de MARZO
RECOGIMIENTO Y SILENCIO
Luego, cada uno buscará mantener el santo recogimiento en la presencia de Dios. Guardará la caridad hacia los demás en sus conversaciones, la modestia de los ojos, la buena educación en sus modales y, en todo su comportamiento, aquella gozosa sencillez que conserva la buena armonía entre los hermanos e inspira a los fieles a amar la vida religiosa. Dado que es imposible mantener el recogimiento por mucho tiempo sin el silencio, cada uno tendrá que observar silencio de la siguiente forma: silencio estricto desde el toque de la campanilla de la noche hasta la señal de la campanilla para el recreo de la mañana. Si por algún motivo alguien tuviere que hablar, deberá hacerlo en voz baja, sólo lo suficiente para ser escuchado. Cuando tenga la necesidad de hablar durante las otras horas de silencio, también lo hará en voz suave, evitando el más pequeño ruido.
Primeras Reglas (1892). Cap. VI
23 de MARZO
ARMONIZAR LA ORACION, EL ESTUDIO Y EL TRABAJO
La vida de San José estuvo consumida por el trabajo y por los ejercicios espirituales; en la oración se fortalecía su voluntad para entregarse totalmente a trabajar para mantener al Niño Jesús y a María. Así deberá ser la vida de los Oblatos de San José: un enlace de ejercicios espirituales, estudio y trabajo.
Primeras Reglas (1892). Cap. VI
22 de MARZO
IMITAR A SAN JOSÉ EN LA CASTIDAD PERFECTA
Los hijos de San José deberán procurar amar la castidad, para imitar así a su patrono San José, quien fue un lirio purísimo de castidad. Ellos deberán custodiarla celosamente como el más querido ornamento y guardarla cuidadosamente de los peligros que se puedan presentar, particularmente en la educación de la juventud. Para guardar esta virtud, tratarán de evitar, en la medida de lo posible, conversaciones con personas del otro sexo, tratando con ellas sólo lo estrictamente necesario. También se abstendrán de la excesiva familiaridad entre los cohermanos. Los asistentes se cuidarán de mostrar demasiada familiaridad con alguno de los jóvenes, sino que deberán querer a todos por igual, como lo hizo san José con el Divino Niño Jesús.
Primeras Reglas (1892). Cap. V
21 de MARZO
TODO DEPENDE DE LA OBEDIENCIA
La prosperidad de la Congregación depende totalmente de la obediencia. De modo que cada hermano deberá buscar el bien de la Congregación, recordando las palabras de Jesús que dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24); por eso estimará la obediencia más que nada; entregándose totalmente al Superior, no hará nada que no sea santificada por la obediencia. Reconociendo la misma voz de Dios en la voz del Superior, deberán obedecer de buena gana y sin vacilación. No se dejarán dominar por las dificultades que se presentan en el cumplimiento de lo que se les ha mandado. Obedecer sin vacilación quiere decir obedecer con tal prontitud y esmero que nunca dejan las cosas sin terminar. Igualmente deberán obedecer de buena gana, porque "Dios ama a quien da con alegría" [1Cor 9,7]. Por esta razón, evitarán toda murmuración que es como un veneno. No harán distinción entre un superior y otro, sino que deberán obedecer a todos con el mismo espíritu y prontitud.
Primeras Reglas (1892). Cap. IV
20 de MARZO
EN LA CASA DE SAN JOSÉ TODO ES EN COMÚN
En la Congregación todo se posee en común. Los hermanos usarán las cosas según las indicaciones del Superior; sin su permiso no intercambiarán cosas, ni se darán regalos, ni recibirán ninguna cosa de extraños para sí, sino para la Congregación. Tampoco podrán pedir limosna para hacer algo de beneficio de la casa, sin obtener primero la aprobación del Superior. Cuando se necesite algo, acudirán a él, dispuestos a aceptar aun una negativa por amor de la santa pobreza.
Es una falta grave contra este consejo evangélico quedarse con alguna cantidad de dinero, por más mínimo que sea, sin el permiso del Superior o recibir dinero de sus parientes con la finalidad de comprarse algo, en vez de entregarlo al Superior.
Primeras Reglas (1892). Cap. III
19 de MARZO
SAN JOSÉ, PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
En la antevíspera de nuestro Santo Patrono (17 marzo de 1870) y en momentos en los cuales la devoción al Jefe de la Sagrada Familia está para llegar a su más alto desarrollo por las solicitudes hechas por la cristiandad a los padres del Concilio Vaticano, no puedo contenerme de escribir dos palabras al que, entre tantos cohermanos homónimos (de nombre José, como él), ciertamente, es el más cercano a mi corazón.
Oremos entonces los dos juntos en el día de nuestro gran Patriarca para que, empezando a exaltarlo nosotros en nuestro corazón, nos hagamos dignos de verlo exaltado próximamente por toda la cristiandad con el título que se le está preparando de Patrono de la Iglesia Universal.
Carta a Riccio. 17 de marzo de 1870
18 de MARZO
APROBACIÓN DIOCESANA DE LA CONGREGACIÓN
Quien ingresa en la Congregación sepa que se encuentra en una casa de pobres. Por amor a Jesús, que se hizo pobre por nosotros, deberá estar totalmente dispuesto a someterse a todas las privaciones e incomodidades de una pobreza verdadera y real, sea en la comida, la ropa o el alojamiento, y esto no solamente en las cosas superfluas sino también en las necesarias.
Cuando un hermano entra en la Congregación, se establece un contrato entre él y la Congregación, por el cual ésta se obliga a proveer en sus necesidades básicas de comida, vivienda, vestido, libros, etc., y, por otra parte, el hermano cede a la Congregación sus posesiones y pertenencias actuales y lo que tendrá en el futuro. Esto incluye los frutos de su ingenio, de su predicación, sus servicios religiosos y los estipendios por concepto de las Misas. Siempre entregará todo al superior, sin guardar nada para sí. En cuanto al título de propiedad de los bienes familiares, lo mantendrá, pero sin posibilidad a administrarlos; en todo caso, deberá entregar los frutos a la Congregación, mientras siga como miembro de ella.
Primeras Reglas (1892). Cap. III
17 de MARZO
DEVOCIONES PROPIAS DE LA CONGREGACIÓN
La Congregación tiene por patrono a San José, y por eso sus miembros se llaman OBLATOS DE SAN JOSÉ y se empeñan de modo especial a honrarlo y amarlo como padre, imitando sus virtudes y propagando su devoción.
A imitación de San José, los Oblatos procurarán tener una tierna devoción al Sagrado Corazón de Jesús y se esforzarán para propagar su reino, haciéndolo conocer y amar, particularmente en su Sacramento de Amor, recibiéndolo cuanto más puedan y llevando a otros a recibirlo, puesto que sólo Él puede sanar los graves males que afligen a la sociedad. Pero, no se podría imitar a San José sin honrar y amar a su querida esposa la Virgen María. Por eso, cada hermano debe tener una confianza filial a María, considerándola su Madre queridísima y recurriendo a ella en toda necesidad.
Los novicios tendrán como su protector particular a San Juan Berchamans y se esforzarán para imitar su ejemplo en la observancia de las reglas. Los queridos aspirantes tendrán como su protector especial a San Estanislao Kostka, y buscarán de imitar su fervor.
Primeras Reglas (1892). Cap. I
16 de MARZO
APARTARSE DEL MUNDO Y DE SÍ MISMO
Al entrar en la "Congregación de San José", uno tendrá que renunciar al mundo y a sí mismo para consagrarse totalmente a Dios, por la observancia de sus santos mandamientos y la práctica de los consejos evangélicos. Así imitará a San José, quien fue el primer modelo de vida religiosa, puesto que continuamente fijaba su mirada en el Ejemplar divino, que el eterno Padre en su misericordia quiso mandar al mundo para enseñar el camino al cielo.
Primeras Reglas (1892). Cap. I
15 de MARZO
NATURALEZA DE LA CONGREGACIÓN DE SAN JOSÉ
La finalidad de la "Congregación de San José" es la santificación de sus integrantes (miembros). Lleva el nombre de este Santo porque lo ha escogido como su modelo a imitar y lo ha tomado como su patrono particular.
Los miembros de la Congregación viven en comunidad y se ayudan mutuamente en sus necesidades espirituales y temporales.
Tiene como fin la educación cristiana de la juventud en el modo que Dios disponga, sea acogiéndolos en sus casas para ese propósito, sea prestando su servicio como maestros en las escuelas primarias, o siendo catequistas en las parroquias, bajo la guía del párroco.
Los sacerdotes, además, se pondrán a disposición del obispo como administradores espirituales, vicarios parroquiales para los domingos y días de fiesta, capellanes o predicadores, y para hacer aquellas cosas que la divina providencia les depare día tras día.
Primeras Reglas (1892). Cap. I
14 de MARZO
FUNDACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE SAN JOSÉ
Aquel que por cualquier razón (edad avanzada, falta de estudios, etc.) no pueda aspirar al Estado Eclesiástico o Religioso, y sin embargo desee seguir más de cerca al Divino Maestro con la observancia de los Consejos Evangélicos, encontrará abierta la Casa de San José, donde, retirándose con el propósito de permanecer escondido y silenciosamente activo en la imitación de aquel gran modelo de vida pobre y escondida, tendrá modo de hacerse verdadero discípulo de Jesucristo.
El Hermano de San José no es un Religioso Profeso, sino simplemente un Oblato que se ofrece de continuo a Dios para tender a la perfección, desprendido de todo placer terreno en el cuerpo y en el espíritu.
Las obligaciones de la Compañía de San José están indicadas en las mismas palabras de nuestro Señor Jesucristo quien dijo: "aquel que no se desprende de todo cuanto tiene... quien no renuncia al amor de sus parientes y hasta de sí mismo no puede ser mi discípulo" (Lc 14,26.33); palabras que encierran los tres puntos esenciales de la vida de perfección: pobreza, o sea renuncia a los bienes de la tierra; castidad, o sea renuncia a los placeres; obediencia, o sea renuncia a la voluntad.
San Benito, Patriarca de la vida religiosa en Occidente, expresó esta triple renuncia con admirable precisión y brevedad en la siguiente Regla: no tendrá el Hermano alguna cosa propia: nada en absoluto; no le está permitido disponer libremente ni de su mismo cuerpo o su propia voluntad (Regla de San Benito, Cap. 33).
Carta
a Don Rolla. 4 de noviembre de 1877
13 de MARZO
CONDICIONES ESPECIALES: LA CARIDAD Y LA OBEDIENCIA
Pero esto no se consigue sino con una condición. La caridad es el vínculo de la unidad, y la obediencia es su defensa. Toda obra por bella y santa que sea puede cambiarse en daño común si no tiene aprobación de la obediencia; en miles de maneras puede meterse el diablo también con la apariencia de aventajar los intereses de Jesús; el único e infalible control es la obediencia. Donde ésta no reina en toda la extensión de su poder, de nada sirven los reglamentos y las preocupaciones más refinadas, la experiencia lo enseña (...).
Entonces la base única, el principio fundamental de la Compañía de San José es la sumisión sin límites a las disposiciones superiores, conformando siempre la iniciativa personal a la iniciativa suprema: por lo cual, nada se haga por parte de los miembros de la Compañía que no esté informado por este espíritu de sumisión a las directivas superiores, determinada también ésta por una obediencia más alta y procedente de un solo Motor al cual se refieren todas las voluntades.
De esta manera la Compañía estaría ya establecida desde este momento mismo, y le pertenecen potencialmente tantos miembros cuantos en Asti y en la Diócesis son personas de buena voluntad.
Carta al Canónigo Cerruti. 25 de octubre de 1872
12 de MARZO
BAJO LA GUIA DEL ESPIRITU
Aquí hay que estudiar la manera general en la cual la Compañía debe proceder al comienzo de su camino. La sencillez es una virtud que más que otras nos acerca a la perfección de nuestro Padre celestial. El trabajo del Espíritu Santo en nuestras almas es esencialmente trabajo de simplificación. La mayoría de nuestras acciones pierde su fruto por la complicación de los elementos que la conforman. Las obras de los santos que los siglos han respetado estuvieron siempre marcadas por el carácter de la sencillez; y si comparamos los portentosos efectos de esta fuerza motriz que no es otra cosa sino una fe certera en la Providencia, pero sola y despojada de toda humana preocupación, digo, si comparamos estos grandes resultados de la fe pobre y sola con los mezquinos aportes de la humana sabiduría, con todo el boato de sus riquezas y la seguridad de sus recursos, se llega a conocer cuánto más vale un pensamiento de caridad que se fecunda en el corazón de nuestro Cottolengo que miles de proyectos filantrópicos que se quieren promover a fuerza de millones exprimidos de las venas del pueblo.
Entonces, si todo consejo de prudencia humana es más bien un estorbo y no una ayuda a las obras de Dios, echemos los cimientos de la Compañía de San José en un terreno firme y seguro, no según la idea común y ordinaria, sino según el dictamen de la fe.
No contemos con el apoyo de las riquezas, de la estima del aliento del mundo. Al contrario que todo proceda por principios de fe con una confianza sin límites en la ayuda del cielo y un sentimiento permanente de agradecimiento al Señor y a Él solo, tanto en la abundancia como en la carencia, recordando el sufficit diei malitia sua (A cada día le basta su pena).
Carta al Canónigo Cerruti. 25 de octubre de 1872
11 de MARZO
LA COMPAÑÍA DE SAN JOSÉ
Todos pueden ser parte de la Compañía, ya que basta para la incorporación el secreto propósito de tener con ella la comunión de intereses.
Quien ha decidido participar en la Compañía debe hacer ante el Señor la sincera promesa de dedicarse en la medida de sus fuerzas a promover los queridos intereses de Jesús. Será deber de la Compañía como cuerpo, con una fácil solidaridad de todos sus miembros, promover toda buena ocasión y buscar las distintas maneras en la inmensa variedad de habilidades con las cuales pueda haber la cooperación de todos. No hay tiempo ni lugar en el cual no se pueda hacer algo. Cada palabra, cada paso, cada deseo... puede ser la materia bruta de los intereses de Jesús. En una espantosa variedad de maneras se demuele el reino de Dios. Trataremos de hacer por todas partes nuestro trabajo de restauración con la ayuda del cielo.
Carta al Canónigo Cerruti. 25 de octubre de 1872
10 de MARZO
PROMOVER LOS INTERESES DE JESÚS
Acójame [a mí] y a algunos de mis amigos con el mismo espíritu de unión bajo los auspicios de San José para servir a los intereses de Jesús en la nueva Iglesia.
De lo poco que he escrito deprisa en las páginas que siguen comprenderá cómo este deseo nuestro desde este momento pueda ser realizable, siendo una unión puramente de intenciones y en espíritu (...). Esbozo de una Compañía de San José, promotora de los intereses de Jesús (...). No hay ningún vínculo especial entre los compañeros de San José, el único vínculo espiritual de la caridad.
Cada uno toma la propia inspiración de su modelo San José, que fue el primero en la tierra en atender a los intereses de Jesús, él que lo custodió de infante y lo protegió de niño e hizo las veces de padre en los primeros treinta años de su vida aquí en la tierra...
Carta al Canónigo Cerruti. 25 de octubre de 1872
09 de MARZO
SEAMOS SUS CLIENTES AFICIONADOS Y DEVOTOS
Alegrémonos por ser protegidos por San José, quien es tan poderoso y a quien Jesús no sabe negarle. En esta tierra, Jesús no hizo más que dar continuamente a todos sin recibir nada de nadie. Los únicos de quienes recibió tantos servicios fueron María Santísima y San José. Ahora se complace en el cielo de recompensar los servicios que recibió en la tierra. Por tanto, concede a San José todo lo que éste le pide. Y San José, que ya no necesita nada para sí, pide e intercede por nosotros, sus clientes afectuosos y devotos.
Predicación en Milliavacca. 22 de abril de 1888
08 de MARZO
SAN JOSÉ ES NUESTRO ABOGADO EN EL CIELO
San José es nuestro abogado en el cielo. Cuando uno tiene un caso por defender en la corte de este mundo, acude a los mejores abogados que puede, y cuanto más famoso es el abogado tanto más pone toda su confianza en Él. Así, si se permite la comparación, San José es nuestro abogado, nuestro patrocinador, o más bien, nuestro padre. Nosotros somos sus clientes, sus patrocinados, sus hijos. Por eso, debemos poner toda nuestra confianza en Él, en las demandas que presentemos al Señor. Sobre todo, debemos confiar que va a de defender con éxito nuestro último caso decisivo, el de una buena muerte y una sentencia bondadosa en el tribunal de Dios.
Predicación en Milliavacca. 22 de abril de 1888
07 de MARZO
SI SAN JOSE NO CONCEDIERA FAVORES...
Debemos estar tranquilos también con respecto a nuestra vida espiritual, de modo que, mientras luchamos constantemente para progresar, no nos inquietemos si estamos avanzando o retrocediendo en la perfección. Hay que pedirle a San José la calma y la ecuanimidad. Él siempre fue ecuánime, tanto cuando mandaba a Jesús, sabiduría del Padre, como cuando se ocupaba de sus trabajos duros y humildes. Si san José no concediera favores, ya no sería más San José.
Consejos a Fasolis. 20 de mayo de 1884
06 de MARZO
LA ÚNICA PALABRA DICHA CON SEGURIDAD POR SAN JOSE...
En el Santo Evangelio se leen las penas interiores de San José, se habla de su conversación con los ángeles, de su justicia y de su castidad virginal. Los Evangelistas nos narran de su prontitud en obedecer las órdenes de Dios, de los viajes y de las fatigas soportadas por Jesús, su exacta observancia de las leyes Divinas, su abandono en las manos de la Divina Providencia, su dolor en la pérdida de Jesús y su prontitud en buscarlo. Pero, no nos relatan ninguna de sus palabras, a pesar de que él era la cabeza de la Sagrada Familia y tenía la autoridad de Padre. Una sola palabra nos narra el Evangelio como pronunciada por él, y es el nombre adorable de Jesús, que él debía imponer al Santo Niño: palabra venida del cielo.
Testimonios. Breves Memorias.pg. 27
05 de MARZO
LLENAR DE DIOS LA SOLEDAD INTERIOR
En la vida escondida de San José con su querido Jesús se encuentran todos los meritos, todas las grandezas de San José: en esto la Iglesia lo presenta como modelo a todos los fieles, pero especialmente a las almas devotas. José y María se encuentras solos en el establo de Belén; José vive muchos años desconocido en Egipto y después escondido en Nazaret. Su vida es una continua soledad; incluso, hasta después de la muerte permanece desconocido, ya que Dios quiso que solo después de quince siglos se le rindiera un culto solemne.
Vivamos, pues, también nosotros escondidos a los ojos de los hombres, pero bajo la mirada de Dios; desconocidos por los hombres pero queridos y predilectos de Dios.
Testimonios. Breves Memorias. pg. 26
04 de MARZO
EJEMPLO DE CONTEMPLACIÓN Y DE ACCIÓN
Cuando sucede que estamos trastornados por tantos pensamientos y preocupaciones que no nos permiten estar recogidos, quedémonos igualmente calmados. Abandonemos nuestro corazón a la voluntad de Dios, diciendo: "Hoy haré lo que tú quieres, mi Dios, y mañana también, en el tiempo, en el modo y en las circunstancias que tú lo dispongas".
Tomemos como ejemplo al gran San José: él también tenía que dedicarse al trabajo y a las ocupaciones externas para sostener a la Sagrada Familia. Así, no podía rezar mucho y pasaba desapercibido para los ojos del mundo; sin embargo, ¡cuánto estimaba el Señor las bellísimas jornadas de San José! Él practicaba las virtudes humildes y desapercibidas, manteniéndose siempre calmado, siempre sereno y tranquilo, observando en todo una perfecta conformidad con la voluntad de Dios.
San José no deseaba nada, no quería nada que no fuese para la mayor gloria de Dios. Por eso, estaba siempre imperturbable, también en la adversidad.
Imitemos a este sublime modelo y aprendamos a mantenernos calmados y tranquilos en toda las ocasiones de la vida.
Consejos a Graglia. 22 de marzo de 1889
03 de MARZO
MAESTRO DE VIDA INTERIOR
El amor propio está arraigado en nuestra naturaleza como un enemigo que jamás lograremos dominar por completo y que nos hará luchar hasta la muerte. Encomendémonos al glorioso San José, guía y maestro de la vida espiritual, sublime modelo de la vida interior y oculta. Él también experimentaba las mismas cosas que nosotros en su vida familiar: imitémoslo en la práctica de aquellas virtudes comunes y escondidas que son tan agradables a Dios y que tanto ayudan al alma a progresar y a santificarse.
Consejos
a Graglia. 15 de marzo de 1889
02 de MARZO
ESTEMOS ATENTOS PARA SENTIR SU VOZ
¡¡¡La Obra, las deudas, la Providencia!!! Tres palabras llenas de significación, que nos hacen recordar tres grandes consideraciones que no están siempre en armonía entre ellas. La primera y la última con la ayuda de la fe más o menos pueden ponerse de acuerdo, pero la del medio a veces no hay cómo ponerla a tono con las otras dos.
En resumen. Si el trabajo que se proyecta hacer no absorbe sino pocos miles de liras, ¡adelante! Si por el contrario, las cuentas exactas, se exige una suma un poco menor que la herencia Gaspardone, paremos y esperemos que San José nos haga sentir su voz. Estamos en su bello mes; el padre Cortona está predicando sus glorias, los hermanos y toda la casa invocan a una voz su protección, el hermano Esteban le ofrece en homenaje sus sufrimientos, y el hermano Máximo, si él lo pide en nombre de Dios, también el sacrificio -doloroso pero al mismo tiempo glorioso- de su vida. Diremos entonces a nuestro Gran Patriarca: henos aquí todos para ti y tú sé todo para nosotros. Tú indícanos el camino, sostennos a cada paso, condúcenos adonde la Divina Providencia quiere que lleguemos; sea largo o corto el camino, fácil o difícil, se vea o no se vea con ojos humanos la meta, deprisa o despacio, nosotros contigo estamos seguros de caminar siempre bien".
Carta a Don Cortona. 8 de marzo de 1891
01 de MARZO
EN EL MES DE SAN JOSÉ, NINGUNA DESENTONACIÓN...
San José es siempre el Maestro de Coro que da el tono, pero que alguna vez permite la pequeña desarmonía. Pero quiere, en este su querido mes, que todas las notas fluyan exactas y melodiosas para transportar el espíritu allá donde todo es armonía. Aquel Santo Patriarca quiere hacernos ver que en Belén, después de las horas de abandono y silenciosa expectativa, sucedieron las de las visitas confortadoras entre los cánticos celestiales.
Dejo al padre Cortona hacer notar los distintos puntos de comparación entre estos dos cuadros: Belén y Santa Clara. A mí me queda sólo alegrarme de haber escrito en mi última carta augurios que agradan al Señor: "vayamos todos a San José", dije, y veo que el Santo los tiene a todos en torno a él en su viaje triunfal a su trono, además de aumentar la familia de sus devotos y muchos otros hijos que junto con vosotros hacen una bella corona de gloria. ¡Quiera Dios que nuevos devotos se agreguen en este su mes y le lleven a Él aquellos dones de Belén que él mismo, proveedor de la Sagrada Familia, sabe cómo usar en las necesidades día a día, hasta que nos conduzca hasta las puertas del cielo! Quiera Dios que podamos mantenernos siempre dignos de esta familia bendita, merecedores de recibir de las manos de su Cabeza el alimento cotidiano.
Carta a Don Cortona. 23 de febrero de 1891
28 de FEBRERO
QUIEN PIDE PARA SÍ, SEA GENEROSO CON LOS DEMÁS
Aun cuando debemos añadir que, quien desea asegurarse que sus oraciones consigan de Dios generosos favores celestiales, no pueden hacer nada mejor que dedicarse, con abandono y perseverancia, a las obras de caridad hacia su prójimo. Pues está escrito: "...den y se les dará... con la medida que ustedes midan serán medidos (... date et dabitur vobis;...mensura qua mensi fueritis remetietur bobis)" (Lc 6,38). Ahora, ¿qué es lo que más pediremos a Dios y esperaremos de Él? Que nos perdone nuestros pecados, que nos dé su santa gracia y que nos readmita a su amistad. Para obtener tal perdón, es necesario que nosotros igualmente estemos dispuestos a perdonar a nuestro prójimo, cualquier ofensa o daño que nos haya hecho, y jamás negarle la paz. De otro modo, al pedirle al Señor que nos perdone nuestras deudas (que son las ofensas) del modo cómo nosotros perdonamos a nuestros deudores, al pretender el perdón para nosotros, mientras lo negamos a los demás, estaríamos diciendo a Dios que no nos perdone tampoco a nosotros. Pidámosle, además, que nos bendiga, que sea generoso con nosotros en sus favores y en todo lo que necesitamos.
Quien no puede ayudar al prójimo en sus necesidades temporales, lo ayude en las espirituales. Quien es capaz de hacer ambas cosas, que cumpla generosamente con esta doble obligación, así se hará aceptable a Dios, Padre de los pobres; se mostrará digno hijo de la santa Iglesia, que anima a todos y enseña la caridad con su ejemplo; de este modo, estará imitando a nuestro Señor Jesucristo, tan amoroso y bueno con los pobres. Ayudando a los demás con obras y consejos en toda necesidad, manifestará que tiene una visión correcta de su semejantes, a quienes reconoce como a hermanos, creados para un mismo fin, herederos de una misma promesa y redimidos con una misma Sangre.
Carta pastoral 3 (1891)
27 de FEBRERO
NO FALTE A LOS QUE ORAN LA PUREZA DE CONCIENCIA
Por tanto, que no falten en nuestra oración ni la cualidad de la humildad, ni la fe viva, ni la perseverancia que nos sostenga hasta el fin. De hecho, que no falte a ninguno de nosotros aquella pureza de conciencia que, por mantenernos en la gracia de Dios, nos pone en la condición propicia para obtener fácilmente los divinos favores. El que presiente no estar en la gracia de Dios, que se arrepienta internamente de sus pecados, que se confiese sin tardar en el tribunal de la penitencia, y luego que dirija sus súplicas a Dios; les aseguro que serán generosamente acogidas por su infinita bondad, porque Dios no puede rechazar un corazón contrito y humillado "(cor contritum et humillatum Deus non despliciet)" ( Sal 51(50),19).
Carta pastoral 3 (1891)
26 de FEBRERO
CUÁNTAS ORACIONES MAL HECHAS...
Vean, entonces, cómo el fundamento de la oración es la humildad, que tiene que ser acompañada por una fe viva, que es tan necesaria para asegurarse los favores divinos. "El que duda,... que no espere nada del Señor (qui enim haesitat... non aestimet quod acipiat aliquid a Dimino)" (Sant 1,6-7), añade el Apóstol.
Y, sin embargo, ¡a cuántos les falta una disposición correcta en la oración! ¡Cuántos hacen oración sólo de palabras sin aplicar su mente y el afecto del corazón, y aún estando en la Iglesia o en un ambiente físicamente apartado, vagan con el pensamiento por todo lugar, lejos de Dios! ¿Cómo se podría decir que éstos oran con fe viva? Este es el motivo por el cual se cansan pronto y, además del espíritu interno, les falta también aquella perseverancia que no solamente es útil, sino necesaria, como ya hemos dicho, para ser escuchados por Dios: "Se debe orar siempre, sin desanimarse jamás (oportet semper orare et non deficere)" (Lc. 18, 1).
Carta pastoral 3 (1891)
25 de FEBRERO
ORAD SIEMPRE ACOMPAÑADOS DE LA HUMILDAD
Oremos, pues, oremos con fe, oremos con humildad. Así mortificaremos nuestro orgullo, que es un gran obstáculo para presentarnos a ofrecer súplicas a Dios. ¿Cómo podría escuchar al que, como el Fariseo del Evangelio, se pusiera en frente no para darle gracias o rendirle alabanza, sino sólo para jactarse de sí mismo? ¿Cómo podría escuchar al inflado de soberbia, que no creyera o necesitara nada, o pretendiera que se le debiera toda gracia? "Dios resiste a los soberbios y concede sus favores a los humildes (Deus superbis resistit; humilibus autem dat gratiam)" (St 4,6).
Carta pastoral 3 (1891)
24 de FEBRERO
DEJEMOS QUE DIOS NOS ESCUCHE CÓMO Y CUÁNDO ÉL QUIERE
Dios siempre escucha, pero muchas veces en vez de la cosa pedida concede otra, porque es ésta y no aquella que resulta mejor para nosotros. Desde luego, Él conoce lo que necesitamos, lo que nos conviene, y conoce el tiempo oportuno para concedernos. Poco apreciaríamos una gracia que nos fuera concedida inmediatamente. Él desea que reconozcamos sus dones preciosos. Quiere que sigamos rezando para detenernos más tiempo con Él, puesto que al continuar en la oración acumulamos más méritos para el paraíso. En una palabra, quiere que hagamos nuestra parte, y dejar que Él se encargue de lo demás. Él proveerá. ¿Acaso no nos ha dicho en los términos más claros: "Abandona en el Señor toda tu carga, porque Él te sostendrá (iacta super Dominum curam tuam et ipse te enutriet?)" (Sal 55 (54),23).
Carta pastoral 3 (1891)
23 de FEBRERO
NO OBTENEMOS, PORQUE ORAMOS MAL
Que nadie plantee la objeción que hay muchísimas oraciones humanas que no son escuchadas por Dios y que se quedan sin efecto, ya que podemos responderle con el apóstol Santiago: "Ustedes piden y no reciben porque no piden como conviene (petitis et non accipitis; eo quod male petatis)" (Sant 4,3); o sea, o porque su petición no es justa o porque no está acompañada por las debidas disposiciones. El que no consigue lo que pidió, jamás podrá decir que pidió lo justo o que siguió pidiéndolo con perseverancia, humildad, fe y amor. El que pide de esta forma es escuchado siempre, no por mérito propio, conviene notar, sino por la bondad de Dios y por la gran promesa que nos hizo Jesucristo, quien reza en nosotros y por nosotros a su eterno Padre, dando a nuestras súplicas el valor de sus infinitos méritos y siempre obteniéndonos audiencias por medio de su inocencia.
Carta pastoral 3 (1891)
31 de MAYO
VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Entonces, mi querido Esteban ¿cuándo es que empezamos de veras? In nomine Domini Nostri Jesu Christi (en nombre de Nuestro Señor Jesucristo), ahora mismo.
Oh Señor, tú que ves y lees en lo profundo del corazón, bendice nuestros propósitos y ayúdanos, con tu gracia, a conservarlo hasta el fin de nuestros días. ¿Y María? Sin ti, Madre queridísima ¿cómo tendremos la valentía de encaminarnos, nosotros pobres niños, por caminos inexplorados?
Jesús, María, José, ángeles y santos protectores nuestros, queremos caminar con ustedes: ¿Cuál es el camino más seguro? Adiós.
Cartas. Delaude. 12 de enero de 1869
22 de FEBRERO
DIOS HA PROMETIDO QUE ESCUCHARÁ NUESTRAS PETICIONES
Pero ¿qué necesitado que sabe que sólo con pedirle a un pudiente recibiría todo lo que desea, dejaría de hacerlo? Es precisamente lo que Dios, infinitamente rico, prometió a cada uno de nosotros. En su bondad, prometió escucharnos siempre, diciéndonos: "Llámame y te escucharé (clama ad me et ego exaudiam te)" (Jr. 23, 3); "Todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán (omnia quaecumque orantes petitis, credite quia accipietis)"( Mc. 11, 24). Queridísimos, ¿de dónde y de quién viene una promesa tan absoluta, tan explícita y tan consoladora? Nos viene de Dios mismo, nuestro amadísimo Salvador, cuya palabra es infalible. Por eso nosotros no podemos dudar que nuestras oraciones tengan la eficacia que nos prometió.
Carta pastoral 3 (1891)
21 de FEBRERO
AMEMOS LA PENITENCIA Y AMEMOS LA ORACIÓN
Entonces, amemos de corazón y abracemos la penitencia, dado que es un medio para recompensar la deuda del pasado, y también una protección contra las recaídas y un instrumento útil para aumentar nuestros méritos delante de Dios. Y junto con la penitencia amemos la oración, que fue igualmente impuesta por el divino Salvador con aquellas palabras: "Se debe orar siempre, sin desanimarse jamás (oportet semper orare et non deficere)" ( Lc. 18, 1).
La oración es, sin duda alguna, un medio que es indispensable para alcanzar nuestra eterna salvación, porque un precepto promulgado por Dios para todos, se tiene que observar. Nosotros podemos apreciar la razón de tal precepto: todos necesitamos de Dios, y no hay nada bueno en nosotros que no hayamos recibido o que no estemos recibiendo de su mano. Además, ¿cómo resistiríamos tantas y tan graves ocasiones para cometer el mal, sin las inspiraciones y ayudas especiales que nos sostienen? Ahora, como dice San Agustín que aunque Dios, en su generosidad y providencia, nos da las primeras y más altas gracias sin que las pidamos, para las otras nos obliga a pedírselas y nos puede negar si faltamos a esta obligación.
Carta pastoral 3 (1891)
20 de FEBRERO
MITIGADA LA DISCIPLINA SE DISMINUYE LA PENITENCIA
Vean cómo en el presente la disciplina del ayuno está siendo mitigada, a pesar del lamentable aumento de vicios y la disminución de las buenas obras. Cuando se exigía que se hiciera mayor penitencia, groseramente se ha efectuado lo contrario, dando mayor facilidad. Por una parte, la sabia y amorosa Madre Iglesia, para adaptarse a las circunstancias de los tiempos y de la gente, trata de venir en ayuda de nuestra fragilidad aliviando y mitigando la ley de la penitencia; sin embargo, por otra parte, también quiere cumplir con su papel de custodiar y guardar de los preceptos divinos, imponiendo en nosotros una más exacta observancia de la moderada ley que sea en proporción a la disminución del rigor externo. El afecto debe compensar por la reducción de obras. Quiere que se reavive mucho más en nosotros aquel espíritu de contrición, que nos mantiene humildes delante de Dios en vista de nuestros pecados, que colma nuestro rostro con un desconcierto provechoso, que llena nuestra alma con dolor y, muy justamente, nos hace temer los juicios divinos.
Quiere que, aunque sigamos en deuda con Dios, busquemos toda oportunidad de pagarla, si no es por medio de cilicios, vigilias y flagelaciones, como hacían los Santos, al menos por medio de una aceptación paciente de los pesares y los eventos dolorosos de la vida, las desdichas, privaciones, enfermedades, y todo lo que la malicia humana o las injurias del tiempo pueden amontonar en nuestro camino para hacernos temblar y llorar. ¿Qué preocupación o pena se podría considerar demasiado grande en comparación con el fuego eterno y el eterno daño que mil veces hemos merecido por nuestros pecados?
Carta pastoral 3 (1891)
19 de FEBRERO
EL AYUNO MAYOR O CUARESMAL
Y para cumplir con su deber y seguir aquel gran ejemplo, vemos a San Pablo recordar los desvelos y los ayunos que padeció él y los primeros ministros y heraldos del Evangelio. Vemos a Eusebio de Cesarea recordar las admirables austeridades de los primeros discípulos de Jesucristo; y vemos a San Justino declarar cómo aquellos que iniciaron la vida cristiana se sometieron voluntariamente a semejantes austeridades.
Y del ayuno cuaresmal en particular, llamado también "el ayuno mayor", narran los Santos Padres cómo era practicado universalmente de modo muy austero por los Cristianos de los primeros tiempos. Se conformaban con comer únicamente a la caída de la tarde y solamente lo suficiente para mantenerse. Dejaban de usar carne, vino, o cualquier otro alimento placentero, y se limitaban a comer legumbres, verduras y frutas. No pocos de ellos hasta dejaban estas cosas para vivir solamente con pan y agua. San Juan Crisóstomo nos testifica que "los cristianos de Antioquia eran tan abstinentes que hubieran padecido cualquier pena personal en vez de faltar a su obligación de ayunar"(omnia quis mallet pati quam prohibitum tangere nutrimentum)". (Homilía 6 a los antioquenos).
Carta pastoral 3 (1891)
18 de FEBRERO
EL AYUNO EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS
El ayuno, venerados hermanos e hijos queridos, se ha guardado en todo tiempo tanto como medio eficaz para obtener la ayuda del Señor o como medio para aplacar su ira, o, también, como alimento de la virtud y remedio saludable para dominar la carne y beneficiar el espíritu.
Aun cuando no eran judíos, los ninivitas ayunaron para no sucumbir a las terribles predicciones del profeta Jonás.
Moisés ayunó por largo tiempo en Sinaí y luego ese ayuno se convirtió en perpetua ley para Israel. Saúl ayunó para vencer a los filisteos soberbios. Jonatan ayunó para calmar la ira de su padre. David ayunó primero para salvar a su hijo enfermo y después para escaparse de la ira de sus enemigos que querían matarlo.
Elías se armó con el ayuno para ir al monte Horeb. Ajab, para evitar los castigos con que fue amenazado. Esdras y Nehemías, para salvar al pueblo de Dios. El ayuno fue predicado por san Juan Bautista en el desierto y obtuvo su más alta consagración por nuestro Señor Jesucristo.
Si Jesús mismo, quien era la inocencia misma, quiso sujetarse a las privaciones de un ayuno riguroso y larguísimo en el desierto, ¿quién, que conoce su culpabilidad, podrá dispensarse de ello?
Carta pastoral 3 (1891)
17 de FEBRERO
LA IGLESIA NOS RECLAMA AL DEBER
La Iglesia, bien conoce la necesidad en que nos encontramos. Cimentada en la autoridad que recibió de su divino Fundador, ella no solamente nos anima siempre a vivir bien y a lamentar nuestros defectos, sino, también, determina algunos tiempos especialmente propicios para esto, en los cuales nos prescribe prácticas específicas, destinadas a desarmar la divina justicia y a satisfacer las deudas contraídas por nuestros pecados. Y es particularmente en la Cuaresma cuando nos manifiesta con más fuerte voz, el gran precepto: "Si no hacen penitencia, todos perecerán (nisi poenitentiam egeritis, omnes similiter peribitis)" (Lc. 13, 5).
Ella quiere que nos preparemos a resucitar dignamente con nuestro divino Redentor en la solemnidad de la Pascua. Por eso, se ocupa activamente para que santifiquemos los días que la preceden con tres formas de obras santas y reparatorias: el ayuno, la oración y la caridad hacia el prójimo.
Carta pastoral 3 (1891)
16 de Febrero
MUY
FACILMENTE DEJAMOS PARA MAÑANA...
¡Ah! Nos hacemos como aquellos deudores tramposos que, aunque admiten la validez de todas sus deudas, encuentran mil excusas y vanos pretextos para evadirlas o postergar su pago, sin darse cuenta que cuanto más tardan, tanto más difícil y desesperada se hace su condición. Siempre se encuentra tiempo para los negocios, los placeres, y hasta para muchas obras pecaminosas, en cambio, nunca llega el tiempo para hacer penitencia.
Siempre se espera el buen momento y la hora conveniente, y mientras tanto, ahora por una excusa luego por otra, nunca llega el momento para cumplir con nuestro deber. Pasan los días, pasan los meses y, tal vez, pasará toda nuestra vida sin que nuestro corazón se decidiera corregirse, si no fuera por la caridad de la Iglesia, nuestra tierna madre que siempre vela y obra para el bien de sus hijos y que viene a despertarnos de nuestros sueños y salvarnos de esta negligencia, que es capaz de perjudicar nuestra salvación eterna.
Carta pastoral 3 (1891)

